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Ensayo Mascaras Mexicanas "Laberinto De La Soledad".


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2011  •  654 Palabras (3 Páginas)  •  6.424 Visitas

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El autor muestra con el criterio más riguroso la problemática de esta dualidad, la soledad a la que el mexicano se somete sin proponérselo. De acuerdo con Paz, el mexicano desconfía de sus capacidades, se avergüenza de su origen, tiene un hábito de mentir, de disimular, se reprime, es muy consciente de su apariencia. Todo esto lo lleva a ponerse dos máscaras, una es la que muestra al mundo y la otra es su yo verdadero. Y es aquí donde el ser auténtico está solo, porque, como dice el autor, no se “abre”, no quiere que nadie traspase su mundo privado, prefiere aparentar.

La dualidad del mexicano está presente en todos los aspectos de su vida. En el lenguaje popular por ejemplo, hombría, dice Octavio Paz, es ser “macho”. El autor continúa: “Desde niños nos enseñaron a sufrir con dignidad las derrotas”, a aceptar calladamente y resignarse, lo cual es una de las “virtudes más populares” de esta cultura. Éste “es un ser hermético, encerrado en sí mismo, capaz de guardarse y guardar lo que se le confía”. Es decir, prefiere encerrarse en su propia soledad, en su laberinto. El no abrirse y confiar en los demás, escribe el autor, es el ideal de decoro en la cultura mexicana. En el momento en que este confía y renuncia a su soledad, pasa a ser un “rajado”, en otras palabras, renuncia a su hombría. Otro aspecto en el que la influencia de esta duplicidad es inevitable es en sus relaciones con el mundo femenino. La mujer, en México, dice Paz, “siempre está a la espera de lo que el hombre diga”, “es el reflejo de la voluntad y querer masculinos”, “es el producto de la vanidad del hombre heredada de los españoles”. Es, continúa el ensayista, “un ser oscuro, secreto y pasivo, no se le atribuyen malos instintos: se pretende que ni siquiera los tiene”, o sea que el mexicano disimula, aparenta no ver nada, hace de cuenta que no están ahí. Paz dice que en otros países se festeja abiertamente a la mujer en comparación con los mexicanos, que prefieren ocultar las gracias y virtudes de sus mujeres. Pero, ante la vida social, sus mujeres son “señoras”. El mexicano, de acuerdo con Paz, disimula en todo momento, “excede en el disimulo de sus pasiones y de sí mismo. Temeroso de la mirada ajena, se contrae, se reduce, se vuelve sombra y fantasma, eco. No camina, se desliza; no propone, insinúa; no replica, rezonga; no se queja, sonríe hasta cuando canta”. Todo esto lleva al mexicano a aparentar, a vivir “del qué dirán” Quiere ser otra cosa. Tanto es así que prefiere pasar inadvertido, desaparecer de la misma manera que disimula y simula no ver a sus semejantes.

Sin embargo, también se está consciente de que la mujer, la tierra, representa la continuidad de la especie, el orden, y la dulzura. De nada sirve lo anterior, el machismo necesita mujeres impersonales para subsistir. Se respeta el concepto de la madre, de la mujer abnegada pero no de la persona: la mujer

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