Emancipacion De Los jóvenes
Enviado por rociocasas • 24 de Marzo de 2014 • 11.581 Palabras (47 Páginas) • 379 Visitas
1. INTRODUCCIÓN
En las dos últimas décadas ha funcionado con fuerza el estereotipo de jóvenes adultos viviendo en casa de sus padres y madres, acomodados, dedicados a una formación sin límite, reacios a perder la calidad de vida que encuentran en el hogar familiar, reticentes a enfrentarse al mercado laboral y temerosos frente a las responsabilidades adultas. Este estereotipo ha alimentado el imaginario colectivo y ha llenado páginas y pantallas, y sin duda debe ser releído a la luz de los condicionantes estructurales y económicos: precios de la vivienda desorbitados, desajuste entre la preparación académica y la realidad del mercado laboral, sueldos y condiciones precarias en el trabajo, etc. Además, es preciso contextualizarlo con unas características culturales y sociales que generan modelos en torno a la manera de afrontar el proceso de emancipación, y que alimentan las expectativas de los jóvenes, las estrategias familiares, e incluso las políticas públicas al respecto. Enfrentamos, por tanto, un fenómeno con numerosas perspectivas, que no pueden ser reducidas a una visión simplista en torno al mencionado estereotipo, mucho menos en una época de profunda crisis económica como la que vivimos.
Muchos jóvenes han de posponer su emancipación ante su incapacidad para poderse comprar o alquilar una vivienda. Y es que tanto la situación laboral que atraviesan en este momento como sus dificultades de acceso al mercado de la vivienda son dos de los principales factores que explican el retraso de la emancipación juvenil en España.
El panorama económico ha cambiado en los últimos años tanto en el plano laboral como en el inmobiliario. En el laboral se ha producido un aumento en la destrucción de puestos de trabajo y por tanto directamente esto ha afectado al desempleo, que ha efectuado una bajada de poder adquisitivo de los jóvenes que continúan teniendo dificultades para emanciparse, y cada año más, como veremos a continuación. En el año 2012, más de 1.600.000 personas jóvenes han dejado su empleo, cuatro de cada diez están desempleadas o son inactivas. Esta proporción supera el 50% en Andalucía, Canarias y Ceuta y Melilla.
Los jóvenes son los más afectados por la crisis económica, pues más de la mitad de la población de este colectivo está desempleada y es mucho más vulnerable para poder afrontar la emancipación.
El salario medio en España, según la Encuesta anual de estructura salarial (INE, 2009) era de 22.511,47 euros. En Alemania, el salario medio del sector industrial oscila entre los 40.000 y los 45.000 euros, siendo de 35.000 euros el salario medio aproximado de los sectores de los medios y tecnologías de la comunicación, la construcción y el turismo. Las condiciones de acceso a vivienda en propiedad con el salario medio de una persona joven o con los ingresos de un hogar joven continúan siendo desfavorables para la mayoría de los jóvenes.
2. MARCO TEÓRICO
En los últimos años se está produciendo una regresión en los procesos de emancipación que ha provocado el retorno de miles de jóvenes al domicilio familiar. A este fenómeno lo podemos calificar de ruptura de la movilidad social ascendente.
Si bien lo más común en las ciencias sociales es hablar de emancipación juvenil, conviene comenzar aclarando el significado de ese término, fundamentalmente en relación a otros conceptos como independencia y autonomía, igualmente importantes para entender el tránsito de los y las jóvenes hacia la vida adulta.
Como señala Julio Hernández March en su Tesis Doctoral (Hernández March, 2003), la definición que aplican la práctica totalidad de los autores consultados es la que postula que “Se considera emancipado al joven que ha abandonado, definitivamente, el hogar paterno. Ello al margen del grado de independencia económica que haya logrado de sus padres. De esta forma se incluye como emancipados a jóvenes que tienen independencia domiciliar pero no económica, como por ejemplo los que se encuentren en alguna de estas circunstancias: los que se emancipan por estudios no retornando a la casa de los padres a su término, aunque sean los padres los que financien las tasas académicas y la manutención; los que se trasladan a una casa que es propiedad de los padres o que ha sido total o parcialmente costeada por ellos o los que, viviendo en otro domicilio, reciben periódicamente algún tipo de ayuda monetaria de los padres. Quedarían excluidos los jóvenes que tienen independencia económica pero que continúan conviviendo con los padres, por ejemplo, aquellos que ostentan la titularidad de la casa y tienen ingresos salariales pero que siempre han convivido con sus padres”.
Considerando la independencia como la posesión de los recursos materiales suficientes para no depender económicamente de nadie, y la autonomía como la capacidad de vivir según las normas que uno se pone, se puede afirmar que la independencia posibilita autonomía, pero no la garantiza. Por otro lado, la búsqueda de autonomía antes de tener independencia económica presupone una evidente ayuda de las familias y un clima familiar concreto, y facilitado o no por los valores y los modelos familiares del contexto social.
No pocos autores señalan que se puede ser autónomo aunque se viva con los padres. Parece evidente que en la sociedad española la afirmación anterior se sostiene con la simple observación de la proporción de jóvenes treintañeros que viven en el hogar familiar, y que difícilmente aguantarían esa situación si no se sintieran mínimamente autónomos en casa de la familia de origen.
Partimos, por tanto, de una visión que entiende la adquisición de independencia y autonomía como un proceso, mientras que la emancipación se contempla más como una ruptura. Evidentemente, el análisis más completo del fenómeno requerirá la observación global del contexto en el que tiene lugar. Por ello no conviene olvidar que los términos emancipación, independencia y autonomía forman una triada que se relaciona de manera esencial, y que debe ser considerada en conjunto si lo que se pretende es entender un proceso tan importante en la vida de los y las jóvenes.
En cualquier caso, tanto en España como en Italia, no existe un proceso de emancipación institucionalizado ni normalizado, es decir, que no se sigue unas pautas colectivamente asumidas como necesarias y suficientes: hay jóvenes que gozan de las condiciones materiales necesarias para irse de casa de sus padres (incluso siendo propietarios de pisos) pero no lo hacen; otros que no tienen prácticamente nada pero se van… En cada proceso intervienen factores que hacen necesario considerar elementos de muy diversa índole, no sólo materiales. Asistimos, pues, a procesos de emancipación plurales, fragmentados, deslocalizados
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