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Ensayo Juridico


Enviado por   •  11 de Marzo de 2013  •  3.516 Palabras (15 Páginas)  •  483 Visitas

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El leviatán en la doctrina del estado de Thomas Hobbes.

El Leviatán es una obra de Thomas Hobbes en donde el jurista alemán (1888-1985) Carl Schmitt profesor de derecho público y crítico de la república de Weimar hace mención de esta gran obra Hobbesiana.La cita del “Leviatán” no opera como la simple representación plástica de una idea, o como una comparación de la teoría del Estado hecha a guisa de ilustración, ni como una cita cualquiera; es mas bien un símbolo mítico, con un trasfondo repleto de sentido.

El Leviatán es la imagen más recia y vigorosa. Rebasa el marco de la pura teoría o construcción intelectual. Muy a menudo, y con significación diversa, se ha concebido la idea de una comunidad política como un hombre en grande.

El Leviatán, en cambio, como símbolo de la unidad política, es, no ya un “corpus” cualquiera o un animal, sino una imagen de la Biblia, ciertamente del Antiguo Testamento, revestida en el curso de muchos siglos de interpretaciones míticas, teológicas y cabalísticas.

Es el monstruo marino que se describe en el Libro de Job como el animal mas fuerte e indomable. Junto a el se describe también con gran plasticidad y lujo de pormenores un animal terrestre: el Behemoth. Otro problema diferente es el del origen historico-mitico de estas imágenes bíblicas.

Generalmente se traduce también Leviatán por dragón, y su significación se confunde entonces con la de serpiente o dragón, que casi siempre quieren decir lo mismo. “Es muy posible —dice Wolf Baudissin— que originariamente el mito deslindase entre sillas cuatro denominaciones de Dragón, Serpiente, Leviatán, Rahab, Tannin; pero los escritores del Antiguo Testamento no parecen tener conciencia de esa diferencia.

Así se explica que el Leviatán, como serpiente o dragón, se convierta simplemente en una imagen espantable de peligrosas fuerzas y, por último, en el enemigo malo. Lo mismo puede significar el poder del Diablo en sus diferentes formas de aparición, que el propio Satán. De esta suerte se acerca, lo mismo que el Behemoth, mas crónico, a los animales apocalípticos que aparecen en la revelación de San Juan; el Dragón, la Serpiente el animal del abismo, el Animal de la Tierra y el Animal del Mar.

Según la doctrina mandea, el Leviatán, al llegar el fin del mundo, se traga el cosmos y a todos aquellos que no se han separado del mundo. Los dibujos de Opicinius de Canistris, del siglo XIV, ponen al Leviatán en relación con el mar Mediterráneo, el mare diabolicum. Lo importante, en medio de la fantasiaconfusa de esos mitos, es que el Leviatán pertenece siempre al mar.

De entre la caótica multiplicidad de imágenes y de visiones surgen en el curso de la Edad Media dos grandes líneas de interpretación del mito: la simbolización cristiana de los Padres de la Iglesia en la temprana Edad Media y el mito judaico y rabino de la Cábala.

Las interpretaciones judías del Leviathan y del Behemoth son de naturaleza esencialmente distinta. Sabido es que ambos animales se convierten en símbolo de las potencias mundiales paganas hostiles a los judíos y que pueden referirse a los Imperios babilónico, asirio o egipcio y a otros Imperios paganos. Menos conocidas son las interpretaciones nacidas a lo largo de la Edad Media, en las que se transparenta su situación y la actitud, perfectamente singular y anormal, del pueblo judío, incomparable con la de cualquier otro pueblo. Aquí se trata ya de mitos políticos verdaderamente sorprendentes y de documentos de una intensidad muchas veces mágica. Son creaciones de cabalistas y tienen, naturalmente, carácter esotérico.

Estas interpretaciones del Leviathan invitan a intentar otra interpretación contraria, capaz de abrir horizontes completamente distintos y de iluminar con luz nueva el Leviatán de Hobbes. Como el Leviatán es también una serpiente o un dragón, conviene recordar que ambos animales, en el mito y en la leyenda, aparecen, a veces, como hostiles y malos en la mitología preasialica y judía, al paso que los pueblos no judíos ven en la serpiente o dragón el símbolo de divinidades protectoras y buenas. En este sentido, el dragón chino no es un caso único. Los celtas adoraban a las serpientes y dragones; los longobardos, vándalos y otras estirpes germánicas tenían el dragón o la serpiente como símbolo bélico.

Hobbes, que pasa por ser el “profeta del Leviatán”, al operar con este símbolo y en el sentido apuntado, pretendía trazar un frente claro y seguro.

El Leviathan es el gran símbolo de esa lucha. Dentro de esa concepción de Schelsky (y precisamente en el mismo sentido de su tesis sobre los pensadores de la accionpolitica) importa decisivamente dilucidar si el mito del Leviathan creado por Hobbes fue, en realidad el restablecimiento de la unidad vital originaria, si prevaleció o no como imagen mitica-politica en la lucha contra la destrucción judeocristiana de la unidad natural y si fue o no capaz de hacer frente a la dureza y maldad de tan singular contienda.

En él se construye el nacimiento del Estado: por medio de un contrato que cada uno celebra con los demás, nace una persona o corporación representativa, que convierte a la multitud contratante en una persona única, es decir, en un Estado. He aquí, dice Hobbes, el nacimiento del gran Leviathan o, como el mismo añade: “hablando más respetuosamente”, del Dios mortal que, por medio del terror que su poder inspira, obliga a todos a vivir en paz. Junto a la imagen del hombre magno, del gran animal y de la gran máquina, aparece ahora, sin explicación previa, una

Cuarta imagen, Dios, y, por cierto, un Dios mortal. Se alcanza de esta suerte la totalidad mítica que suponen los términos “Dios, “hombre”, “animal” y “maquina”.

El conjunto lleva el nombre de Leviathan del Antiguo Testamento. Pero la verdadera explicación de la imagen del Antiguo Testamento no la da Hobbes hasta la tercera cita del Leviathan, al final del cap. 28. La explicación es muy breve y no responde a las grandes esperanzas que vienen alimentadas por la naturaleza mítica de los términos “Dios” y “animal”, “animal” y “hombre”, “hombre” y “maquina”.

Hobbes desenvuelve en este capítulo el problema de las penas y recompensas, medio que considera necesario para influir sobre los hombres, sobre todo para refrenar su soberbia y otras pasiones malas.

El titular del poder supremo, rector y gobernador del Estado, el “Gobemor” como reza el texto ingles, “Rector” en el texto latino, dispone las penas y recompensas. Este “Rector”, no el Estado como totalidad y como unidad política, es comparado por su

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