Ensayo igualdad de género y comunicación. ¿Qué piensa el feminismo sobre el porno?
Enviado por Saul Fernandez Barragan • 4 de Abril de 2021 • Ensayo • 1.529 Palabras (7 Páginas) • 448 Visitas
OPCIÓN C: “Las tres vertientes de la ‘Fantasía’ […] (la fantasía de la ‘escena primigenia’, la fantasía de la seducción, y la fantasía de la castración) constituyen respectivamente […] los cimientos de los géneros ¨bajos¨ o ¨baratos¨ (low genres); a saber, de la pornografía, del melodrama romántico y del filme de terror. Los tres géneros de la fantasía, pues, requieren que el cuerpo femenino se convierta en centro de un exceso emocional, una especie de éxtasis físico (sea su manifestación el jadeo orgásmico del porno, el chillido de pánico en el terror, o el sollozo del drama-pastelón). […] la popularidad que han alcanzado estos tres géneros en las últimas décadas, así como el giro en las formas de representación implícitas en sus productos más recientes (por lo tanto, en los mecanismos de identificación que provocan) responde a una crisis general en las culturas occidentales, que se acusa de manera importante en la construcción de las identidades sexuales y/o de género” (C. Rubio, “El cuerpo en el cine dirigido por mujeres: de Cléo a Onwurah”, Revista Debats, vol. 79, 2002, pp. 181-182)*.
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En el siguiente ensayo trataremos la representación de la figura femenina dentro de los productos audiovisuales, centrándonos sobre todo en el ámbito cinematográfico. En primera instancia trataremos de discernir qué se intenta explicar con esta cita, y posteriormente haremos especial hincapié en los géneros mencionados en la misma.
En primer lugar, la teoría de Laura Mulvey se antoja esencial para contextualizar el ensayo. Mulvey en su texto “Placer visual y cine narrativo” (1975:4) comentaba que: «En un mundo ordenado por la desigualdad sexual, el placer de mirar se encuentra dividido entre hombre/activo y mujer/pasivo. La mirada masculina determinante proyecta sus fantasías sobre la figura femenina que se organiza de acuerdo a ella». La autora en su análisis explicaba cuál era la función de los personajes femeninos dentro del ámbito cinematográfico, los cuales responden de forma directa a este concepto de mirada masculina que acuñaba Mulvey. Como también vimos en el texto “¿Es masculina la mirada?” (1983) Kaplan, E.Ann , el sujeto espectador de los productos audiovisuales se convierte en un usuario voyerista y puramente escoptofílico, el cual busca el placer a través de la mirada, y ante esta mirada masculina que reproduce ese mismo mundo ordenado por la desigualdad sexual que comentaba Laura Mulvey, los papeles femeninos responden a dos funciones, o bien son objeto erótico para los personajes de la propia historia, o bien son objeto erótico para los propios espectadores de la sala.
Por tanto, podemos determinar que el cine de manera tradicional ha representado la ideología de orden patriarcal respondiendo a los deseos del hombre hetero blanco occidental a través de la cosificación, posesión y sexualización del cuerpo femenino.
Habiendo entendido esto podemos entrar de lleno en la cita ya que como la autora comenta, existen géneros como el melodrama o la pornografía que han ganado una gran popularidad en las últimas décadas, y los cuales continuan con esta tradición representacional, lo cual evidencia como se comenta en el texto una crisis en la cultura occidental.
En el caso del melodrama por ejemplo, nos encontramos con un género concebido directamente como “Cine para mujeres”, como ya pudimos ver en clase a través de algunos textos como “El deseo femenino en la Tª fílmica feminista: Dominación y sumisión a propósito de 50 Sombras de Grey” (2016) Roullier, Laura Corina. El melodrama clásico ha representado a la mujer como elemento directo de pasividad y renuncia, plasmando siempre los roles clásicos a ejercer por la mujer dentro del ámbito familiar, es decir, estar situada en la esfera privada, ser la madre y esposa, etc. Además, el melodrama ha supuesto una herramienta clave para «exponer las restricciones y limitaciones que la familia nuclear capitalista impone a las mujeres y, al mismo tiempo, para “educar” a éstas con el fin de que acepten dichas restricciones como “naturales” e inevitables, como algo “dado”» como defiende E. Ann Kaplan en “Las mujeres y el cine. A ambos lados de la cámara” (1998:53). Esta búsqueda de la sumisión de la mujer se ejerce también haciéndose valer de otros elementos como la sexualidad de la misma. A través de estos productos audiovisuales se intenta convencer de que “mujer” es congruente a “madre”, y que por tanto una mujer activamente sexual está fuera de la norma, manteniendo controlado el “deseo femenino”, mientras que la sexualidad del hombre en cambio está justificada ya que ellos tienen que responder a ese líbido incontrolable. Al final el papel femenino en este tipo de producciones queda relegado a sujetos emocionalmente inestables y excesivos, los cuales son totalmente pasivos y quedan a merced de los hombres.
Obviamente no todos los productos audiovisuales siguen la misma línea, existen excepciones que luchan contra esta visión. Uno de los más reconocidos sin duda es “Mi vida sin mí” (2003), el largometraje de Isabel Coixet. A lo largo de este filme podemos ver cómo Ann rompe con este esquema del melodrama clásico, sobre todo a través de la expresión del deseo, materializada directamente en una lista de “Cosas que hacer antes de morir”, la cual incluye puntos como “Hacer el amor con otros hombres para ver cómo es” o “Hacer que alguien se enamore de mí”. La representación del deseo sexual femenino, así como el huir de esa relación mujer = madre santa y pura, hace que la película sea un ejemplo de uno de los caminos a seguir para conseguir la ruptura de esos esquemas que tradicionalmente vamos arrastrando como hemos comentado anteriormente.
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