¿Es convincente el análisis y la crítica a una mirada masculina en el cine?
Enviado por Indra Valencia • 12 de Diciembre de 2022 • Ensayo • 1.805 Palabras (8 Páginas) • 73 Visitas
Indra Valencia González – 202113259
Andrés Felipe Pacheco – 201730990
Laura Manrique - 201922599
Daniel Lemus - 201716496
Camilo Enrique Rodríguez - 202014048
¿Es convincente el análisis y la crítica a una mirada masculina en el cine?
El siglo XX fue un periodo en la historia de la humanidad caracterizado por el dominio mediático de las industrias culturales. Por eso mismo, mayoritariamente el cine norteamericano tuvo un rol hegemónico en la conformación y representación de las relaciones políticas y realidades sociales. El avance de los movimientos socioculturales y la teoría crítica durante los años 60 y 70 ofrecieron perspectivas revolucionarias para problematizar la influencia política. En este sentido, el feminismo entra a jugar un papel importante, ya que formula nuevos parámetros para pensar y analizar la relación entre las artes visuales y el patriarcado. El texto “Placer visual y cine narrativo” de Laura Mulvey (1975) es un claro ejemplo de esto, nosotros como grupo creemos que es convincente esta crítica, por el hecho de que podemos evidenciar el erotismo y objetivación hacia las mujeres en la cinematografía. Además, encontramos consecuentes las vertientes políticas y psicológicas que usa la autora para probar dicha reflexión en el cine convencional. Sin embargo, evidenciamos que las ideas de Mulvey no son universales. Puesto que, hay puntos de fuga significativos que trataremos a continuación y, consideramos que le resta certeza al análisis.
En primer lugar, la crítica de Mulvey está permeada por la crítica política/feminista, debido a que esta autora es reconocida como una de las pioneras del análisis feminista en el cine. De hecho, ella misma lo afirma de esta manera: “Yo lo escribí como una especie de intervención política, influenciada por el Movimiento de Liberación de la Mujer, en el que leímos a Freud y comprendimos la utilidad de la teoría psicoanalítica para un proyecto feminista” (Zas, 2017). La crítica pone de relieve el fetichismo cinematográfico, la hipersexualización de las actrices e incluso la desigualdad salarial en los rodajes. Temáticas cómo la reivindicación de los derechos sexuales y reproductivos del cuerpo de la mujer y la desigualdad económica que se perpetúa, entre otras, por la brecha salarial, son temas esenciales del feminismo hace 40
años y vigentes hasta hoy. Según la autora, es importante recuperar las experiencias de las mujeres (historias e historias marginadas o ausentes bajo el patriarcado) pues esto enriquece,
radicalmente, no únicamente a las mujeres, sino a la sociedad en su conjunto, que hasta ahora ha sido disminuida cultural y políticamente por el silencio impuesto a las mujeres (ibid). Respecto a la Segunda Ola, época en la que fue publicado el análisis y no de forma gratuita, esta se caracteriza por la revolución sexual, Mulvey comparte puntos con voces como las de Gloria Steinem y Angela Davis. Además, trae a colación pensamientos de la predecesora de la ola cómo Simone de Beauvoir, quien sostiene que el cuerpo de las mujeres es la clave de su sujeción. Por eso los cuerpos femeninos deben edificar su libertad, haciendo de su sujeción un asunto político libre de la mirada masculina (Graciela, 2012). Finalmente, el concepto de” male gaze[1]” de Mulvey es tan convincente que ha sido utilizado a lo largo del desarrollo de la teoría feminista, así como la reivindicación política en otras artes cómo la literatura, la pintura y la escultura (ibid). De esta forma, Mulvey de manera convincente aboga por una nueva cinematografía con un enfoque más femenino que rompa ‘el placer narrativo’ del cine convencional de Hollywood.
En segundo lugar, el apoyo crítico de Mulvey en el psicoanálisis para cuestionar la mirada masculina en el montaje cinematográfico encaja idealmente con las representaciones que tienden a la edipización. Incluso, los valores propuestos por Freud para explicar cómo funciona la psique humana confirman una fuerte tendencia machista y excluyente de la feminidad, haciéndola dependiente al cuadrado del tan común síndrome edípico de la castración. Adicionalmente, el síndrome de Electra sugerido por Carl Jung afirma que existe un “Edipo femenino” en donde el afecto por el padre surgía de la propia envidia del pene. Por lo tanto, nos enfrentamos a una teoría psicológica arcaica, que, en espejo de la tradición sustractiva cristiana de Adán y Eva, la mujer es un ser vil y secundario, al cual se le sustrae desde la génesis del mito la voluntad de la primicia de la acción. Haciendo del hombre el
proveedor de la acción y por tanto poseedor del objeto de la acción, o más bien de todos los objetos, entre ellos las mujeres. Ahora bien, como podemos observar, la teoría psicoanalítica
de la mirada masculina sirve para brindarnos una respuesta a las representaciones que rinden culto a Edipo, ya que encajan a la perfección con la teoría propuesta por Mulvey. Sin embargo, ¿qué pasa con las representaciones que se salen de las miradas edipizadas? ¿Aún sirve el culto a la castración como objeto de estudio?
Por otro lado, las nociones y teorías de Mulvey sobre la mirada masculina resultan atractivas y bastante adecuadas para pensar ciertos cines y algunas maneras que comprenden la producción cinematográfica. Ahora bien, ella no solo reflexiona en términos temáticos dentro del cine, sino que así mismo redirige su mirada hacia las formalidades y las maneras en las cuales se construye este arte visual. Mulvey (1975) señala que “Estaba interesada en la relación entre la imagen de la mujer en la pantalla y la “masculinización” de la posición del espectador, independientemente del verdadero sexo (o desviación posible) de cualquier asistente real en la sala.” En otras palabras, sea cual sea tu género u orientación sexual, en el momento en que ves una película convencional inherentemente ocupas como espectador una mirada masculina que ve a las mujeres como objeto de placer sexual y visual. Por ejemplo, esta mirada masculina se evidencia en el montaje plano contra plano de la película “Rear Window” (1954) del cineasta Alfred Hitchcock, que muestra la mirada del protagonista masculino seguido del cuerpo erótico y sexualizado del personaje femenino, lo que retrata a la perfección la forma en que usan este recurso de montaje para resaltar la sexualidad de la mujer que a su vez muchas veces es incongruente e irrumpe con el hilo narrativo de la historia sin aportar nada al progreso del largometraje. [pic 1][pic 2]
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