Familias homoparentales

La evolución humana ha llegado a un punto de desarrollo exponencial en el que muy probablemente se verá orquestada por los mismos humanos. La conciencia nos ha vuelto la única especie del reino animal y del planeta en general que es capaz de mirar hacia adentro y construir una serie de conductas y actividades que tienen base en nuestra experiencia entre nosotros y nuestro entorno. Recordamos, nos preocupamos por nosotros mismos, improvisamos y creamos. En esto se basa nuestra existencia como seres pensantes.

Con estas cualidades, además de hacer ciencia y arte, hemos construido los humanismos y las relaciones sociales que rigen nuestras comunidades. Algunos declaran que la familia es el núcleo de estas últimas, y sin duda es ahí donde aprendemos las nociones más básicas de lo que significa ser un humano.

Pero los tiempos cambian con una rapidez que se dobla con cada paso que da, y en este progreso infrenable, grupos sociales que en el pasado eran amordazados comienzan a adquirir visibilidad y representación, y se niegan a volver a ser escondidos y a ser tratados como ciudadanos de segunda clase.

El colectivo LGBTQ es uno de ellos y se hermana con el género femenino y todos los grupos marginados por las figuras patriarcales para reclamar que sean tratados como lo que son: humanos.

Al nacer humanos, adquirimos el puñado de derechos que están escritos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ratificada por la recién creada Organización de las Naciones Unidas en 1948. Estos derechos, cuando son hechos válidos para todos los humanos que habitan una nación, son garantía de que se vive en un Estado libre, igualitario y en estado de derecho.

En su artículo 16, se establece que:

1. Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción alguna por motivos de raza, nacionalidad o religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio.
2. Sólo mediante libre y pleno consentimiento de los futuros esposos podrá contraerse el matrimonio.
3. La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado.

Es por esto que surge la lucha para que las personas del colectivo LGBTQ sean capaces de fundar una familia: porque es un derecho universal de los seres humanos. Negar estos derechos a estas personas podría significar una degradación de su cualidad de humanos, y hace que la confiabilidad del Estado en el que viven se reduzca y cuestione.

La lucha por el derecho a formar una familia homoparental siempre ha levantado polémica social y política, y esta siempre tiene fuente en los grupos conservadores alimentados por las distintas religiones del mundo occidental. Estos grupos defienden fervientemente su concepción de familia y son rápidos para hacer convenciones sobre lo que es natural y lo que no, y han buscado desde siempre hacerse del liderazgo sociopolítico para influenciar en todas las sociedades y construirlas a su manera.

La homosexualidad está condenada o desaprobada por las religiones más poderosas del mundo occidental, así que la idea de que estos puedan formar una familia resulta atroz para una mayoría en América, África y el Oriente Medio. Es innegable la influencia de la religión en la opinión pública, así que no sorprende que la mayoría de los argumentos en contra de la legalización de las familias homoparentales estén fundados en argumentos fuera de contexto y de razón actual.

En América, sin embargo, el panorama está cambiando. Desde 2011 es legal el matrimonio y adopción gay en Canadá, y desde 2015 en los Estados Unidos. Aunque una mayoría de la población latinoamericana es católica, en Colombia, Argentina, Brasil y Uruguay es reconocida y legislada la familia homoparental. A pesar de ser sólo cuatro países, comprenden el 72.1 % de toda la población del subcontinente sudamericano. En México, es legal en doce de los treinta y dos estados de la unión.

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