Fenomeno Politico
Enviado por jaricoar • 1 de Abril de 2014 • 4.678 Palabras (19 Páginas) • 455 Visitas
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EL FENÓMENO POLÍTICO
Walter Montenegro
EN LÍNEAS generales, la identificación o definición ideológica de un esquema político depende de las
características que asume la interdependencia de tres factores: el individuo, la colectividad y el Estado.
El remoto origen de esa interdependencia reside en el hecho de que, al despuntar la aurora de su
existencia sobre el planeta, el hombre, el "animal político" de que hablara Aristóteles, encontró
indispensable y provechoso asociarse con sus semejantes para hacer frente a la lucha por la vida.
En un constante y dinámico proceso de adaptación a sus necesidades y aspiraciones crecientes, desde lo
simple y rudimentario de la prehistoria hasta lo complejo del mundo contemporáneo, el hombre fue
diseñando y organizando diferentes normas de convivencia dentro de las cuales surgió ineludiblemente
el concepto de autoridad. Lo que da su identidad propia a un esquema político es el carácter de esas
normas: su inspiración, sus fines, el radio de acción que tienen y el papel más o menos preponderante
que en cada acontecimiento desempeñan el individuo, el Estado o la colectividad.
El presente análisis está enfocado sobre el mundo moderno que empieza a tomar forma a medida que
desaparecen en Europa los últimos vestigios del sistema feudal y se sientan las bases de los Estados
nacionales.
El individualismo (preponderancia del individuo en el esquema político), cuya expresión
contemporánea es la democracia liberal, tiene como finalidad, en lo filosófico, salvaguardar los
llamados "derechos inherentes" a la condición humana encarnados en cada individuo: derecho a la vida,
la libertad, la felicidad. En lo material, garantizar la propiedad privada, con sus complementos
inseparables: la iniciativa y la empresa privadas.
Dentro de este esquema, la colectividad debe estar organizada y regida de modo que permita y asegure
el respeto y el ejercicio de aquellos "derechos inalienables". Sólo hay un límite para el desarrollo de la
actividad individual y es aquel que demarca y protege los derechos de los demás. Los órdenes ético y
jurídico y aun religioso se encargarán de asegurar la coexistencia pacífica y armónica de las
prerrogativas individuales.
El Estado no hará otra cosa que supervigilar y garantizar el desenvolvimiento de la convivencia social.
Tanto mejor desempeñará su papel el Estado —dice el individualismo liberal— cuanto menor sea su
intromisión en el libre juego de las llamadas "leyes naturales" en la filosofía, o "leyes del mercado" en
la economía. El Estado es una especie de "gendarme" necesario, pero incómodo cuya presencia debe
reducirse al mínimo estrictamente indispensable.
El individuo es, pues, el protagonista y objetivo final de este orden político-económico. La colectividad
lo sirve; el Estado lo protege. (Ver Liberalismo.)
Una forma extrema de individualismo es el anarquismo individualista que propugna la prescindencia, la
desaparición total del Estado y apenas admite la "necesidad limitada" de la actividad colectiva para
fines de carácter material tales como la producción cooperativa, en pequeña escala, de los artículos de
subsistencia. (Ver Anarquismo.)
Dentro de la concepción colectivista (con preponderancia de la colectividad), que engloba a las
diversas formas del socialismo, el individuo deja de ser un fin en sí mismo; lo es, solamente, en la
medida en que forma parte de la colectividad. La meta de la felicidad individual queda sustituida por la
de la felicidad colectiva. Al hacerse evidente que, en la práctica, las prerrogativas individuales no se
desenvuelven y desarrollan solamente dentro de sus límites sino que tienden a invadir las prerrogativas
ajenas y a servirse de ellas para beneficio propio, surge el nuevo concepto: quien debe servir no es la
colectividad al individuo sino éste a aquélla. Y, al contribuir a la felicidad colectiva, el individuo se
hace acreedor a la justa parte de felicidad que, como miembro integrante de la colectividad, le
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corresponde. A eso y nada más; queda entendido, por supuesto, que la distribución de los beneficios
colectivos, tanto morales y jurídicos como materiales debe ser igualitaria sin que quepa ninguna forma
de privilegio.
La propiedad privada pierde —en este esquema— la aureola casi sagrada que le asignan las teorías
individualistas. Y, del plano de preeminencia al que había sido elevada, desciende bruscamente al
banquillo del acusado. No solamente los socialistas marxistas sino hasta los utopistas, los más
benignos, le atribuyen la mayor parte de los males que engendra la sociedad individualista.
La única propiedad respetable, por consiguiente, es la que "cumple una función social". La propiedad
de las fuentes de riqueza (o instrumentos de producción) debe ser transferida a la colectividad, de
manera que la riqueza producida pase a ser colectiva en vez de individual. Es natural que en el nuevo
sistema, en el que se reparan las injusticias del anterior, se acentúe el sentido de protección a los grupos
económico-sociales que habían sido menos favorecidos.
Las diferentes teorías socialistas asignan papeles también diferentes al Estado. De acuerdo con unas (el
Marxismo y sus derivados), el Estado fue un simple cómplice (gendarme corrupto, sobornado) de la
acumulación de privilegios en un sector minoritario de la sociedad. Puede redimirse, empero, si pasa a
servir temporalmente los intereses de la colectividad, instrumento de la dictadura del proletariado, para
morir después, cuando su presencia sea innecesaria. Otras (Socialismo de Estado), propugnan la
existencia permanente del Estado, a condición de que cumpla funciones activas y directamente
reguladoras del orden, no sólo jurídico y político de la colectividad, sino también —y principalmente—
del económico. Si es necesario, debe competir con el individuo e inclusive sustituirlo totalmente, para
crear y mantener el equilibrio social.
Ha desaparecido el individuo como héroe del drama social, y también desaparecen los grupos o
conjuntos de individuos que, por razón de su desigual participación en los fenómenos de la producción
y la distribución de la riqueza, acabaron por dividir a la sociedad en "clases"; clase de poseedores
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