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El Fenómeno Político Y Los Diferentes Esquemas Políticos


Enviado por   •  15 de Octubre de 2013  •  1.676 Palabras (7 Páginas)  •  602 Visitas

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EL FENÓMENO POLÍTICO.

La identificación o definición ideológica de un esquema político depende de las características que asume la interdependencia de tres factores: el individuo, la colectividad y el Estado.

En un constante y dinámico proceso de adaptación a sus necesidades y aspiraciones crecientes, desde lo simple y rudimentario de la prehistoria hasta lo complejo del mundo contemporáneo, el hombre fue diseñando y organizando diferentes normas de convivencia dentro de las cuales surgió ineludiblemente el concepto de autoridad.

El individualismo (preponderancia del individuo en el esquema político), cuya expresión contemporánea es la democracia liberal, tiene como finalidad, en lo filosófico, salvaguardar los llamados "derechos inherentes" a la condición humana encarnados en cada individuo: derecho a la vida, la libertad, la felicidad. En lo material, garantizar la propiedad privada, con sus complementos inseparables: la iniciativa y la empresa privadas.

El Estado es una especie de "gendarme" necesario, pero incómodo cuya presencia debe reducirse al mínimo estrictamente indispensable.

El individuo es, pues, el protagonista y objetivo final de este orden político-económico. La colectividad lo sirve; el Estado lo protege.

Una forma extrema de individualismo es el anarquismo individualista que propugna la prescindencia, la desaparición total del Estado y apenas admite la "necesidad limitada" de la actividad colectiva para fines de carácter material tales como la producción cooperativa.

La propiedad privada pierde la aureola casi sagrada que le asignan las teorías individualistas. Y, del plano de preeminencia al que había sido elevada, desciende bruscamente al banquillo del acusado. No solamente los socialistas marxistas sino hasta los utopistas, los más benignos, le atribuyen la mayor parte de los males que engendra la sociedad individualista.

Las diferentes teorías socialistas asignan papeles también diferentes al Estado. De acuerdo con unas (el Marxismo y sus derivados), el Estado fue un simple cómplice (gendarme corrupto, sobornado) de la acumulación de privilegios en un sector minoritario de la sociedad. Puede redimirse, empero, si pasa a servir temporalmente los intereses de la colectividad, instrumento de la dictadura del proletariado, para morir después, cuando su presencia sea innecesaria.

La colectividad entera ocupa el primer plano. El planteamiento ideológico y la lucha política que se desarrollan desde este punto de vista, tienden, especialmente, a igualar la condición de los desposeídos con la de los poseedores, elevando a la primera y despojando a la segunda de los privilegios injustos que le permitieron convertirse en explotadora. El individuo y el Estado sirven a la colectividad sin reservas, desempeñando funciones coadyuvantes.

Pero no sólo el individuo o la colectividad protagonizan en un momento determinado la escena del ideario político moderno. El Estado tiene también su turno.

Poco a poco y a medida que el individualismo liberal sin freno demuestra su incapacidad para encarar los problemas que plantea el complejo desarrollo de la sociedad moderna, el intervencionismo estatal gana terreno. No se lo desea, pero tampoco se lo puede evitar.

Aun superadas las situaciones de emergencia, el Estado ya no puede excluirse de las relaciones normales del capital con el trabajo y entra a regular el mercado laboral forzando la ley de la oferta y la demanda o dirigiendo con su autoridad los conflictos creados por las exigencias de los obreros en busca de mejores salarios y beneficios marginales.

Por supuesto, la guerra moderna, que se libra tanto en los campos de producción como en los de batalla, impone la categórica intervención del Estado tanto en éstos como en aquéllos.

Se estatizan los instrumentos de producción. Dependiendo esto del grado de avance del socialismo en nombre del cual actúe el Estado; la estatización abarca solamente a las grandes fuentes de producción o se aplica con carácter más o menos general.

Suecia constituye uno de los ejemplos típicos del socialismo de Estado, con la circunstancia curiosa y digna de anotarse, de que ese hecho económico no afecta al sistema político, que se mantiene dentro del marco de la democracia representativa y la monarquía constitucional.

Queda más allá, otro tipo de Estado: el que con vigencia temporal propugna el comunismo, para ponerlo en manos de la "dictadura del proletariado", como instrumento de poder político destinado a realizar la transición de la sociedad burguesa a la sociedad comunista, sin clases, del futuro. Lo que, en concepto de los comunistas, justifica a este Estado absorbente y dictatorial es su necesidad "transitoria", ya que, en la otra sociedad hipotética, del futuro, el Estado habrá desaparecido también, junto con las clases, total y definitivamente.

Ya no es el Estado que sirve al individuo dentro de las teorías demoliberales, ni el que sirve a la colectividad en el socialismo; tampoco se hace perdonar su presencia en función de los altos intereses individuales o colectivos a los que consagra su existencia, ni ofrece humildemente, como en el comunismo, desaparecer cuando no se lo necesite.

La parte de la colectividad que se consagra absolutamente al Estado (el Partido) se hace, por ello, acreedora a todos los privilegios y se considera a sí misma una minoría selecta: la élite. El resto no tiene derechos propios sino los que el Estado por autodeterminación, le "concede".

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