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Fisiocracia Y La Revolución Francesa

anamariacarrilli11 de Septiembre de 2013

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LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y LA FISIOCRACIA: CAMBIO EN LA ESTRUCTURA Y PROPIEDAD AGRARIA. ANOTACIONES SOBRE LAS RELACIONES IDEOLÓGICAS Y EL CAMBIO ECONÓMICO EN LA REVOLUCIÓN FRANCESA.

Ana María Carrillo. 08407016.

Leonardo Rojas.

Andrés Guillermo Prieto Martínez. 460863

Introducción

Tal y como lo señalaría Hobsbawm, lo que sucedería a la tierra tras la era de las revoluciones determinaría la vida y la muerte de la mayoría de los seres humanos entre los años 1789 y 1848. Como consecuencia, el impacto de la doble revolución sobre la propiedad, la posesión, y el cultivo de la tierra, fue el fenómeno más catastrófico de todo este período. Ni la revolución política, ni la económica pudieron menospreciar la tierra, a la que la primera escuela de economistas –la de los fisiócratas- consideraba como la única fuente de riqueza, y cuya transformación revolucionaria estuvo estrechamente ligada con el ascenso de la sociedad burguesa, y de todo el rápido desarrollo económico. En efecto, la fuerza y constancia de los tradicionales sistemas agrarios del mundo y las relaciones sociales rurales cubrían el fértil suelo del futuro progreso económico. A toda costa, y como consecuencia de los nuevos planteamientos políticos burgueses, tenía que ser destruida para que aquel suelo pudiera ser arado por las fuerzas de la iniciativa privada buscadoras de mejor provecho. (Hobsbawm, págs. 266-280)

Esto implicaba tres géneros de cambios. En primer lugar, la tierra tenía que convertirse en objeto de comercio, ser poseída por propietarios privados con plena libertad para comprarla y venderla. En segundo lugar, tenía que pasar de a ser propiedad de una clase de hombres dispuestos a desarrollar los productivos recursos de la tierra para el mercado guiados por la razón, es decir, conocedores de sus intereses y de su provecho. En tercer lugar, la gran masa de la población rural tenía que transformarse, al menos en parte, en jornaleros libres y móviles que sirvieran al creciente sector no agrícola de la economía. Todos estos eran en esencia problemas de una sociedad burguesa, por lo tanto, la tarea inmediata era instalar esa sociedad burguesa, frente a los obstáculos que representaba la acción combinada política y económica de los terratenientes precapitalistas y el campesinado tradicional.

Como también lo señala Hobsbawm, la principal intención del nuevo orden Burgués era hacer de la tierra una mercancía: abolir los mayorazgos y demás prohibiciones de venta o dispersión, acción que afectaría a las grandes propiedades de la nobleza y de los terratenientes. Además, había que arrancar la gran extensión de tierras eclesiásticas y abrirlas al mercado y a la explotación racional, mediante un proceso doble de secularización y venta. A las propiedades comunitarias les esperaría también la división en lotes y “cercados”, como reproducción directa de la liberalización del campesino de los lazos y deberes no económicos (villanaje, servidumbre, pagos a señores, trabajo forzado, esclavitud). (Hobsbawm, pág. 277)

En Francia, la revolución trajo consigo la abolición del feudalismo. Como consecuencia, la presión de los campesinos y el jacobinismo impulsaron la reforma agraria hasta más allá del punto en el que los paladines del desarrollo capitalista hubieran deseado que se detuviera. Por eso Francia, en conjunto, no llegó a ser ni un país de terratenientes y cultivadores ni de granjeros comerciales, sino sobre todo de varios tipos de propietarios, que serían el principal sostén de todos los subsiguientes regímenes políticos que no les amenazaban con quitarles las tierras.

En línea directa con el esquema de eventos mostrado anteriormente, este trabajo pretende dar cuenta de la estrecha relación que se produjo en la esfera de los cambios ideológico-políticos y los cambios económicos durante la Revolución Francesa. Partimos de la hipótesis según la cual la consolidación de los nuevos modelos de propiedad y explotación de la tierra encontraron su base política e ideológica en los planteamientos teóricos de la escuela Fisiocracia. Por lo tanto, nuestro objetivo principal es el de establecer las equivalencias y desigualdades entre la realidad y el plano teórico que cobijo los acontecimiento de la revolución Francesa. En un primer momento se dilucidaran los principales cambios en los sistemas de propiedad de la tierra, para luego pasar al análisis de los cambios políticos que sustentaron dichas transformaciones, en relación directa con los planteamientos de la Fisiocracia.

En síntesis, nuestro trabajo pretende dar una breve mirada sobre las consecuencias sociales, económicas y políticas que trajo consigo la Revolución Francesa en el marco de las reformas agrarias. Nuestra exposición sobre el tema, pretender dar algunas luces sobre la relación del proceso revolucionario con el orden jurídico- ideológico planteado por las ideas de la fisiocracia.

Elementos y características de la Reforma Agraria después de 1789.

El 14 de julio de 1789 “El pueblo se levantó contra los asentistas generales, contra los mayordomos, contra los señores feudales. Los campesinos armados se arrojaron sobre los castillos y destruyeron los títulos de propiedad que contenían los derechos feudales, desvaneciéndolos en la llama purificadora del fuego” (Thorez Duclos, pág. 16). De igual forma, la burguesía se vio apoyada por un gran sector explotado por la nobleza, los campesinos, que en medio de una agitada multitud revolucionaria formada por hombres y mujeres saturados de injusticias y de hambre se dirigieron violentamente a la Bastilla, símbolo del régimen absolutista, la cual fue atacada y destruida. Paralelamente se desarrollaron en las zonas rurales levantamientos de los campesinos contra los señores feudales, los cuales fueron asesinados, y sus castillos saqueados , también incendiaron los edificios de recaudación de impuestos que tan considerablemente los atormentaba , a este movimiento social por la justicia y fraternidad de los hombres en 1789, se lo conoce como el Gran Miedo.

Así, las características generales que definieron la reforma agraria en Francia tras los logros de la Revolución estuvieron claramente enmarcadas en un proceso doble. Por un lado, fue necesaria la expropiación de vastos territorios de propiedad de la Iglesia y la nobleza, la eliminación de los antiguos beneficios señoriales (rentas, impuestos talla, capitación, vigésimos, diezmo eclesiástico), y la disolución de los derechos de propiedad ostentados por el poder de la nobleza y la monarquía durante el Antiguo Régimen. Este proceso, llevado a cabo por la consolidación del gobierno Revolucionario Jacobino (1792-1793) y las nuevas fuerzas constitucionales, permitió la consolidación de un esquema de distribución y adjudicación de tierras a nuevos propietarios libres. El proyecto democrático de la República Francesa, planteó desde su inicio la necesidad de liberalizar las posesiones en manos del poder señorial, repartirlas y consolidar un nuevo modelo de explotación y mercantilización de la propiedad agraria, mucho más acorde con los intereses de la burguesía en ascenso (Jones, págs. 96-110)

El hecho de que Francia evidentemente se encontrara viviendo en un sistema feudal generador de resultados pésimos, mientras que en Inglaterra brotaban las primeras señales de una revolución industrial, impulsó la necesidad de la burguesía por tener acceso al poder y manejar un Estado centralizado que obedeciera e impulsara sus actividades económicas. En este sentido, la disolución del sistema feudal, y el establecimiento de una república direccionada bajo los cimientos de Libertad, Igualdad y Fraternidad, propiciaron los elementos necesarios para la consolidación de un nuevo sistema de distribución y propiedad de la tierra.

Los logros generados por la lucha popular-burguesa contra el poder monárquico, el quebrantamiento de los antiguos modelos de organización feudal, y las consecuencias generales en el campo político, social y económico producidas por los turbulentos acontecimientos de 1789, se vieron claramente reflejadas en los cambios de los modelos de propiedad y explotación de la tierra que ostentaba la sociedad Francesa de Antiguo Régimen. Aunque las reformas francesas otorgaron a los campesinos la posesión de sus tierras, estos no se convirtieron automáticamente, como lo esperaba la ideología liberal-fisiócrata, en una clase emprendedora de pequeños granjeros. Esto por la sencilla razón de que, si los campesinos deseaban tierras, rara vez deseaban una economía agraria burguesa. En este sentido, la mirada que se debe poner sobre el cambio merece una perspectiva doble: las pretensiones populares frente a sus posesiones agrarias, y las reformas generadas en el plano político por el poder burgués en ascenso (Kaiser, pág. 210)

La acción revolucionaria popular debe en este sentido comprenderse bajo el poder y la decisión aún mayor de la clase media burguesa, que supo plantear y llevar a cabo desde un inicio sus pretensiones e intereses. El aparente fin del feudalismo constituyó el componente discursivo más poderoso utilizado por la burguesía para definir las bases de un nuevo sistema de propiedad agraria. Bajo los visos de una distribución equitativa y justa de la tierra, el interes político y económico de la burguesía tenía un objetivo más claro: hacer más productivo y beneficioso el trabajo agrícola, y con ello, integrar con mayor fuerza al sector productivo con el mercado en expansión. La gran fortaleza de la nueva repartición de tierras, que dio como resultado la consolidación de un sistema de pequeños campesinos libres y de grandes

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