Fortalezas y Debilidades de la Cuarentena Social en la Naturaleza
Enviado por ivanad10 • 25 de Enero de 2021 • Ensayo • 1.845 Palabras (8 Páginas) • 167 Visitas
La Grita, 05 de Junio del 2020
Ministerio del Poder Popular para la Educación
U. E. ‘Colegio Santa Rosa de Lima’
Estudiante: Ivana Dianela Zambrano Cárdenas
Número de Lista: 11
Área: Educación Física, Deporte y Recreación
Docente: Jefferson Rodríguez
4to Año Sección ‘B’
Referente: Fortalezas y Debilidades de la Cuarentena Social en la Naturaleza (Flora y Fauna)
La flora al igual que la fauna son vitales para la subsistencia del ser humano, imagina un ecosistema sin la presencia de árboles, sería muy poca la posibilidad de tener una buena concentración de oxígeno, que es el elemento principal para que todo ser vivo se desarrolle, o de igual manera la falta de animales que den seguimiento a la cadena alimenticia. La flora y la fauna representan recursos naturales renovables, de gran importancia para el hombre. En la actualidad, el mundo esta atravesando una pandemia de COVID-19, y con el objetivo de mitigar la propagación de este virus, millones de personas deben permanecer en sus hogares, en un confinamiento social, saliendo solo para lo estrictamente necesario. En medio del pánico, el terror y los fallecimientos que ha dejado este contagioso virus, imágenes alentadoras de la naturaleza resurgiendo en distintas partes del mundo, evidencian que hay mucho más que caos y desolación. Es importante conocer las fortalezas y debilidades de la cuarenta social en la naturaleza, específicamente en la fauna y flora, el impacto de la humanidad en el ecosistema y los efectos de la violenta pausa de la vida de los seres humanos en la naturaleza
Gracias al confinamiento se han visto efectos positivos casi inmediato sobre el medio ambiente y los ciudadanos han podido respirar aire más limpio y fresco y ver cielos azules y sin contaminación. Porque, al igual que nosotros, la biodiversidad está aprovechando para cuidarse, recuperarse o incluso, sentirse un poco más libre. Una realidad que se puede contemplar desde las ventanas, así como también desde la pantalla del televisor o teléfono móvil. Con la pausa de la actividad humana, se han podido registrar avistamientos de animales que antes no eran muy comunes, las personas se han vuelto más observadoras, sobretodo de la naturaleza, de su fauna y de su flora; el silencio y la ausencia de seres humanos está atrayendo a los animales durante la cuarentena, permitiendo contemplarlos más de cerca. Muchas personas han podido observar desde sus hogares, en sus ventanas o balcones animales como gorriones, mirlos, golondrinas, que antes no se escuchaban ni tampoco se dejaban ver. Su canto es diferente, porque con el ruido urbano tienen que cantar más agudo y más fuerte, y viven con menos interrupciones. También, animales silvestres como zorros, zarigüeyas, tamandúas, pavos reales, ciervos, entre otros, están paseando por las calles de los pueblos y ciudades en distintos países.
Así mismo, la prohibición temporal del comercio de fauna silvestre impuesta por China para combatir el Coronavirus también les ha dado un respiro a algunas especies de animales amenazados, ya que este país, por tradición, utiliza especies consideradas exóticas, tanto para su cocina como para su uso en la medicina tradicional, muchas de ellas catalogadas con un grado de especial vulnerabilidad o en la ‘lista roja’ de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En Venecia, los canales de aguas se han tornado cristalinos, como no se habían visto en 60 años, debido a la nula presencia de turistas y de tráfico de góndolas ni contaminación de basuras en las fuentes fluviales. Su calma ha permitido que cardúmenes de peces de varias especies salgan de sus escondites y que se incremente el número de cisnes. En Colombia ha ocurrido el retorno de delfines a la bahía de Cartagena, zona en donde antes del aislamiento social predominaba la presencia de diferentes embarcaciones. Cabe destacar que el avistamiento de delfines en esta área es un fenómeno que se había hecho poco común.
En las cataratas de Iguazú situadas en la frontera entre Argentina y Brasil, una selva profunda que cuenta con 67.620 hectáreas, descubre 275 saltos de agua magníficamente ruidosos, donde acuden cada año millón y medio de visitantes, también se encuentra cerrado. En consecuencia los guardabosques aseguran que la vegetación empieza a ocupar las pasarelas, a cerrar senderos y espacios donde hasta hace poco circulaban turistas. Los coatíes (mapaches) y monos caí, acostumbrados a recibir alimentos por parte de los visitantes como galletas, bebidas gaseosas y hasta hamburguesas, los cuales les producen diabetes, muerte prematura y agresividad; han vuelto al bosque en busca de frutos, lombrices e insectos. Muchos expertos en conservación de la naturaleza invitan a las familias a aprovechar el tiempo para cuidar los espacios verdes, jardines, patios o balcones.
Aunque todo esto, sin duda, es muy positivo para el planeta, los temores de lo que puede suceder una vez la emergencia termine no son menores. La mayor preocupación a nivel mundial es vencer el virus de COVID-19, evitando más muertes y nuevos contagios. Una vez logrado este objetivo, la crisis económica producida por esta pandemia será el asunto más acuciante, la situación actual deja la problemática del medio ambiente en un plano muy secundario. Cuando la amenaza del coronavirus haya pasado, las naciones se centrarán en reiniciar su economía, que ya venía afectada debido al confinamiento. Si la salida de la cuarentena no es paulatina y escalonada, se producirán picos en el consumo de bienes y servicios. Estos desencadenarán una emisión masiva de compuestos contaminantes, los cuales tendrán grandes consecuencias en la naturaleza, en los animales y en el medio ambiente. Las industrias más contaminantes, vinculadas a los combustibles fósiles, están presionando a los Gobiernos para que rebajen o, incluso, suspendan políticas climáticas y controles medioambientales. Esto resulta preocupante, la flexibilización en la regulación ambiental podría causar daños irreparables al ambiente, la salud de las personas y de todos los seres vivos. Si esto sucede traerá graves consecuencias en materia de contaminación para la flora y fauna, el efecto rebote, tan deseado desde el punto de vista económico, entraña un riesgo medioambiental serio.
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