Generación del 37
Enviado por Belén Manavella • 27 de Julio de 2022 • Examen • 2.634 Palabras (11 Páginas) • 78 Visitas
María Belén Manavella Literatura Argentina I
M-4980/8 26/07/2022
1- Los miembros de la generación del 37 fueron muy influidos por las condiciones imperantes en el Río de la Plata en los años posteriores a la Revolución de Mayo. Habían encontrado una dimensión cultural en gran medida “vacía”, que de alguna manera coincide con la imagen tan difundida entonces del territorio argentino como un “desierto”. La construcción de paisajes efectuada por los viajeros ingleses influyó de manera decisiva en la construcción de una naturaleza americana y en la caracterización de la dimensión romántica de esa naturaleza. Esta noción de paisaje entendida como artificio se trasladó a los escritores argentinos que la emplearon de diversos modos, principalmente como antecedente.
Esta noción de desierto debe entenderse como una construcción contextual. No como un territorio estéril o deshabitado, sino como una construcción conceptual que niega la existencia de sus habitantes, tal como menciona Fermín Rodríguez en Un desierto de ideas, es la ausencia de tradición, de rasgos geográficos, de herencia cultural, de riqueza, de poder, entre otras cosas. De esta manera, la imagen del desierto organiza el programa del 37 tanto estética como política y económicamente.
Para la generación del 37 este “vacío” representaba mucho más que un espacio geográfico, sino que era comprendido como un lugar exento de referencias culturales, de referencias textuales. El desierto aparece entonces como una hoja en blanco, como una “tabula rasa” que hay que llenar con nuevos sentidos, con palabras. Se convierte en algo consumible, como plantea Fermín Rodríguez en Un desierto para la nación:
“La literatura del desierto alimentó y fue alimentada por ese potencial soñado que ondulaba sobre el desierto. Más que describir o narrar, más que crónicas o descripciones, los libros del desierto formaron parte del paisaje y de su historia.” (Rodríguez, 2010, p.16)
Esteban Echeverria en La cautiva plasma una problemática muy importante para la época, mostró la realidad imperante en ese momento y la lucha con los indígenas. Es justamente el desierto “la extensión, el horizonte ilimitado, la infinitud oceánica, en síntesis, un paisaje perfecto para el caballo, o la correría del malón indio.” (Sarlo, Altamirano, 1997, p.38). En línea con lo expuesto por Altamirano y Sarlo, esta configuración del desierto se encuentra en contraposición con la imagen de María que reafirma los valores de la “civilización”. El desierto es la manifestación de la naturaleza que resulta hostil a los personajes pues su inmensidad es amenazante y bárbara tiene por reverso desolados sentimientos de temor y angustia.
La primera parte de La Cautiva presenta y caracteriza a ese desierto como algo “Inconmensurable, abierto y misterioso”; “triste, solitario y taciturno”. La llanura es grandiosa y en ella se hacen presentes diversas maravillas, como los animales, el silencio, el viento y la humilde yerba. Este espacio “vasto, profundo como el páramo del mundo misterioso” esta “grandiosa llanura” es según Fermín Rodríguez dominado por una mirada estética ubicada fuera de la escena que enmarca este paisaje no intervenido por el hombre como algo sublime, sin testigo, donde se borra todo rastro de realidad humana. El equilibrio estético que representa el paisaje de la patria queda irrumpido por el malón.
Es en El Pajonal donde Echeverría plasma un relieve, los protagonistas no tenían a donde ir, por donde escapar de esta fuerza salvaje y sanguinaria. El pajonal representa ese lugar donde ellos se pueden refugiar, sin embargo, es “un abismo del espanto”, una “lóbrega llanura” e “inmenso pajonal” donde los animales son inmundos, los peces se encuentran en un pantano de agua podrida comiendo los animales muertos. La angustia, el desaliento, el miedo y la muerte colman el espacio y se hacen presentes. Pero en medio de un escenario tan oscuro y repulsivo María encuentra un atisbo de esperanza al escuchar el sonido de un arroyo cuya agua era clara y fresca. Fermín Rodríguez en Un desierto de ideas plantea que “Intervenidos estéticamente, los cuerpos de Brian y María se vuelven cuerpos patrióticos, campo de una inscripción cultural que al abstraerlos de la naturaleza, los libera.”
2- En el siglo XIX, principalmente en las primeras décadas posteriores a las guerras independistas hubo una ola de viajeros escritores que llegó a la región. Esta masividad se debía entre otros motivos a cuestiones económicas, Fermín Rodríguez en Un desierto para la nación plantea que los ingleses se consideraban los misioneros de la civilización cuya responsabilidad consistía en estimular la industria y establecer las condiciones necesarias para el comercio. Los viajeros que llegaron a la Argentina entre 1820 y 1835 redactaron sus observaciones y vivencias en informes estudiados posteriormente por exploradores, científicos y escritores. Muchos de estos relatos fueron presentando diversas zonas geográficas bajo la noción de desierto como un espacio vacío que, al ser ocupado y poblado, hizo posible el nacimiento de la nación. En la primera mitad del siglo XIX, cuando el Estado-nación aún era un proyecto muy incipiente, las regiones parcial o totalmente desconocidas, es decir estas zonas geográficas que escapaban a la lógica de producción capitalista que estaban habitadas por pueblos indígenas, eran concebidas como un desierto. En función de la modernización capitalista este desierto se convirtió en algo consumible a partir de la literatura. Ese espacio vacío que representaba un territorio estéril y deshabitado se llenaba de fantasías y se transformaba en algo deseable y novedoso.
Si bien tal como plantea Fontana “La idea de plasmar un proyecto que recogiera las vivencias y experiencias, los escritos y la documentación legada por quienes tomaron la determinación de cruzar océanos, remontar ríos o transitar llanos se hallaba hace tiempo en gestación, y contaba con antecedentes de recopilaciones bibliográficas y ensayo”, Alexander Von Humboldt construyó un imaginario sobre el territorio nacional cuya influencia llegó hasta los propios románticos nacionales. Con él se inicia una exploración a América que permitió a otros viajeros tomarlo como modelo de viaje y modelo de viajero escritor, tal como lo hizo Head (1826) o Darwin (1839).
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