HISTORIA DEL DINERO
Enviado por Dareth Santacruz • 17 de Septiembre de 2021 • Documentos de Investigación • 5.387 Palabras (22 Páginas) • 121 Visitas
HISTORIA DEL DINERO
El dinero tal y como lo conocemos hoy en día, ha tenido que pasar todo un proceso para llegar a ser lo que hoy es. El concepto del dinero, realmente no existía al inicio de los tiempos; y no existía porque no era necesario.
Vamos a hacer un rápido pero sustancioso viaje a través de miles de años de historia, para entender como es que el dinero se crea.
Los primeros hombres no necesitaban dinero para poder funcionar socialmente. Para cubrir sus necesidades se dedicaban a cazar o simplemente tomar lo que la naturaleza les ofrecía. Después descubrió que intercambiar ”bienes” era una buena idea, ya que no tenía la capacidad de por sí solo, tenerlo todo; de esa manera aparece en la historia el más viejo modo de “comerciar”: el trueque. Por bastante tiempo el trueque funcionó para el hombre, era una buena manera de hacerse de cosas sin tanto esfuerzo; pero como siempre, por esa naturaleza del hombre de no estar quieto, de no conformarse, de buscar siempre lo más cómodo, hizo que las cosas cambiaran.
Un evento importante fue que el hombre se convirtió en sedentario; dejó de vivir aquí y allá, como nómadas, y prefirió establecerse en un solo lugar; ese hecho realmente cambio las formas de vida. Cada grupo humano se “especializó” por así decirlo, en alguna actividad de acuerdo al lugar donde decidieron establecerse: había grupos de agricultores, de pescadores, de cazadores, en fin. Pero en algún momento alguien debió hartarse de comer lo mismo, por ejemplo los que sembraban frutas, son deliciosas si, pero comer todo el tiempo frutas?, puede llegar a fastidiar no?, lo mismo les pasó a los que comían carne, pescados, cereales, etc. Obviamente, a alguien se le tuvo que ocurrir la magnífica idea de intercambiar lo que se tenía, con los otros grupos, y realmente si era una gran idea. De esa manera, el trueque se hizo más “especializado”; los días de trueque eran de gran movimiento, ya que toda la comunidad se dirigía a la otra aldea a intercambiar lo que se tenía. Realmente resultaba muy engorroso, ya que mover a toda la gente, niños, ancianos, pertenencias, en verdad era un gran esfuerzo. De nuevo ese espíritu comodino del hombre apareció, y a alguien se le ocurrió otra gran idea: porqué en lugar de ir toda la aldea a la otra para intercambiar, simplemente se mandaba a alguien en representación? Por supuesto que a todo mundo le pareció muy bien, solo que al que escogieron para que fuera, se hizo una pregunta que cambiaría la forma de hacer las cosas para la humanidad: -Me parece muy bien, claro que puedo ir a intercambiar sus cosas, pero…y yo que gano con eso? Qué recibo yo a cambio?- Esa idea de hacer algo a cambio de algo, es la base de cualquier operación comercial a la fecha. Toda la comunidad estuvo de acuerdo en “pagarle” al representante, con parte de lo que obtuviera en el intercambio; de esa manera aparece en la historia la figura de lo que hoy conocemos como un comerciante.
Por cuestiones de tiempo, brincaremos algunos siglos para ubicarnos en el medio oriente, donde la figura del comerciante realmente alcanzó proporciones de excelencia. El comerciante o mercader era alguien que todo mundo conocía, que se la llevaba errante por un determinado espacio intercambiando aquí y allá cualquier cantidad y diversidad de cosas, desde alimentos hasta joyas exquisitas. El volumen de intercambio llegó a ser tan grande, que los mercaderes viajaban en grandes caravanas, tal y como las vemos en TV, de caballos, camellos y a veces hasta elefantes. La familia entera del mercader viajaba con él, además de un buen número de asistentes; era un verdadero mercado rodante. Sólo que esta forma de comerciar resultaba bastante peligrosa: además de los peligros naturales que se podrían encontrar en el camino, como tormentas o animales peligrosos, estaban los asaltantes, que además de robar las mercancías, asesinaban a los que se opusieran a que las tomaran. Llegó un momento en que los mercaderes, hombres al fin y al cabo, sacaron también su espíritu comodino, y pensaron la manera de hacer las cosas más fáciles. Fue entonces cuando se les ocurrió, ¿porqué en lugar de llevar la mercancía a los clientes, los clientes no vienen a la mercancía? Y entonces idearon posicionarse en un lugar estratégico, que quedara cerca de varias ciudades importantes, donde los mercaderes con sus mercancías estarían en espera de los clientes; ese fue el primer mercado formal de la historia, la primera bolsa de valores, ya que se hacían intercambios de los más “diversos” valores.
Todo esto funcionó muy bien durante mucho tiempo; de hecho en muchas partes del mundo se hacía de manera similar. Aquí en América se usaba (y aún se usa), lo que conocemos como tiangüis, que no es otra cosa que un mercado. Todo funcionaba, siempre y cuando las mercancías se intercambiaran de forma justa. La sociedad, al menos en el medio oriente que es donde el comercio se desarrolló enormemente, vivía en grupos patriarcales, en algunas ocasiones denominados reinos, donde existía un patriarca que era la autoridad máxima, que era nombrado rajá o simplemente señor, y que se encargaba de mantener las cosas en orden. Los problemas que se presentaban con mucha frecuencia eran precisamente los del trueque justo. Y como no? si era una variedad enorme de productos los que se podían intercambiar, y como saber a ciencia cierta por ejemplo, cuantos litros de leche de cabra se debían entregar por un camello?, o cuántos sacos de trigo equivalían a dos cántaros de aceite?. De ese tipo de problemas el jefe patriarca tenía que resolver muchos cada día, tantos, que llegó el momento en que solo se dedicaba a eso, en lugar de trabajar en otras cosas importantes para el reino. Esta problemática tenía que resolverse, así es que pensando, este jefe, de una población perdida en la historia pese a su enorme aportación al mundo, se le ocurrió hacer una especie de lista de equivalencia de todos los productos, contra todos los productos, pero la verdad es que eso resultaba sumamente impráctico, dado que eran miles de productos combinados contra miles de productos, entonces hacer esa lista resultaba realmente complicado. Al buscar una solución que resultara mucho más operativa, se le ocurre hacer una lista de equivalencia, si, pero de todos los productos contra una sola cosa, una especie de unidad para todos ellos, y entonces se le ocurre poner de equivalencia a cada producto, de acuerdo a la necesidad y a la ley de la oferta y la demanda (que ya funcionaba en esta época, porque no era lo mismo el trigo en su época de cosecha, a el trigo en la época de escasez), una cantidad de “piedritas” por cada producto. Estas “piedritas” fueron el primer intento de poner en circulación al dinero, aunque todavía el concepto completo no se desarrollaba; estas “piedritas” eran de las canteras del lugar, y lo que las hacía tener valor, era que el señor había mandado tallar en ellas su sello personal.
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