Hambre cero

Hambre cero

Hoy en día, debido al rápido crecimiento de la población los países más pobres han tenido una larga lucha para combatir el hambre y la desnutrición que se vive día con día, ya que demasiada gente muere porque muchas veces no es posible conseguir elementos que ayuden a las personas a tener una buena alimentación debido a problemas económicos, y más con la llegada del coronavirus, ya que es difícil conseguir alimentos o hacer comidas sanas con el confinamiento y cierres de fronteras, pero gracias a que la OMS logro hacer un programa con 17 objetivos para combatir situaciones como el hambre  aunque cada vez les sea complicado ya que con la pandemia no es posible cumplir con los objetivos y acciones esperadas y se tendrán que atrasar más.

Poner fin al hambre, y lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible es el principal objetivo para mejorar a la población, ya que el hambre extrema y la malnutrición siguen siendo un obstáculo para el desarrollo sostenible y constituyen una trampa de la que no es fácil escapar, el hambre hace que la gente sea más propensa a sufrir enfermedades, por lo que no suelen ser capaces de aumentar sus ingresos y mejorar sus medios de vida. Hay casi 800 millones de personas que padecen de hambre en todo el mundo, la gran mayoría en los países en desarrollo y todos queremos que nuestras familias tengan suficientes alimentos para comer, un mundo con hambre cero puede influir positivamente en nuestra economía, el hambre cero es una pieza clave para tener un mejor futuro para todos y más para las próximas generaciones que vienen, además como el hambre frena el desarrollo humano, no podemos lograr los otros objetivos de desarrollo sostenible, miles de personas mueren de hambre, pero puede permitirse esto en el mundo en el que es posible alimentar a todas las personas, el desperdicio de alimentos, las malas prácticas agrarias, la degradación de los suelos, el agua, medio ambiente desastres naturales como las sequias o las inundaciones  son factores que afectan directamente a la producción cuales afectan directamente a la producción y a las comunidades, este tipo de factores obliga que muchas personas dejen las zonas rurales la agricultura  y emigran a las ciudades y esto generan hambre y pobreza  haciendo difícil que las personas que lo sufren acaben con esto, pero gracias a la agenda 2030 ponen su atención en los grupos vulnerables como niños y adultos mayores, el año pasado todo el mundo pudo presenciar la pandemia, La pandemia de COVID-19 ha intensificado la vulnerabilidad y las deficiencias de los sistemas alimentarios mundiales, el distribuir  y el consumo de alimentos también está impactando fuertemente en toda seguridad alimentaria. Se estima que, como mínimo 83 millones de personas y tal vez hasta 132 millones, pueden empezar a padecer hambre como resultado de la recesión económica desencadenada por Covid-19. Por un lado, las medidas que contienen el virus han afectado a la producción, distribución y disponibilidad alimentaria, pero también las familias que ya se encontraban en situación de vulnerabilidad, sin posibilidad de poder salir a trabajar un alto porcentaje de estos hogares se dedican a una economía informal que dejo de tener recursos y cuando hay una crisis, el hambre se dispara y esta será una de las peores consecuencias que tendremos que afrontar tras el paso del coronavirus, de acuerdo con datos de la organización mundial de la salud, una dieta saludable cuesta mucho más dólares por día que es la cantidad mínima de ingresos con la que vive una familia en situación de pobreza. Incluso el precio de la dieta saludable menos costosa es cinco veces mayor que el precio de llenar el estómago solo con almidón, los alimentos con alto contenido de nutrientes, como los productos lácteos, las frutas, las hortalizas, los alimentos de origen vegetal y animal, constituyen los grupos de alimentos más  caros, además el cierre de las fronteras, las restricciones al comercio y las medidas de confinamiento han impedido a los agricultores comprar insumos y vender sus productos, y a los trabajadores agrícolas cosechar los cultivos, lo que ha alterado las cadenas de suministro de alimentos y ha reducido el acceso a dietas saludables, inocuas y variadas.

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