Historia de la economía John k. Galbraith La gran tradición clásica

Con el avance de la revolución industrial y sus consecuencia se crearon los sindicatos como organizaciones que podrían equilibrar los salarios de un determinado sector, reclamando salarios superiores al valor del producto marginal, con una tendencia hacia el uso óptimo del trabajo y del capital, teniendo un beneficio al empresario como una recompensa apropiada. La diferencia de los salarios, como era evidente, era desigual entre el salario de un trabajador que el de un capitalista. Con los primeros años de la RI, se creía que habría una mejora en la vida de las personas pero esta supuesta mejoría, se fue atenuando conforme pasaba el tiempo, disminuyendo sus efectos y se tenía mayor importancia en la diferencia de bienestar entre el trabajador y el que suministraba el capital industrial. Teniendo una dependencia del trabajador hacia el trabajo, para así cubrir las necesidades básicas.

Smith, observaba que mientras no existiera contra las asociaciones de mercaderes no habría tolerancia a los trabajadores. En cambio, John Mill formuló una enérgica advertencia de la impotencia de los trabajadores, pero para la tradición clásica hace referencia principalmente al poder, tanto obtener la obediencia como el placer, prestigio y el lucro.

En la década de 1940, se acercó una crisis, provocando el desempleo, entrando en contra de la teoría de la determinación de los precios y salarios, la cual nos dice que los producto se venden y todos los trabajadores tienen un empleo, también como con la ley de Say, en donde se presentó una escasez de la demanda. La desigualdad de la distribución de la renta y distribución del poder serían problemas clave para la revolución marxista. Con la depresión se originó la revolución keynesiana. Como primer momento vemos la defensa por el bajo salario, la cual nos dice que es por culpa del exceso procreador con la reproducción por parte de los trabajadores hasta ponerse al margen de la subsistencia. Creando así, la ley de los rendimientos decrecientes contra la mano de obra, conforme se incorporaron más operarios al aparato productivo, y al desenfrenado impulso reproductivo de las masas.

En el siglo pasado se creía que la miseria resistía en su irresponsable comportamiento sexual denominando a sus países como tercermundistas, mientras que los países industriales no tenían ese problema de población en masa, teniendo una alza en los salarios, y una disminución en la tasa de natalidad. Y el problema actual, se refiere a cómo esto se fue profundizando a tal grado que una mujer acepta tener hijos sin tener un marido que la sostenga económicamente.

También una defensa del sistema clásico fue el utilitarismo, el cual deducía que con la maximización del placer se podía conseguir con la maximización de la producción de bienes que era la clave del nuevo industrialismo, aceptando también la infelicidad de las minorías. Apegados con el humanismo el cual menciona

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