IDENTIDAD REGIONAL

IDENTIDAD REGIONAL

El termino cultura regional debe entenderse en primera instancia como la alusión a un lugar donde le proceso cultural acontece, según las convenciones geográficas que se pretendan atribuirle al termino.

Si nos atuviéramos a la diversidad de seres, subjetividades, relaciones, practicas, etc., que existen en un lugar especifico que llamamos región, el discurso sobre el ser regional tendría que ser el discurso de la diversidad; no un discurso del “ser”, sino de los “seres” capaz de reconocer la diversidad de subjetividades, practicas, relaciones, deseos, viviendas y memorias. Un discurso así sería interminable, abierto, heterogéneo.

Lo que tenemos como “discurso sobre el ser regional”, más comúnmente conocido como discurso regionalista, no es un discurso sobre la diversidad de los sujetos, sus aspiraciones, sus prácticas, sus intereses, sus gustos; por el contrario, es un discurso que pasando por encima de la diversidad real construye con retazos simbólicos inventados, prestados o seleccionados alevosamente a el sonorense como objeto de discurso reificado, excluyendo el proceso cultural real.

Los orígenes del discurso identitario regional son fundamentalmente políticos. Su historia comienza precisamente en el momento en que había que asentar en el imaginario colectivo un “nosotros”, con fines de legitimación política del Estado local que se comienza a edificar en los años posteriores a la consumación de la independencia. La región es también una invención política como la nación, y lo mismo puede decirse de los atributos que se les asignan a los habitantes de la misma.

Las diferencias y otredades que ha creado el discurso regionalista han sido diversas: en el caso de Sonora, la diferencia respecto de los habitantes del vecino estado de Sinaloa fue importante solo al inicio. Posteriormente los diferentes significativos fueron los cohabitantes de estas tierras: los indígenas, quienes, aunque eran considerados por el discurso como habitantes de Sonora, no eran conceptualizados como sonorenses.

Otra diferencia significativa la constituyen las mujeres. Inicialmente son invisibles para este discurso. La comunidad imaginada es, al parecer, una comunidad de hombres, pues el discurso identitario regional no las menciona. Incluso en nuestros días, lo sonorense viene a significar en su inicio “los hombres sonorenses”, y en el recuento de sus atributos solo encontramos características que se identifican con la masculinidad.

Las mujeres no tienen cabida en el orden simbólico. El discurso identitario regional del porfiriato nombró a las mujeres sonorenses para decir solamente que son muy bellas y de ojos azules, y que los inversionistas pueden encontrar mujeres de raza y cultura europea con quien matrimoniarse; enunciaciones sobre las mujeres que el discurso regional sigue reproduciendo.

El discurso de la identidad regional es un discurso que construye a los sujetos desde su interior, con sus gustos, con sus nostalgias, con su sentido del pasado, con su relación con la modernidad, con su nexo con el paisaje. Es un discurso que nos provee de placer y que habita como estructura de sentimientos. Nos permite imaginar un nexo duradero con algo que nos trasciende, y por ende nos hace participes de su inmortalidad. El discurso de la identidad regional vive entre nosotros, pero también dentro de nosotros, por eso nos cuesta tanto abandonarlo, con todo y que a veces reconozcamos sus dimensiones opresivas sobre otros. El discurso identitario a construido en los sujetos un nexo duradero de poder-placer.

LA REINVENCIÓN DE LA REGIÓN

Una historian que expresa la participación del discurso de la identidad regional en los procesos de formación del Estado que han acompañado la construcción de la hegemonía, podemos suponer que los procesos de democratización tengan como fin la construcción de una sociedad  inclusiva, que acepte la diversidad cultural, han de incluir una crítica a la actual relación entre la cultura regional y el discurso de la identidad regional, así como un proceso de reinvención de la región; esto es, una representación de ésta que incluya la multiplicidad de lo real. Sobre todo, de las aquellos y aquellas que han permanecido silenciadas o subsumidas por el discurso dominante de la identidad regional.

Deseamos un imaginario colectivo que no construya diferencias significativas e infranqueables, sino posibilidades de empatía y solidaridad en diversidad.

El proceso de democratización de nuestra sociedad ha de pasar por una democratización de la representación que hacemos del “nosotros”, de la identidad colectiva.

El discurso de la cultura regional, para ser democrático y para contribuir a los procesos de democratización, tiene que ser un discurso de la diversidad, un discurso de respeto tanto a la biodiversidad como a la socio diversidad.

Reconozcamos al hablar de los y las sonorenses, que no todos comen carne, porque a muchos no les alcanza para comprarla o porque son vegetarianos; que a muchos hombres sonorenses no les gusta usar sombreros vaqueros y prefieren los tenis, los zapatos de vestir, etc., que no a todas las mujeres les interesa ser la reina de su centro de trabajo o de baile de blanco y negro, y luchan por la equidad de género, por el derecho a decidir sobre su cuerpo.

Una vez visibilizada la diferencia seremos capaces también de visibilizar las injusticias, nuestras carencias, nuestros retos como sociedad que aspira a ser justa y democrática, y tomar las medidas pertinentes para que las diferencias no se traduzcan en inequidades.

LA CULTURA

NATURALEZA DE LA CULTURA

El termino cultura se refiere a los patrones de pensamiento, sentimiento y conducta de los seres humanos que se transfieren de una generación a otra entre los miembros de una sociedad. Esta definición subraya dos características importantes de la cultura: que ha sido creada por la gente y que la atiende todo nuevo miembro de una sociedad.

 Desde la década de los treinta de este siglo, sociólogos y antropólogos han hecho hincapié en el aspecto de la cultura y social del hombre, excluyendo casi por completo sus características biológicas. Según esta opinión el homo sapiens es único entre todos los animales por su capacidad de crear y transmitir la cultura. Como los humanos constituyen la única especie que tiene capacidad de crear y emplear el lenguaje, son los únicos que pueden crear cultura. Salvo ciertas características biológicas y algunas necesidades biológicas se considera que el pensar, sentir y la conducta grupal de la gente es un producto cultural.

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