Ideas Para Frenar A Corrupción En El Perú

Sobre otras formas de conjurar el mal de la corrupción

En el último reporte anual publicado por la Organización Transparencia Internacional, correspondiente al año 2013, el Perú ha obtenido 38 puntos en el Índice de Percepción de la Corrupción, y está en el puesto 83 del Ranking de Percepción de Corrupción de entre 177 países. Además, según cálculos de la Contraloría General de la República, el Estado peruano pierde unos 6,000 millones de nuevos soles por corrupción, cifra que representa el 10 y 15 por ciento de las compras y adquisiciones gubernamentales. Es evidente que la corrupción es un serio obstáculo para combatir la pobreza porque consume nuestros los ya de por sí escasos recursos de la nación.

Por ello, hablar de corrupción en nuestro país es algo tan común que ya no nos escandaliza demasiado. Los organismos de control estatal poco han logrado para revertir este cáncer, mucho menos nuestro Congreso carente de representatividad y ni qué decir de los partidos políticos, nuevos o actuales, que son quienes expiden a nuestros políticos más impresentables. En ese sentido, es imperativo dirigir la estrategia anticorrupción desde otro ángulo mediante la aplicación de acciones más sutiles, pero no por ello menos eficaces.

Una alternativa que ya está siendo empleada por otras naciones consiste en permitir un mayor control ciudadano. En otras palabras, las instancias de control estatales deberían ser integradas por personas designadas por veedurías y organizaciones de la sociedad civil y no por el propio gobierno, el cual debería limitarse a aportar recursos y herramientas para que su labor sea eficaz. Esta medida puede ir acompañada por una segunda iniciativa: que el personal administrativo sea de carrera, que sea examinado anualmente en vez de reemplazar a casi toda la nómina cuando hay cambio de alcalde, ministro o presidente, según sea el caso.

Pero como hasta ahora las acciones correctivas no han resultado muy productivas que digamos, es menester endurecer y hacer nada atractivo el corromper y ser corrompido mediante la inhabilitación de por vida para el ejercicio de cargos públicos al culpable, debiéndose comprender en ese delito también a sus cómplices, ya que todos dieron origen a tan execrable delito. Asimismo, debe aprobarse la imprescriptibilidad de los delitos por corrupción, puesto que muchas personas deshonestas están escondidas esperando que sus casos prescriban, para salir de la clandestinidad y buscar volver a ocupar algún cargo público.

Pero quizá el arma más efectiva y sutil de todas es la educación en valores, la cual si es impartida adecuadamente desde muy temprana edad puede conjurar la amenaza antes de que los costos sociales y económicos sean insoportables para el país. Por ello, se sugiere que como complemento al curso de Formación Ciudadana y Cívica se implante la materia de Filosofía y Ética en el plan de estudios

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