Identidad humana en torno a una sociedad dominante

USFQ

Nombre: Damaris Jaramillo

Fecha: 07 de marzo de 2015

Curso: 2441

Profesor: Giovanny Rivadeneira

Identidad humana en torno a una sociedad dominante

La identidad del individuo es por encima de todo un dilema. Un dilema puesto que no existe una identidad propia, ésta se ha ido formando desde nuestro nacimiento y es el resultado de la interacción del individuo propiamente con el grupo de personas con las que se ha desarrollado. Si la identidad del individuo es el resultado de esta interacción, ¿donde ha quedado la esencia del sujeto?, sus propias ideas, pensamientos y convicciones ¿se han perdido o simplemente han sido reprimidas por la sociedad y el sistema?

Las ideas y pensamientos de cada individuo han sido y son influenciadas, modificadas y controladas por las creencias de una sociedad dominante;  en la dimensión política para mantener la hegemonía en la sociedad, en lo social para controlar los impulsos de cada individuo y en la religión mediante la penetración de la idea de un ser superior, que castigará a los malos y premiará a los buenos.

La obra de Foucault, La orden del discurso, habla acerca de todo el  poder que existe detrás del lenguaje. El concepto de discurso, poder  y saber se han relacionado de cierta forma, que el discurso permite la legitimización del poder, y este poder institucionaliza al saber; convirtiendo al saber en una política general de verdad (Revel, 2008). La cual se encarga de distinguir las declaraciones falsas de las verdaderas, de sancionar los discursos alternativos, y de establecer las técnicas y procedimientos adecuados para la obtención de la verdad que interesa al poder. Esta política general de verdad está presente a cada momento de la vida del ser humano ya sea en la educación, la política, la religión, etc.; dictando a la sociedad cual es la verdad, reprimiendo ideas diferentes a las del discurso con el único fin de obtener el poder.

Otro punto a tomar en cuenta en cuanto al control de la sociedad, es la relación hombre – mujer. La mujer desde hace miles de años ha sido reducida al ámbito de la reproducción y aún más en la época del catolicismo donde ni siquiera podía disfrutar del placer sexual, sino que solo estaba destinada a cumplir con su función como mujer, esto se debe a que el poder del discurso hegemónico de la sexualidad en la mujer se basa en un schema (Butler, 2010), que se refiere al útero y este a la reproducción. Este discurso se ha ido alimentando desde que el hombre empezó a gobernar en las civilizaciones antiguas.

Según (Butler, 2010), la mujer constituye la materia y el hombre la forma, además el alma es la cárcel del cuerpo. Con esto se puede observar que todos los símbolos de la imagen de la mujer se han ido creando en torno a una estructura social, es algo que está ontológicamente establecido desde la edad primitiva; de ahí que se empieza a ver todo desde la perspectiva del hombre. Actualmente se  puede ver cómo ha influido esa historia en la sociedad, por ejemplo, el hecho que las mujeres son más débiles que los hombres, se caracterizan por el cabello largo, son más delicadas o deberían dedicarse al cuidado de los niños, etc. Sólo son creencias establecidas hace miles de años por los hombre y que actualmente influyen en el desarrollo de la identidad de los individuos.

En cuanto las personas son consientes de las estructuras mentales explicativas en las que piensan son ideas y no creencias, pero según Ortega “mientras que las ideas las pensamos, somos las creencias” (s/f: p. 2); con esto quiere decir que las creencias forman parte de la persona misma, hasta tal punto que es inconsciente de que están ahí, y solo da por hecho que las cosas son así, sin cuestionarse el por qué, ni el cómo; por lo tanto, la mayoría de acciones realizadas por las personas son producto de las creencias establecidas por la sociedad.

Las personas están tan acostumbradas a las creencias que si en algún momento existe alguna fisura entre su mundo y su creencia, puede causarles aturdimiento. Por ejemplo, en el aspecto de la religión, hay muchas personas que creen en Dios, pero que pasaría si algún día se confirma la no existencia de este ser supremo; estas personas se sentirían muy aturdidas, ya que las creencias son los aprioris del pensamiento, las creencias son lo que constituye al hombre, sin embargo, la inteligencia es la que permite al ser generar sus ideas, en sí le da sentido a su existencia, siendo éste el núcleo que distingue a unos individuos de otros.

Por otro lado, en el mundo existen dos tipos de personas, aquellas que se amargan la vida y otras que llevan una vida amargada. Watzlawick nos dice: “Llevar una vida amargada lo puede cualquiera, pero amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende” (2003). Aquellas personas que llevan una vida amargada, son las que buscan la felicidad y el amor, son las que creen y no piensan, estás personas no tendrán una existencia auténtica y por tanto nunca habrán existido; contrario a las personas que se amargan la vida, quienes conquistan la felicidad y el amor, quienes les gusta conseguir sus fines de forma complicada, éstas personas llegarán a una felicidad auténtica, es el caso de aquellas personas que les gusta los facilísimos, que nunca aportan una idea en algún proyecto, pero en cambio son acostumbrados a que otras personas les digan que deben hacer y por dónde deben ir.

Según Stuart Mile, cuando una persona vive en sociedad, ha firmado un contrato ficticio que es preocuparse por él y los demás (1997). De igual manera ha dejado el derecho natural por el derecho positivo, quiere decir que si por algún motivo una persona quiere que alguien pague por algún delito cometido, ya no puede usar su impulso de venganza, porque al momento de vivir en comunidad ha aceptado medir el acto cometido a través de un juicio que determinará cuanta violencia debe recibir el cuerpo para resarcir el daño, es decir la sociedad reprime el Id de la persona, para que así pueda vivir en comunidad, sin causar daño a los demás.

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