Inteligencia humana e instinto animal
Enviado por Alejandra Palomar • 16 de Agosto de 2021 • Apuntes • 2.330 Palabras (10 Páginas) • 254 Visitas
Inteligencia humana e instinto animal
«Donde la vida biológica levanta muros, la inteligencia abre una salida»
(Marcel Proust)
La diferencia entre el hombre y los animales no es solamente biológica, ni se basa en un mayor desarrollo intelectual. Es una auténtica diferencia de naturaleza, es decir, esencial y cualitativa. El texto pretende aclarar qué es la inteligencia humana, el sentido que tiene en el hombre, y su esencial diferencia con la así llamada «inteligencia» animal.
1. La especial posición biológica del hombre en la naturaleza
El hombre no es solamente un individuo biológico, sino biográfico. La descripción completa del hombre no es la biológica, sino la biográfica, que incluye la totalidad de una vida: la que cada quien elige. Tu biografía no sólo indica que tuviste padres biológicos de tu misma especie humana, sino que exige saber quiénes fueron los que te criaron y qué te enseñaron. Por eso la paternidad adoptiva es más influyente que la biológica. Somos lo que somos más por la crianza que por la mera biología.
Mirado desde un punto de vista exclusivamente biológico, el hombre se presenta como un ser insuficiente que desafía las leyes biológicas de la naturaleza; es un animal en situación de inferioridad frente a los demás animales mejor dotados y más fuertes. La deficiente dotación biológica del hombre, no es sólo de índole morfológica con la carencia de adaptación al medio ambiente, sino también de tipo funcional con una marcada reducción de la esfera instintiva. Las carencias humanas, vistas bajo el solo prisma de la biología, parecerían un error de la naturaleza. Es necesario, por tanto, preguntarse cómo un ser con tantas carencias haya podido sobrevivir e imponerse a los demás. Algo debe de haber en su estructura biológica que le permita esta supervivencia y dominio.
La respuesta debe evitar dos errores:
- el primero, es considerar al hombre como un animal situado en el escalón más alto como si fuera un súper animal.
- El segundo, es ver la diferencia sólo en la presencia del espíritu. Sin negar ambas realidades y reconociendo que el alma espiritual suple muchas carencias biológicas, es necesario comprender la peculiaridad orgánica humana y la diferente conformación biológica del hombre y de los animales.
Esto es: el hombre es un “animal especial” como dice Ernst Cassirer, más que un animal mejor que otros animales. Y esta condición especial no se reduce a tener un alma espiritual pues también tenemos un cuerpo especial.
Desde el punto de vista morfológico el hombre carece de muchas estructuras que tiene el animal.
Desde el punto de vista funcional, el hombre tiene instintos menos desarrollados que los animales.
a. Desde el punto de vista morfológico
En este ámbito la principal característica del cuerpo humano es su carencia de adaptación al ambiente. A diferencia de los demás animales, perfectamente adaptados al ambiente natural en el que viven prisioneros de él, el hombre manifiesta en su propio cuerpo un distanciamiento de las rígidas formas orgánicas y eso le permite trascender el ambiente.
Es esta misma carencia de adaptación la que habilita al hombre para afrontar con éxito cualquier tipo de ambiente físico en el que deba conducir su vida. El animal dispone desde el nacimiento de cierta autonomía para sobrevivir, mientras que un niño recién nacido es el ser más necesitado de la naturaleza: desnudo, débil, estaría destinado a perecer si los otros lo abandonaran. Esto se llama Neotenia en Antropología Física: la infancia humana y la dependencia de sus progenitores es la más larga del Reino Animal porque los padres humanos tienen que enseñar a sus hijos a vivir y para eso hay que esperar que el niño madure y no sólo que crezca. Los padres animales sólo les estimulan a sus crías la actualización de los instintos con los que nacen: no enseñan como un padre humano enseña a su hijo. Esa enseñanza es con ideas abstractas, con juicios y con raciocinios no sólo con ejemplos corporales (como los gatos enseñan a los gatitos a cazar ratones).
La adaptación humana a cualquier ambiente es posible por la carencia de especialización y por el primitivismo de sus órganos.
Es precisamente partiendo de esta situación de necesidad que el hombre actúa, transforma los límites en posibilidades, la pobreza en riqueza, la no-determinación en libertad. La insuficiencia biológica lleva a la acción, la existencia se presenta como tarea por realizar, y la acción como «punto central de la existencia humana». El hombre compensa sus carencias con la acción. La naturaleza biológica implica, en su misma estructura morfológica, un modo de ser dinámico, adaptable, diferente e irreductible al animal.
b. Desde el punto de vista funcional
Funcionalmente el hombre posee una fuerza instintiva inferior al animal. No hay animal sin instintos y el animal que no los tuviera hubiera perecido inexorablemente en poco tiempo. El comportamiento de los animales es siempre la reacción del instinto a un cierto estímulo concreto y presente. Impresiona ver la indiferencia del animal hacia lo que no estimula sus instintos y la tenacidad y constancia hacia lo que provoca su instinto de supervivencia, reproductivo, etc.
El hombre, en cambio, es un animal en el que los instintos juegan un papel importante, pero reducido en el conjunto de su comportamiento. Se encuentra, en cierto modo, liberado y desvinculado de la rigidez instintiva ligada al presente. Esta carencia, sin embargo, no lo lleva a perecer, sino que prospera y se desarrolla, sobresaliendo por encima de los otros animales.
Esto es de gran importancia antropológica, porque la no determinación instintiva es la condición sine qua non para ser libre, comportarse de modo responsable, y cumplir valores morales racionales.
La reducción de los instintos es un presupuesto indispensable de la libertad, y por tanto, del espíritu. El animal no puede elegir, no sólo porque le falta el conocimiento racional, sino también porque la rigidez de sus instintos bloquea las mismas tendencias. Por este motivo, en la conducta animal no hay errores propiamente dichos; la orientación de su conducta está perfectamente fijada y determinada. Vive y sobrevive por instinto.
El hombre, en cambio, debe guiar su vida con su propia razón, de modo libre y responsable, con el riesgo del error, del fracaso y del abuso. Para vivir debe actuar; para actuar debe pre-ver. Esto implica un distanciamiento del presente y una anticipación del futuro. Los límites funcionales y operativos del animal no derivan solamente de la carencia de inteligencia, sino de la estructura morfológico-funcional y del equipamiento instintivo ligado a ella.
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