Juicio Final

Juicio final…

La llegada a la Escuela Nº 408, lugar en el que fui recibida muy amablemente por su director, Oscar Visñuk, sería el escenario donde ocurriría algo especial con un pequeño del tercer grado.

Cuando comencé a realizar las actividades de Lengua, noté que entre los alumnos, había uno que no tomaba siquiera el lápiz para empezar con la tarea.

En ese instante, me acerqué a la docente para preguntarle por ese niño, la respuesta me pareció un poco sorprendente, pues me comentó que este era un alumno difícil, que nunca realizaba ninguna de las actividades que ella proponía al grupo, hijo de agricultores que apenas sabían leer; aunque lo destacable fue la actitud de la maestra al decirme que no le diera importancia…

Sin embargo, más adelante esto tomaría otro rumbo, se produciría un cambio que sorprendería a todos, inclusive a la maestra.

Luego de presentar las actividades de matemática, me acerque al niño y le dije que le ayudaría a resolver la propuesta. Entonces, comenzó a realizar las actividades; hay que reconocer, por supuesto, que le costaba, pero fue resolviendo cada uno de los puntos.

Concluyendo la hora, termine con la respectiva corrección de actividades; para este momento el pequeño había sorprendido a todos pasando al pizarrón a mostrar cómo había resuelto algunos de los puntos de la propuesta.

Me sentí realizada y pensé en que serían estos los momentos que hacen felices a los docentes que ejercen su tarea con amor y dedicación. El niño de esta historia solo necesitaba un poco de atención para desarrollar todo su potencial.

Cuando me despedía de los directivos y docentes de la escuela, tuve el atrevimiento de comentarle a la docente lo que había ocurrido con ese pequeño que había etiquetado tan duramente; lo que respondió fue: -tengo varios alumnos con lo cual se me hace casi imposible atender a cada uno por separado.

Con aquella respuesta lo único que pude hacer fue quedarme en silencio, despedirme e irme.

¿Tendría razón la maestra? ¿Podría, el día de mañana, atender las necesidades de cada uno de mis alumnos? Este sería un desafío que estaría dispuesta a descubrir.

“Juicio Final”: titulado así para que no olvidemos que aunque reconozcamos que no podemos atender las necesidades de todos los alumnos, no los debemos juzgar porque ellos mismos se encargarán de demostrar cuán capaces son de resolver los problemas que se les presentan; eso sí, siempre y cuando noten que despiertan interés en nosotros, los maestros, los logros que lleguen a conseguir.

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