LA ENFERMEDAD HOLANDESA EN COLOMBIA

LA ENFERMEDAD HOLANDESA EN COLOMBIA

Luego de analizar el artículo de autor Salomón Kalmanovitz y luego de haber consultado con otras fuentes, es claro que en Colombia siempre hemos estado y estaremos caminando sobre la fina línea entre sumergirnos completamente en esta enfermedad o no; dado que es evidente que los síntomas ya nos han ido consumiendo.

Por nuestras tan arraigadas raíces corruptas y politiqueras, hemos logrado convertir en maldición aquello que en bendición hemos recibido, abundancia de bienes minerales y petroleros, y con esto hemos condenado a nuestra economía a un caos enorme por culpa de las malas decisiones que hemos tomado sobre el destino de los “petrodólares” que hemos recibido. Ciertamente, hemos creído como muchos otros países que estos bienes son ilimitados, obviando el principio claro de la economía y que rige la mayor parte de los bienes que consumimos y utilizamos, La escasez.

Hemos puesto nuestras “esperanzas”, digo nuestras porque al votar asumimos que las decisiones de los “próceres” son nuestras decisiones, en la efímera idea de que ni el agro ni la industria salvaran nuestra economía y que el único salvador es la inversión minera y petrolera, que por cierto en este escenario no somos más que espectadores y no protagonistas, ya que al igual que quien presta la casa para una fiesta en la que no es invitado y de la que solo que quedan las sobras y todo el desorden para ordenar y los desastres para arreglar, así mismo estamos nosotros dada nuestra carente falta de empuje, coherencia y demás cualidades que nos permitan invertir y desarrollar nuestra industria para poder suministrar a los mercados internacionales bienes finales y no depender así de terceros que se ROBAN nuestro petróleo y nos vienen a vender su gasolina.

Tal como lo mencionaba hace un momento, nuestras históricas raíces politiqueras y especialmente corrupta, producto de la mezcla entre un latifundista y un político; es que tenemos como resultado nuestra evidente falta de interés para legislar sobre esta problemática en todos los campos de afectación, una política más estricta en términos tributarios que le permita al estado exigir más tributos a aquellas compañías que desangran el país pagando lo mínimo por aquello que en exterior venden a precios diez veces más altos del que pagaron, una política social más incluyente, mejor estructurada, que exija a estas empresas mayor inversión en nuestro país, evitando el escape de capitales hacia el exterior y dejando solo desempleo y perjuicios a nivel ambiental, donde también se requiere la mano del estado dado que estas empresas solo se interesan en extraer aun en contra del medio ambiente y sin importarles las consecuencias que sobre este recaen, pues finalmente ello no les afecta, es necesario que se legisle de manera eficaz ya que es la única herramienta que se tiene a la mano para mitigar y compensar al país por esta desestabilización que se le está ocasionando.

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