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LA ESCUELA DE FRANKFURT: DE LA PRIMERA GENERACIÓN A LA SEGUNDA


Enviado por   •  25 de Agosto de 2013  •  2.420 Palabras (10 Páginas)  •  323 Visitas

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LA ESCUELA DE FRANKFURT: DE LA PRIMERA GENERACIÓN A LA SEGUNDA.

La Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, no solo aparece como una teoría explicativa de una realidad histórico social, sino que pretende ser una herramienta poderosa para transformar los procesos contradictorios en las sociedades. El conocimiento para los exponentes de la Escuela supone una mediación entre la experiencia, la praxis de una época en específico, y los intereses teóricos y extrateóricos del mismo contexto. Por ello, la Filosofía Social es simplemente un estadio del conocimiento en proceso de ser una fuerza transformadora, como lo expondría Jürgen Habermas, de la segunda generación de la Escuela.

La Escuela de Frankfurt, , tiene su auténtica génesis con la dirección de Max Horkheimer cuando sucede a Grünberg en la dirección del Instituto de Investigación Social. Horkheimer, filósofo de la primera generación, expone, desde su contexto, que la sociedad se encuentra incapacitada en la utilización de las fuerzas y la riqueza producidas en dicha sociedad. Es por la misma razón que, desde la crítica al Sujeto contemplativo de una verdad observada, la Teoría Crítica se erige y se desarrolla en el examen exhaustivo del marxismo.

La Teoría Crítica, como aclaración racional tiene dos planteamientos: la síntesis de la teoría marxiana con la teoría freudiana, y los problemas referentes a teoría y praxis en el concepto y realidad de la nueva Sociedad de Masas. Esta etapa permite la introducción del psicoanálisis, para la utilización de la psicología colectiva en la política. Lo que devela el grado de interdisciplinariedad de la escuela de Frankfurt.

En palabras de Max Horkheimer, en La sociedad de consumo de masas, se altera el esquema medio-fin; los fines y objetivos se convierten en medios para el consumo de productos serializados y homogeneizados en los que el individuo "deberá" encontrar su "ser". Como punto de partida, Herbert Marcuse, señala que la Sociedad de Masas no puede construirse desde sus estructuras sociopolíticas y culturales, pues se presenta la dominación del inconsciente social. La razón dominante, para Marcuse, vuelve legítima la dominación política y se constituye en un elemento de constante perfeccionamiento, por ello la necesidad de una ruptura radical con el pensamiento “unidimensional”.[1]

Es en esta Sociedad Unidimensional, donde surge el continuo sometimiento a la fetichización y alienación de los miembros. Esta dominación se fundamenta en una Desublimación de carácter represivo donde la realidad y el sujeto se trasforman en herramientas para la producción y el consumo. Por otro lado, como colaboradores, Horkheimer y Adorno, advierten que el proceso de cosificación, no solo afecta al grupo dominante, sino también a la conciencia del proletariado. Según este análisis de la primera generación de Frankfurt se verifica la incapacidad del proletariado de los países industrializados para superar la sociedad capitalista.[2]

Se puede observar cómo la historia ha producido en la Escuela de Frankfurt una tradición instalada, aun con cierta lejanía teórica de la primera generación, pero con reincidencia en el tema; para construir desde el legado y la crítica, posibles soluciones, incluso a la incapacidad del proletariado de romper los fenómenos del capitalismo en las sociedades. Como exponente de la Segunda Generación del pensamiento Frankfurtiano, Jürgen Habermas, reflexiona sobre temas como: la dicotomía entre razón y acción, o la ausencia de análisis marxiano sobre Trabajo e Interacción, la reconstrucción del materialismo histórico, alienación, dimensión objetiva del trabajo, etc. Así como la elaboración de la Teoría de la acción comunicativa.

Critica fuertemente al marxismo por descuidar el aspecto superestructural y hacer fuerte hincapié en lo económico-material. En el análisis marxiano del Trabajo, se advierte la visión reduccionista de Marx, en referencia a la praxis humana:

“No es la conciencia del hombre la que determina su ser…., sino el ser social lo que determina su conciencia”[3].

Es en esa afirmación, según Habermas, que Marx subestima la dimensión simbólica o de interacción. Como consecuencia habría una tensión entre sujeto y estructura, o al menos una “no interacción”. Ejemplo de ello es que La producción del capital es consecuencia de la organización formal dentro de un sistema que dirige de manera abstracta el rendimiento del trabajo. Para Habermas, la interacción social es la generadora de fuerza de trabajo, y esta última generadora del rendimiento para el sistema económico. Mientras Marx observa las crisis o contradicciones dentro de la economía como los elementos necesarios para la transformación social, Habermas observa que el Trabajo se institucionaliza dando fortaleza al sistema.

Para Habermas el rasgo fundamental de la sociedad moderna es la Reificación o cosificación como tendencia. Dicha tendencia está a su vez estrechamente vinculada y determinada por el proceso de una racionalización unidimensional que tiene lugar en todas las esferas de las sociedades capitalistas industriales y que sigue una lógica instrumental. Como consecuencia se produce una cosificación, eso es, «una deformación patológica de las infraestructuras comunicativas del mundo vital».El lenguaje es sustituido en su función de coordinación de acción, por medios tales como el dinero y el poder.

Para György Lukács (1885 -1971), de origen húngaro, el concepto de mercancía es el problema estructural central de la sociedad capitalista. El fetichismo de la mercancía es el proceso por el que se otorga a la mercancía y al mercado una existencia objetiva e individual en la sociedad capitalista. Amplía el concepto de fetichismo, que Marx asociaba a la economía, a toda la sociedad, incluyendo ámbitos como el derecho y el Estado. Habla de reificación o cosificación, el ser humano se percibe como objeto y no como sujeto, según las leyes del mercado.

El verdadero cambio depende de la razón comunicativa[4]. Esto se presenta si los distintos participantes superan sus opiniones inicialmente subjetivas y aseguran, gracias al compartimiento de convicciones racionalmente motivadas, al mismo tiempo, la unidad del mundo objetivo y la intersubjetividad de su contexto de vida. El actuar comunicativo perteneciente a situaciones sociales está orientado hacia la comprensión y el entendimiento. Ante dicho panorama de la sociedad moderna, la teoría habermasiana plantea un modelo de “dialéctica voluntad ilustrada y potencialmente autoconciente”. Lo cual significa una conciliación racional entre el progreso técnico

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