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LA IDENTIDAD PERSONAL


Enviado por   •  17 de Mayo de 2013  •  3.278 Palabras (14 Páginas)  •  686 Visitas

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LA IDENTIDAD PERSONAL

Un concepto idóneo para resumir el perfil o patrón de comportamiento de una persona es el de identidad; y una forma de concebir lo que psicológica o comportamentalmente sucede en la adolescencia es mostrando el desarrollo de tal identidad en esa etapa. Los modelos evolutivos generales de estudios de la identidad destacan en particular cómo se configura y cambia a lo largo de la vida la imagen o concepto de uno mismo y suelen contener descripciones del desarrollo biográfico de ese autoconcepto. En él, L’Ecuyer (1985) señala seis etapas, caracterizadas mediante descriptores muy generales y formales, que aluden a jalones del desarrollo real del autoconcepto: emergencia, aserción, expansión, diferenciación, madurez y longevidad.

Hay otros modelos de ese desarrollo. El más conocido y popular se debe a Erikson (1968-1980), quien por otra parte hizo los primeros análisis y descripciones de la identidad personal a lo largo del ciclo vital y, en particular, en el momento de la adolescencia. Esta, para Erikson, constituye el estadio clave y también crítico de formación de la identidad. Es verdad que tanto antes como después de la adolescencia hay etapas evolutivas diferenciadoras, cada una a su modo, de la identidad personal. Pero, aunque no empieza ni culmina en la adolescencia, es en ella donde el proceso, según Erikson, alcanza ese punto de sazón que permite vivir en sociedad como mujer o varón psicosocialmente “sano” o “maduro”.

4.3.1. Componentes y estadios de la identidad

Identidad es, en Erikson, diferenciación personal inconfundible; es definición o, mejor, autodefinición de la persona ante otras personas, ante la sociedad, la realidad y los valores; y es, en fin, autenticidad, correspondencia de lo efectivamente desarrollado con lo germinalmente presagiado en el plan epigenético constitutivo del individuo. Cuatro elementos o niveles distingue Erikson en la identidad: a) el sentimiento consciente de la identidad individual; b) el esfuerzo inconsciente por la continuidad del carácter personal; c) la síntesis del yo y sus correspondientes actos d) la interior solidaridad con la identidad e ideales del grupo.

Aunque la identidad personal engloba todos esos componentes, seguramente el elemento nuclear es la imagen psicológica que el individuo tiene de sí mismo: la autoconciencia o conciencia de la propia identidad, la cual es de naturaleza psicosocial e incluye elementos cognitivos. El individuo se juzga a sí mismo a la luz de cómo advierte que le juzgan los demás, en comparación con otras personas y en el marco de los modelos culturales y baremos valorativos dominantes. Ese juicio, en su mayor parte, permanece implícito, y no forzosamente es de naturaleza consciente y, en todo caso, da lugar a una conciencia o al menos un sentimiento de identidad característico en el adolescente, con intensa coloración afectiva, nunca neutral, sino de signo positivo o negativo, en la tristeza o bien la exaltación.

La adolescencia es el momento evolutivo de la búsqueda –y la consecución,

si va bien todo– de la identidad del individuo. El lugar que en la vida ocupa; ese momento puede verse en el recuadro adjunto que recoge los grandes estadios, según Erikson, del desarrollo de la identidad, un desarrollo en el que la edad adolescente constituye un punto crucial de inflexión. En el cuadro 3, se recogen estos estadios.

Cuadro 3. Estadios de identidad según Erikson.

Considera este autor que cada estadio resulta de la resolución de una crisis de identidad y formula el logro típico de los estadios bajo la forma de antítesis que contrastan con los posibles fracasos correspondientes. El cuadro presenta los distintos estadios de la identidad según con los temas propios de cada uno de ellos y sus respectivas crisis, las consiguientes salidas ya en logro ya en fracaso, y las autodefiniciones –«yo soy...»– propia de una progresión vital de madurez lograda en cada estadio.

En la adolescencia, según este modelo, convergen los resultados de todas las identificaciones –en el sentido psicoanalítico del término– producidas en la pasada historia del individuo. Pero estas identificaciones son, a juicio de Erikson, de muy limitada utilidad funcional. La identidad es algo más que la mera suma de ellas o la consecuencia mecánica de su acumulación. Es propiamente su integración, su organización en una unidad personal capaz de funcionar en sociedad.

Tal integración no es fácil, igual que no lo es la adaptación a su nuevo rol; y entiende Erikson, por eso, que el adolescente necesita tomarse tiempo: necesita lo que él llama una «moratoria», un aplazamiento para poder llegar a integrar los elementos de identificaciones y de identidad atribuidos por otros y adquiridos por él mismo en fases anteriores de su desarrollo y experiencia. El hecho, de naturaleza sociocultural, del aplazamiento de la entrada en el rol de adulto, trae consigo la consecuencia, esta otra de naturaleza conductual y psicológica, de un retraso en la maduración del yo adolescente, y también puede contribuir a determinar desajustes, inadaptaciones y conductas asociales.

4.3.2. Crisis de identidad

Todas las etapas de la vida pueden conocer crisis de identidad. Las crisis, a su vez, se entienden en el marco más general de circunstancias de estrés. Situaciones estresantes son las que llaman al afrontamiento, a algún género de acción, bajo circunstancias en las cuales el sujeto carece de medios suficientes –habilidades, hábitos, recursos– para atenderlas. Las crisis de la vida constituyen una variedad vital –y existencial– del estrés durante un tiempo relativamente largo. Corresponden a acontecimientos, sea de ciclo vital o estrictamente biográficos, que por su naturaleza misma generan una situación permanente, irreversible o apenas reversible; que cambian drásticamente el entorno de una persona y, con ello, su experiencia de la vida; que constituyen o pueden constituir rupturas en el crecimiento biosocial o bien en el ajuste a condiciones nuevas. Es el caso, desde luego, de la pubertad, en cuanto estresor vital de cierta duración, que suele conllevar una crisis de ese género.

Las características específicas de la crisis adolescente se asocian a factores varios: a) al inicio abrupto de los cambios puberales; b) a la prolongación de la duración de la adolescencia; c) a la falta de sincronización en los varios procesos de desarrollo, unos más precoces, otros rezagados, unos más constantes (los fisiológicos), otros más variables (intelectuales, morales, afectivos, sociales); d) a las presiones de la sociedad para que el adolescente se esfuerce por adquirir la madurez, la posición y la responsabilidad de adulto, mientras, por otro

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