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LA MUJER EN EL MERCADO LABORAL: DESIGUALDAD SALARIAL Y ESCASEZ DE OPORTUNIDADES


Enviado por   •  14 de Junio de 2016  •  Documentos de Investigación  •  1.697 Palabras (7 Páginas)  •  468 Visitas

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Universidad de Lima

Programa de Estudios Generales
Metodologías de Investigación

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LA MUJER EN EL MERCADO LABORAL: DESIGUALDAD SALARIAL Y ESCASEZ DE OPORTUNIDADES 

María Inés Velarde David

Código 20161514

Sebastián Ricardo Wong Málaga

Código 20162655

Profesor

Gabriel Alonso García Higueras

Lima – Perú

Mayo de 2016

  1. Descripción del problema

El presente trabajo abarca la problemática de la distinción de género como desencadenante de desigualdades sociales y laborales en la población femenina limeña, de 25 a 30 años de edad y hace referencia a la falta de leyes y mecanismos políticos que promuevan la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.

  1. Pregunta de investigación

¿En qué medida ser mujer afecta la búsqueda de trabajo y el salario percibido en mujeres limeñas de 25 a 30 años?

  1. Objetivo General

Conocer las implicancias y limitaciones económicas que conlleva ser mujer dentro del ámbito laboral.

  1. Objetivos Específicos
  • Identificar las posibles variables por el cual se prefiera contratar a un hombre que a una mujer.
  • Reconocer las implicancias socioculturales que conlleva ser mujer.
  • Compartir los conocimientos extraídos de la presente investigación.

  1. Justificación de la investigación

El presente trabajo nos permite analizar los factores actuales por el cual existe una escasez en el número de mujeres en altos cargos funcionarios dentro de la población femenina limeña de 25 a 30 años. Asimismo permite la compresión del impacto socio-económico que conlleva la distinción por género  en el marco laboral.

  1. Revisión bibliográfica
    ALUMNO: María Inés Velarde

MARCO TEÓRICO

Desde un inicio el rol de la mujer se ha encontrado sometido a la ideología del tiempo y a las costumbres de una determinada cultura; viéndose reflejado en la importancia que le asignan muchas sociedades a la distinción por género como factor clave para la estratificación social.

Giddens (2002) señala que aunque los roles de los hombres y mujeres varíen de una cultura a otra, no se sabe de ninguna sociedad en la que ellas tengan más poder que ellos. Por el cual, es necesario remontarse en el tiempo  para explicar el origen de esta desigualdad.

DESARROLLO BIBLIOGRÁFICO

 
Si bien, la escasez de la mano de obra durante la I Guerra Mundial permitió a la mujer ejercer los trabajos comúnmente designados a los hombres; no se vio reflejado en la población femenina limeña, ya que todavía nos encontrábamos en una etapa precaria de desarrollo como  sociedad. Este efecto de la post-guerra no se hizo posible hasta el desarrollo de la industria moderna, marcando así, un hito en la separación entre el lugar de trabajo y el hogar; ocasionando que el hombre participe más en la política, asuntos locales y en el mercado, mientras que a la mujer se la asoció más con los valores domésticos y a la responsabilidad de tareas como el cuidado de los niños, de la casa y de la preparación de la comida. De ahí, la idea de que el lugar de la mujer es en la casa y la presencia del hombre es exclusiva como soporte económico de la familia.

Esta creencia tradicional se ha visto cuestionada por los cambios y avances sociales, tecnológicos, políticos y económicos que conlleva la globalización.
Siendo de esta manera la necesidad de dos fuentes económicas (mamá y papá) para el mantenimiento de una familia o un determinado estilo de vida. Poniendo como base este análisis se puede inferir que la sociedad contemporánea propone al trabajo como requisito fundamental para el desarrollo de una vida independiente. Es así, que el descenso de la natalidad y el retraso de la gestación del primer hijo ha permitido que las mujeres se inserten al mercado laboral a una temprana edad y que sea retomado después de haber dado a luz; este último, se encuentra impulsado por el movimiento feminista de los años sesenta y setenta. Asimismo, la reducción en el número de integrantes en una familia y el avance tecnológico de una sociedad ha demandado un menor uso del tiempo destinado al cuidado de los hijos.

A pesar de la existencia de estas modificaciones en el uso del tiempo, avances sociales e ideológicos y del amparo de la ley; las mujeres siguen sufriendo de distintas desigualdades en el marcado laboral, ya sean de manera directa o indirecta. Las más destacadas y las que se dan en nuestro país son las siguientes: la concentración en los empleos a tiempo parcial, la segregación ocupacional y el desfase salarial.

La primera, hace referencia al alto índice de preferencia de la población femenina en elegir y desarrollar un trabajo a tiempo parcial no necesariamente bien renumerado; debido a la flexibilidad en la organización del tiempo que ofrece. La segunda, se encarga de clasificar a los hombres y a las mujeres según los estereotipos laborales; destacando a la segregación vertical como la tendencia por concentrar a las mujeres en puestos de escasa autoridad y a la segregación horizontal como la clasificación del trabajo en base a “la capacidad de dominio” que presenta un sexo dentro de una área laboral en específico.

Por último, el desfase salarial que ocurre en  los ingresos de cualquier mujer limeña se ve propiciado por los efectos de la <>, <> y el <>. Por lo tanto, se puede afirmar que el hecho de tener hijos o no, funciona como determinante principal de la participación de la mujer en la población activa remunerada; como también,  que su salario sea reflejo de cuán capacitada es.

Como señala el estudio de Paqui Rivero (2016):

En el ámbito de la empresa privada, seguimos teniendo enormes dificultades para acceder en igualdad de condiciones que los hombres, sigue predominando una mentalidad machista y discriminatoria que prefiere en muchas ocasiones a un varón frente a una mujer, a pesar de que ésta pueda tener una formación y una cualificación profesional superior. Otra razón que dificulta el acceso de las mujeres a la empresa privada es el temor del empresariado a asumir los costes sociales y salariales derivados de  la posible maternidad de las trabajadoras. (pág. 22)

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