LA PIRATERÍA EN MÉXICO

ANTECEDENTES

Es poco el marco histórico que se tiene cuando se originó de forma notable la piratería en nuestro país, pero esta toma más fuerza en los años 70, donde varías marcas entran al mercado, tal cuales como  Lacoste, Gucci, Guess, etc.

En esa época, en segundo lugar, tomó la rama de los cosméticos, ropa, calzado y por último la evolución de la música y las películas, empezando desde un casete grabado y rotulado a mano o con serigrafía de color dorado, películas VHS donde se grababan dos películas en una hasta llegar a la clonación de CD´s, DVD´S y por último Blu Ray, estos últimos más complejos de copiar, ya que tardó en salir su venta y distribución al mercado, pero ahora es muy común verlos en cualquier puesto ambulante con un costo entre 15 y 25 pesos dependiendo de la ubicación del traficante pirata.

La piratería generalmente se considera del sinónimo de hurto y épocas pasadas se asocia con los actos de saqueos que realizaban los piratas en el mar. Pero en nuestro país como en el resto del mundo se considera una violación a los derechos de autor o productor haciendo uso indebido de las obras de este, como copias o reproducciones en diferentes categorías como la música, medicinas, libros, informática etc.

México está dentro de los primeros cinco lugares a nivel mundial sólo superado por Rusia, China e Italia en cuanto a pérdidas generadas en la industria de música, películas, libros y el primero en América Latina. Se considera que lo más pirateado son las películas, música, ropa y calzado.

Este problema se ve reflejado en la disminución de creación de empleos y el crecimiento económico, limitando el crecimiento de organizaciones formales y generando trabajo informal, competencia desleal y disminuyendo la calidad de los productos que se venden.

Pero detrás de todo este esquema existe una logística bien organizada orientada a la manufactura, importación, comercialización, financiamiento o lavado de dinero para soportar operaciones cuantificables.

El campo de la piratería abarca productos como música, ropa, zapatos, licores, perfumes, cigarros, medicina, animales, electrónicas por citar algunos y muchos de ellos se venden cualquier en todo el año o en alguna temporada específica donde el esquema de oferta – demanda juega un papel importante el cuál no se ve reflejado como ingresos lícitos.

A finales de 2008 este sector tenía el porcentaje de más del 12% del producto interno bruto, donde se consideraba que el más de 15 millones de personas viven del negocio informal considerada como uno de los últimos escalones de la cadena de delincuencia organizada, pero lo curioso de este caso que este sector ya lo está tomando un porcentaje de gente de clase media y media alta, catalogando esto como una fuente extra de ingresos y sobretodo libre de impuestos, generando lo que llaman trabajos o plazas de trabajo temporales con sueldos  “más altos” a los del promedio, tratando de competir de una forma desleal con los comercios formales, esto se ve reflejado en los sectores de comida, donde podemos encontrar productos muy similares a las marcas comerciales pero con toque o sabor a informalidad.

Otro punto a considerar es que los consumidores de estos productos abarca más del 95% considerando que al menos una vez en su vida adquirieron un producto pirata, independiente de la época, pero han apoyado este sector sabiendo que el adquirirlo también se considera un delito.

Pero algo más alarmante es que esta situación se considera como un delito ligero, menos grave que la corrupción, el asesinato, narcotráfico, secuestro, extorsión etc.

Considerando que es un acto que se sigue de oficio sin mayor repercusión a pesar de que existen leyes donde ya se castiga con un tiempo determinado de cárcel.

Para el mexicano, este aspecto ya es parte de la vida cotidiana, ver en las terminales de micros, salidas del metro y tianguis son punto de venta de productos piratas cualquiera que sea el caso de los anteriomente mencionados.

En el año 2014, el periodista Vicente Gutiérrez, colaborador del periódico El Universal investigó que los números que el mercado pirata genera se ven reflejados de la siguiente forma: Existió una pérdida de 3,000 millones de pesos, sin contar el valor de los aseguramientos, las pérdidas de empleos formales, recaudación y los impactos en la salud y la seguridad de los consumidores.

Este monto representa 28% más que el presupuesto total del 2015 del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); 34 veces más que el presupuesto 2015 del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), y una pérdida recaudatoria de poco más de 6,000 millones de pesos por Impuesto al Valor Agregado (IVA)”.

En últimos años lo que ha tomado más fuerza dentro de la piratería es la informática, donde se puede conseguir una variedad de software ya sea comercial a “precios económicos” y recientemente el sector de libros está siendo cada vez más perjudicado ya que muchas veces este material se puede encontrar en plataformas que no estás registradas ni autorizadas generando cada vez que el tráfico de información digital aumente segundo a segundo.

ROPA PIRATA

En el año 2014 Teresa Jasso, colaboradora del universal indicó que el 60% de la ropa que una persona adquiere en México es pirata, ya que también se comercializa de contrabando ya que complementa con productos que vienen de Asía, Europa y Estados Unidos.

Pero el principal país que produce este tipo de mercados es China y cada año aumenta de forma considerable, después se considera a la India con bajos costos comparados con el primero.

En una encuesta que se hizo en el mismo año se considera que el 41% consume ropa y accesorios de vestir piratas.

A pesar que existen cateos de ropa ilícita o apócrifa se considera que uno de los estados donde hay más comercio de este tipo de productos es en Jalisco, ya que el 58% de este material es de origen pirata o entran de forma ilícita al estado, mismas que se distribuyen en el comercio ambulante.

Uno de los problemas principales es que el precio al que se vende esa ropa no representa ni el costo de producción, ya que en promedio las prendas ilegales se ofertan a un precio igual o menor a 10 dólares, cuando al fabricante local producir la misma pieza le cuesta 14 dólares aproximadamente.

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