LA SALUD-ENFERMEDAD COMO HECHO SOCIAL
Enviado por miguel.olarte • 14 de Septiembre de 2013 • 4.965 Palabras (20 Páginas) • 837 Visitas
LA SALUD-ENFERMEDAD COMO HECHO SOCIAL
A lo largo del tiempo se han formado ideas y concepciones fundamentales acerca de la enfermedad y la forma en que se determinan la salud y la propia vida. Y es que en medio de la práctica social, las sociedades, y dentro de ellas sus grupos constitutivos, han desarrollado una experiencia y han sistematizado formas especiales de conocer o saber acerca de la salud y la enfermedad. Así ha ido configurándose un conjunto de nociones y conocimientos formados unas veces en la práctica espontánea y cotidiana de la gente común, otras veces a partir de la práctica popular-empírica que concentra y sistematiza la experiencia de la colectividad en largo tiempo, y en otras ocasiones el llamado “saber formal”, pilar básico de las acciones de salud institucionales, y que surgen de la práctica profesional-técnica que sistematiza la experiencia social, pero construyendo un cuerpo teórico explicativo, una metodología y elementos técnicos altamente depurados. La práctica científica es el fundamento y la expresión más evolucionada de este último.
En una sociedad concreta coexisten estas prácticas y formas de saber, entremezclándose en formas y proporciones distintas según el lugar y el momento que se consideren, surgiendo de esa manera interpretaciones que predominan aunque no constituyen las modalidades más avanzadas del saber.
Así, la mayor parte de las personas, aún muchos profesionales de la salud, por falta de una conciencia integral piensan que la enfermedad se reduce a los problemas que ocurren en un individuo, se éste un adulto o un niño, cuando padece alguna molestia, un dolor, y otro signo o síntoma que altera su actividad normal. Las personas reaccionan cuando surgen este tipo de problemas y piensan que lo que debe conseguirse en el país para solucionarlos es exclusivamente una atención individual, de buena calidad y oportuna, en los consultorios, hospitales y otros servicios de salud.
Este tipo de concepciones que están profundamente arraigadas en el pensamiento del público y, como se dijo antes, inclusive en las ideas de muchos profesionales de la salud, están entrando en desuso o en crisis, porque, como algunos científicos lo señalan, incluso en los países de mayor riqueza y recursos tecnológicos para la salud, los índices de muchas enfermedades se ha estancado o, más aún, están elevándose, pese a que los gastos reales per cápita para la salud han crecido vertiginosamente. En Estados Unidos, por ejemplo, donde se gasta un porcentaje más alto del producto nacional bruto (PNB) que en ningún otro país comparable (11% en 1987 equivalente a 450 billones de dólares anuales) en los más sofisticados y costosos sistemas de atención curativa que existe, se evidencia estancamiento, aun recrudecimiento de los problemas de salud de amplios sectores poblacionales . Incluso países como Inglaterra con sistemas socializados de medicina curativa no obtienen logros satisfactorios, pues como lo demuestran las comparaciones de los índices de salud de 1960 con los actuales, hay una persistencia y hasta recrudecimiento de las diferencias y niveles de mortalidad de los sectores sociales mayoritarios y depauperados . ¿Cómo explicar esta paradoja?
En verdad los problemas determinantes de las enfermedades, quizás los más importantes, que no son normalmente reconocidos como parte de las mismas, no sólo se generan en los organismos individuales ni sólo se encuentran en el cuerpo. Más bien, los procesos que se gestan en la dimensión social de la vida tienen sus raíces en los modos de organización de la sociedad y fundamentalmente en los correspondientes patrones de trabajo y consumo de los distintos grupos. Estas relaciones se han tornado cada vez más ostensibles, y por esa razón en las últimas décadas ha estado desarrollándose con fuerza la rama de las ciencias de la salud que es la medicina social.
Es indispensable diferenciar la llamada medicina social o colectiva (convencionalmente identificada como salud pública), de la medicina clínica o individual. Si bien son dos caminos o recursos válidos y necesarios para el conocimiento y la acción frente a la salud, que se deben complementar en la lucha contra al enfermedad, sin embargo deben diferenciarse sus potencialidades y limitaciones para obtener de cada uno los mejores réditos. En realidad, la Confusión entre los problemas de orden individual con los que corresponden a lo colectivo, pueden determinar qué tanto para la investigación como para la acción respectiva se produzcan errores, ineficacia y desperdicio de recursos y esfuerzos. Sería absurdo, por ejemplo, ante un caso infantil de infección aguda de las vías respiratorias y asfixia, realizar primero un estudio pormenorizado de inserción social y deterioro de la vida familiar a la que pertenece dicho infante, puesto que lo que debe hacerse con urgencia es evaluar su estado y condiciones fisiopatológicas, intervenir inmediatamente con medidas individuales que potencien sus respuestas defensivas y aplicar mecanismos clínico-quirúrgicos para salvar esa vida y recuperar esa salud individual. Pero, en el otro terreno de los acontecimientos, sería igualmente erróneo pretender solucionar problemas masivos de salud aplicando solamente correctivos clínico-individuales a grandes grupos e implementando medidas reparadoras caso por caso. Para eso es necesario aplicar otro tipo de conocimientos, de métodos y de procedimientos técnicos que la medicina clínica no maneja y que pertenecen al arsenal de la medicina social.
Los determinantes fundamentales. La reproducción social (calidad de vida) y la salud
El conocimiento objetivo de la salud y sus problemas debe relacionar las formas de vida o de reproducción social que caracterizan a los diferentes grupos sociales, sus patrones de trabajo y consumo, sus modalidades de actividad práctica, sus formas organizativas y su cultura con el comportamiento de sus organismos y las enfermedades que los afectan. Tanto las modalidades de vida, en cuyo seno cobran existencia los procesos destructivos o deteriorantes, como los patrones de enfermedad que los expresan, son característicos en cada conglomerado o clase social.
Los miembros de cada clase social, de acuerdo con su especial modo de inserción en la esfera productiva, con sus patrones característicos de consumo, con sus formas específicas de organización y cultura, se desenvuelven en medio de un sistema contradictorio, en el que se oponen, por un lado, los bienes o fuerzas benéficas que protegen y perfeccionan su salud y el avance de sus procesos biológicos y, por otro, los aspectos destructivos que los constriñen y deterioran. Es precisamente ese sistema de contradicciones entre bienes y valores de uso que disfrutan y fuerzas deteriorantes (contravalores) que padecen,
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