LOS MUNDOS DE MÉXICO

LOS MUNDOS DE MÉXICO

Sólo hasta mi visita al Museo Nacional de Antropología, comprendí la vastedad de los Pueblos Indios; no cuantitativa (si de números se tratase, supongo que hay cifras mayores), sino cualitativa: cada cultura parece, ES un mundo, un mundo humano y complejo, único por su espontaneidad y cohesionado a lo demás (otras vidas, otros mundos) por cierto valor inalienable a la fecha en las comunidades indígenas: la simpleza. ¿Para qué atormentarnos con cosas que no serán? ¿Para qué encasillarse a esquemas fijos y falsos? ¿Para qué pretender la perfección, que no es humana? En fin, ¿qué otra cosa importa más en esta vida que vivir, rodeados de quienes amamos? Acusan a estas comunidades de cerradas, yo digo que son coherentes con sí mismos al apreciar así la convivencia con iguales.

Otra cosa que me marcó fue las definiciones tanto de etnografía como de etnología y su relación tan estrecha entre sí y con otras ciencias sociales: la etnografía es la investigación de las culturas obtenidas en trabajos de campo sobre poblaciones vivas, la etnología es la investigación valida principalmente por estudios etnográficos; un etnólogo, sigo parafraseando, es al mismo tiempo etnógrafo, o, en otras palabras, las investigaciones hechas son siempre teorico- prácticas. Y no sólo eso: también históricas y actuales, ya que se basan en la tradición oral. Estas, a su vez, se relacionan con otras ciencias sociales, como la lingüística, arqueológica y antropología física; esta última aporta, entre otros aspectos, el análisis de la herencia biológica, la constitución corporal y los problemas de salud de la población. La lingüística, puesto que las conductas sociales tienen significado dentro del lenguaje; y la arqueología contribuye al conocimiento de los antiguos pobladores.

Esto, en síntesis, aprendí durante mi visita, un recorrido de casi dos horas, ya que, aunque bien me centré en la Sala de Etnografía, disponía del tiempo suficiente para apreciar los mundos. No obstante, desarrollaré un poco más lo visto en esa sala: a su entrada había figuras humanas de barro unidas por un árbol; el simbolismo me pareció poético. Luego, adentro, estaban los mapas de todo el territorio mexicano dividido en etnias, regiones y más, me parecieron dotados de la especificidad necesaria para el museo. Además, la vida indígena era descrita desde la cotidianidad con maniquíes: actividades económicas, culturales y rituales. ¡Y me imagino que la labor fue construir canoas y chozas, por ejemplo, de esa y demás salas!

Cabe, finalmente, mencionar la lucha que hace el Museo Nacional de Antropología por la conservación de gran cantidad de ruinas históricas. Esta lucha, según quien me repartió un folleto y en nombre de sus compañeros, es, ante todo, de rescate cultural y con el objetivo de que toda la riqueza histórica y étnica del país

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