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LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DESDE UN ENFOQUE DE INCLUSIÓN EN SALUD EN CHILE


Enviado por   •  3 de Octubre de 2018  •  Ensayo  •  1.895 Palabras (8 Páginas)  •  147 Visitas

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UNIVERSIDAD DE VALPARAÍSO

ESCUELA DE OBSTETRICIA Y PUERICULTURA

LOS PUEBLOS ORIGINARIOS DESDE UN ENFOQUE DE INCLUSIÓN EN SALUD EN CHILE

NOMBRE: GABRIELA OLIVA LARBA ASIGNATURA: INTERNADO EN SALUD FAMILIAR I

VALPARAISO, 03 DE SEPTIEMBRE, 2018.


La elección de un programa de salud no resulta fácil, debido a que la salud sexual y reproductiva es transversal a diferentes tópicos. Sin embargo, en el presente ensayo la elección de un programa enfocado en la población originaria de Chile, resulto de interés no solo por mis raíces aymaras, sino también desde el punto de vista de la importancia que me gustaría darle en un futuro, ejerciendo el rol profesional de la matronería.

El “Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas, PESPI” implementado desde el año 2000 por el Ministerio de Salud busca la participación activa de la comunidad indígena en los planes de salud pública. Sin embargo, a pesar de los recursos, los porcentajes de desigualdad son abismantes en relación a la población indígena y a la que no lo es, por ejemplo en la mortalidad y morbilidad, en la educación y en la pobreza. Resulta difícil decir que se asegura un enfoque de interculturalidad positiva cuando los índices muestran lo contrario.

En cuanto a las limitaciones para desarrollar este ensayo, quizá podría mencionar la falta de una entrevista o un acercamiento a una comunidad indígena, hecho que no pudo ser concretado por plazos y tiempos.

Hasta el presente año, el Estado chileno reconoce a nueve pueblos indígenas dentro de su territorio: Aymara, Mapuche, Atacameños, Quechuas, Rapa Nui, Colla, Diaguitas, comunidades Kawésqar y Yamana.

En el año 1993 se pública la Ley nº 19.253 sobre “Protección, fomento y desarrollo de los indígenas y crea la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena”, y en su artículo 1°expresa: “Es deber de la sociedad en general y del Estado en particular, a través de sus instituciones respetar, proteger y promover el desarrollo de los indígenas, sus culturas, familias y comunidades, adoptando las medidas adecuadas para tales fines y proteger las tierras indígenas, velar por su adecuada explotación, por su equilibrio ecológico y propender a su ampliación”. Es así como el Estado manifiesta la importancia de las culturas indígenas, sin embargo a pesar de que esta ley es del año 1993, es hasta hoy (más de 20 años después) que visiblemente estos pueblos no son ni respetados, ni protegidos, ni promovidos bajo ningún enfoque. Puede que la principal razón se deba a la poca educación y valoración que el Estado otorga a estos pueblos, recordemos que como segunda lengua se privilegia el inglés dentro de la mayoría de los establecimientos educacionales del país, quienes son los encargados de entregar las primeras herramientas sociales necesarias para construir una sociedad que entienda, reconozca y utilice los planteamientos que el Estado a


través de programas dice brindar. Difícilmente una persona total o parcialmente ajena a lo que significa ser parte de una cultura indígena contará con las herramientas necesarias para asegurar el bienestar de alguien que toda su vida se ha desarrollado dentro de dicha cultura. Por lo tanto, no es difícil evidenciar el escaso vínculo que existe entre la población no indígena y la que sí lo es.

Muchas veces no entendemos ni estamos cerca del pensamiento y costumbres indentitarias que se desarrollan dentro de cada pueblo, otras veces nos vemos afectados y afectadas a causa de la falta de concientización del personal público y de la sociedad en general respecto al tema. Ambas situaciones generan un clima hostil a la hora de utilizar servicios públicos y desconocimiento de beneficios y derechos de las personas indígenas frente a su propia salud mental, física y social.

Un intento de integración por parte del Estado, es el Programa Especial de Salud y Pueblos Indígenas (PESPI), que lleva varios años en funcionamiento pero que ha tenido una baja difusión en la población, considerando el número de usuarios y usuarias que se han visto beneficiados por esta iniciativa. El PESPI tiene como objetivo general disminuir la inequidad en salud de los pueblos indígenas, a través de su participación en la elaboración de planes de salud más cercanos y sobre todo que respondan a las diferentes necesidades; además de la importancia de la complementariedad de los conocimientos con el sistema de salud regular.

Dicha elaboración de planes, visiblemente no está normada ni cuenta con una estructura definida a seguir, dejando a criterio de las personas involucradas su desarrollo y buena ejecución. La aplicación de estos planes y su elaboración son deberes que precisan estar asegurados por el Estado para que ningún juicio de valor o subjetividad entorpezca su proceso y el valioso aporte que podrían entregar a la comunidad. Y no sólo a la comunidad indígena, si no que a la población general en cuanto se difundan iniciativas de cuidado personal y social.

Dentro del cuidado personal y social, encontramos la salud sexual y reproductiva que toda persona debe cultivar por sí misma y por su entorno, para lograr vivir de manera libre, plena y segura su sexualidad, y decidir de la misma forma sobre su reproducción, considerando la autonomía como principal factor, donde se involucren los derechos humanos, la equidad de género, el bienestar físico, mental y social de los aspectos relacionados al sistema reproductivo, el ejercicio de la libre expresión y el curso natural de vida.

Según el PESPI, el ideal de trabajo sería elaborar mesas y programas con cada una de las etnias mencionadas, considerando las necesidades espirituales y ancestrales para generar


estándares que abracen esta identidad junto a la aplicación de normativas de salud ministeriales que proveerían las condiciones y se encargarían de proteger el buen desarrollo de la iniciativa.

En el ejercicio real, no se evidencian dichas mesas y programas de trabajo. La desinformación sigue siendo una realidad latente en la población indígena y eso se ve traducido en las tasas de analfabetismo, que son mayores en la población indígena, alcanzando un 5% en el año 2002, mientras que en la población no indígena alcanzó sólo un 3,6%. Esto se relaciona directamente con el uso y el no uso de los beneficios mencionados. (Minsal, 2017)

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