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La Escuela Y La Cuestión Social


Enviado por   •  25 de Noviembre de 2012  •  11.129 Palabras (45 Páginas)  •  653 Visitas

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Introducción

De la Primera Parte

Los ensayos reunidos en la primera parte de este libro se proponen mirar el mundo de la escuela y la educación básica desde afuera. Todo cambio en un campo social determinado (la economía, la ciencia y la tecnología, la estructura social, la cultura, la política y otros) "se siente" en la escuela. En la práctica, un tercio de los habitantes del país forma parte directa del mundo de la educación, ya sea como estudiante o como profesor o administrador del sistema educativo., Por lo tanto, es difícil comprender lo que sucede en el interior de las instituciones si no se presta atención a lo que sucede en el ámbito más general de la sociedad.

En casi todos los países de América Latina la década de los noventa fue prolífica en "reformas y transformaciones". En el caso de la Argentina muchos cambios fueron obra de la política, es decir, de la voluntad colectiva y las relaciones de fuerza en el campo político. Sería difícil hacer siquiera una síntesis de los grandes acontecimientos. Sin embargo, es preciso recordar algunas cosas que vinieron para quedarse. Luego de la experiencia de la hiperinflación de fines de los años ochenta, se apodera del control del Estado una fuerza política basada en una alianza muy peculiar. Los intereses de los grupos económicos más ligados a las corporaciones transnacionales se tradujeron en políticas que modificaron profundamente el esquema político institucional del país. Y lo pudieron hacer con la legitimidad conquistada en las urnas y refrendada, al menos en los primeros tiempos, por el veredicto cotidiano de la opinión pública.

El peculiar "Estado Benefactor" argentino fue desmantelado prácticamente sin resistencias. Sus promesas incumplidas y sus manifestaciones poco felices (burocratización, corrupción, ineficiencia, clientelismo político, corporativismo y otros) y una campaña bien afinada de desprestigio de lo público fueron los pilares sobre los que se basó un programa reformista inspirado en el neo-liberalismo (en las cuestiones económicas) y el neoconservadurismo (en algunos asuntos de índole ético-moral). Este programa adquirió matices bastante radicales si se lo compara con procesos similares registrados en otros países latinoamericanos e incluso en el ámbito mundial.

El denominado "modelo" económico liderado por el ex ministro de economía Domingo Cavallo y el ex presidente Carlos Menem introdujo transformaciones profundas y duraderas en la articulación Estado/sociedad en la Argentina. La privatización de los principales servicios públicos, la apertura de la economía y la desregulación de diversos campos de actividad se tradujeron en un debilitamiento sensible de las instituciones públicas en beneficio de la liberación de las iniciativas y los intereses "privados". Estos se convertirían en el motor del crecimiento y el desarrollo de la sociedad nacional. El menemismo hizo política por denegación, es decir, negando que la hacía. El programa del gobierno de turno, se sintetizó en la consigna de "achicar el Estado" y, por lo tanto, reducir "lo público" a su mínima expresión. El "modelo" se convirtió en "pensamiento único", es decir, en ortodoxia, y poco espacio quedaba para quienes se atrevían a cuestionar sus pilares fundamentales. Esta hegemonía tendió a manifestarse como sentido común de la población. La dicotomía Estado-mercado organizaba las visiones del mundo. El primero era el lugar de todos los pecados, defectos y errores, y en el mejor de los casos se lo consideraba un "mal inevitable". El mercado, por su parte, era el espacio de todas las virtudes y potencialidades. El Estado estaba habitado necesariamente por burócratas y políticos, por lo general ineficientes, incapaces y corruptos. En cambio, los emprendedores, en tanto sujetos protagónicos del mercado, se controlaban a sí mismos a través de un sistema automático de premios y castigos, tan inapelables como "objetivos". Las leyes del mercado son eternas y justas porque son "naturales", mientras que las leyes de los parlamentos son injustas porque obedecen a voluntades y relaciones de fuerza contingentes, arbitrarias y parciales. Las leyes del mercado no necesitan ejecutores, ya que producen ganadores y perdedores de un modo automático. En cambio, las leyes humanas necesitan de legisladores, ejecutores y jueces, siempre falibles en potencia, cuando no sobornables y corruptos.

Durante algunos años (1992-1994 y 1996-1998) el crecimiento del PBI y la famosa convertibilidad (un peso, un dólar) permitieron disminuir el índice de pobreza, que había crecido significativamente en los años de la crisis de fines de los ochenta. Las clases medias e incluso las clases medias bajas que tenían una inserción en el mercado de trabajo formal pudieron darse ciertos "lujos" antes reservados a las clases más acomodadas, como hacer turismo en el exterior, adquirir bienes de consumo durables y demás. Sin embargo, el famoso modelo mostró muy pronto signos de agotamiento. Ya sea por efecto de crisis externas (efecto Tequila, por ejemplo) o por sus propias contradicciones internas (tipo de cambio, deuda externa, desindustrialización salvaje y desempleo masivo, creciente concentración de los ingresos, etc.), los problemas no tardaron en hacerse presentes en diversos ámbitos de la vida nacional.

El final de este "proceso" fue tan trágico y rotundo como el del otro "Proceso" de triste memoria. El desempleo masivo se tradujo nuevamente en pobreza masiva, exclusión social, inempleablididad, etc. La cuestión social se expresó en el campo de la política de una manera abrupta y dramática. El gobierno del presidente De la Rúa, al persistir con el modelo de la convertibilidad, es derribado por las movilizaciones populares al finalizar el año 2001. El escenario de "felicidad" de los años noventa se trueca en tragedia y la sociedad nacional se encuentra al borde de la desintegración social.

La convertibilidad terminó en una devaluación de casi el 300%. La Argentina declaró el default de gran parte de su deuda externa. Pero muchas transformaciones introducidas durante la vigencia del "modelo" y muchas de sus consecuencias sociales son irreversibles, al menos durante el posmenemismo. Ya pasada la última crisis, la Argentina que quedó es bastante diferente de la Argentina de fines de la década del ochenta y los primeros años de la de la década del noventa. La experiencia histórica muestra que la salida de las crisis económicas y sociales marca un deterioro de las condiciones estructurales, en especial en términos de pobreza y desigualdad en la distribución de la riqueza.

Pero el problema social argentino no es únicamente

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