La Privatización Del Espacio Público.
Enviado por luis • 2 de Noviembre de 2011 • 7.785 Palabras (32 Páginas) • 896 Visitas
La Privatización del Espacio Público.
Análisis conceptual*
Por José Cisneros
Presentación
La conquista de la silla presidencial en México por personajes del Partido Acción Nacional, como antes lo hizo Fox y ahora Felipe Calderón, apoyados en vistosas y caras campañas publicitarias sustentadas en el marketing político, así como la posterior decepción ciudadana ante la falta de cambios en favor de las capas sociales más necesitadas, hacen preponderante la reflexión sobre todos los aspectos de la vida pública en general, y de la participación política en particular.
Dos elementos indispensables de la vida pública y de la participación política son el espacio público y el espacio público político, entre otros, sobre todo si se toman en cuenta los intereses de la ciudadanía que sostiene económicamente al gobierno a través del pago de impuestos. Pero aun considerando únicamente la vida política institucional, el estado no puede considerarse democrático sin la legitimidad que le confiere la ciudadanía activa. Y es en la necesidad de obtener esta legitimidad social que también resulta indispensable considerar la existencia de espacios públicos abiertos a la intervención de los ciudadanos de diferentes sectores sociales. De otro modo estaremos hablando de un estado autoritario.
Dada la interacción de los procesos políticos nacionales, regionales y locales con la dinámica económica del capitalismo global, que invade o tiende a invadir y a controlar los estados nacionales, en la época actual suelen imponerse criterios económicos de lucro sobre la convivencia social y la búsqueda del bienestar de la población nacional, trastocando así múltiples estructuras y funciones de la vida política de una sociedad determinada. Una de estas estructuras es precisamente el espacio público y una de las funciones es la participación ciudadana en los procesos políticos.
Por todo lo anterior, vale la pena hacer una revisión de los conceptos de espacio público y espacio público político, a fin de poder sustentar un análisis más amplio acerca del trastocamiento que parece estar sufriendo la participación ciudadana en los procesos políticos actuales. Esta revisión conceptual es precisamente lo que pretende abordarse en el presente trabajo, como parte de una línea de investigación mayor sobre la comunicación y la democracia que se irá reportando en posteriores entregas.
Introducción
En el ámbito académico y profesional, con lugares comunes o con estudios empíricos, empieza a darse por sentado que los medios difusión masiva son el espacio público por excelencia, dado que, como apunta Manuel Castells (1997) y subraya Francisco Aceves (2002): "sin ellos, no hay posibilidad de obtener o ejercer el poder". Asumiendo, por supuesto, un cierto estilo de ejercer el poder político que busca la aprobación de las masas, que no necesariamente es democrático, como ocurrió durante el fascismo, y dado que también hay formas de ejercer el poder político autoritario con o contra los medios, como es el caso del presidente George Bush en su decisión unilateral de hacer la guerra a Irak a pesar del desacuerdo mundial.
Primera observación: Entendiendo, pues, que si bien hoy día sin los medios de difusión no se pueda obtener o ejercer el poder sin un conformismo de la población, como diría Gramsci (1959), no por ello tenemos que dar por sentado que con el sólo hecho de usar los medios de difusión masiva ya estemos hablando de un poder democrático. Analógicamente, podemos pensar en el tremendo poder que en la Edad Media tenían los sermones en las catedrales para influir en el comportamiento de los siervos y lograr ese conformismo social que le ahorraba muchos dolores de cabeza a los soberanos, pero a nadie se le ocurriría pensar que el poder feudal se ejercía como un régimen democrático. Es decir, no basta manejar un medio difusor de mensajes que llega a las mayorías para hablar de democracia, aunque sí estemos hablando de dominación ideológica y política. Hablar de prácticas democráticas requiere de otro tipo de apreciaciones y una discusión más detallada sobre el papel de los medios.
Asimismo, hablar de espacio público en la operación de los negocios privados de difusión o publicitación (acción y efecto de hacer publicidad comercial) como los diarios, la radio y la televisión, entre otros, provoca de entrada una contradicción elemental: ¿Cómo pueden considerarse públicas unas instalaciones privadas donde nadie puede entrar sin invitación o permiso de los dueños, o donde difícilmente un actor social puede difundir mensajes si carece del dinero suficiente y la aprobación del contenido de los mismos por parte de los administradores del medio?
Segunda observación: Una cosa es el incuestionable poder de los medios de difusión en general, y en particular de la televisión, no sólo para seleccionar ciertas imágenes de la realidad política, entre otras, sino para crear un tipo de realidad, como las actitudes, por ejemplo, y otra cosa es que ese poder mediático sea público desde la perspectiva de la democracia. Aceptando incluso, como afirma Bordieu, citado por Aceves (2002), que “La televisión se convierte en el árbitro (subrayado mío) del acceso a la existencia social y política”, estamos hablando de un arbitraje privado que no tiene una función pública asignada por la ciudadanía ni un condicionamiento democrático. Estamos, eso sí, ante un poderoso medio de publicidad que incide en la construcción de una visión social de la realidad (Martín Serrano, 1985). Por lo mismo, las empresas de medios de difusión masiva, además de funcionar como filtros y promotores de una visión social determinada, son actores clave en la dinámica política de la sociedad, y son muchas veces más fuertes que muchos personajes políticos. Sin embargo, esta fuerza y función no los convierte automáticamente en medios públicos, si bien es cierto que regularmente sirven como lugar de encuentro de algunos actores sociales que inciden en la vida pública. Asumir de entrada que los medios de difusión masiva son el nuevo espacio público, no sólo es reducir el alcance jurídico y social de la cosa pública, sino reducir también la complejidad de la estructura y los procesos sociales en general, y políticos en particular, a un asunto de difusión masiva y persuasión ideológica.
Una de las razones que pueden existir para considerar a los medios como el espacio público, es interpretar el concepto “público” como “publicado” o “publicitado”, es decir, dado a conocer, sin tomar en cuenta su sentido político-democrático en tanto participación activa de los ciudadanos; o bien, reduciendo este sentido político al hecho de estar informado de lo que ocurre en los procesos socio-políticos como
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