La diplomacia coercitiva, resumen
Enviado por Gabriela Villamil • 14 de Octubre de 2020 • Apuntes • 1.638 Palabras (7 Páginas) • 236 Visitas
LA DIPLOMACIA COERCITIVA
Diplomacia: la gestión de las Relaciones Internacionales mediante la negociación
La amenaza del recurso a la fuerza se comprende, generalmente, en las relaciones internacionales, como un acto de coerción llevado por un Estado Contra un actor recalcitrante
Explica Lawrence Freedman: «El estudio de la coerción incluye el papel de la amenaza en la política internacional. Su rasgo distintivo es que el objetivo que trata de alcanzar jamás deja de tener oportunidades, pero debe evaluar éstas en función de los costes que resultan del hecho de aceptar o no la coerción»
Fines para los cuales sirve el uso de la fuerza y cuáles son los vínculos entre fuerza y poder.
1. El empleo de la fuerza militar es capital en el estudio de la estrategia y los desafíos de la seguridad. Este empleo concede, efectivamente, toda su importancia y su originalidad al dominio de los estudios: estratégicos.
La fuerza cumple en general cuatro funciones
La primera función es la defensa. La fuerza militar se despliega (a veces interviene) con el fin de prevenir un ataque o minimizar los daños, si éstos se produjeran. La fuerza, por lo tanto, se exhibe con la esperanza de que no será utilizada, pues de lo contrario su función defensiva podría fracasar. Si la prevención no tuviera éxito, el Estado puede entonces tomar la delantera y atacar primero (el término inglés & exacto es preemption, que Estados Unidos utiliza desde 2001 para justificar los ataques preventivos contra Estados o grupos terroristas).
La segunda función es la disuasión. El uso de la fuerza consiste en desplegar los suficientes medios militares para impedir que el adversario haga un gesto inaceptable, por el cual se lo amenaza con represalias (de castigo) si persiste en ello. La disuasión es así una forma de persuasión que tiene éxito cuando estas represalias no se tienen que ejecutar o cuando el país (o grupo) amenazado ve que se le niega cualquier posibilidad del uso de la fuerza. La disuasión puede alcanzarse por la vía del castigo (prometido) o de la negación (existente).
La tercera función es la coacción. La amenaza de utilización de la fuerza, o su empleo, con el fin de modificar el comportamiento de un Estado o de un grupo. Éste debe abandonar una acción que ha emprendido, o comenzar una que es contraria a la que hasta ese momento ha realizado y que contradice sus intereses o sus objetivos. La coacción tiene éxito cuando la parte coaccionada acata las demandas de la parte coaccionante, objetivo final de la diplomacia coercitiva.
La disuasión y la coacción tienen en común el uso potencial de la fuerza. Mientras que la primera es pasiva y quiere preservar el statu quo, la segunda se expresa de manera activa y quiere modificarlo.
La cuarta función es la del prestigio y el estatus, que actúa sobre las percepciones. Es una de las características de las grandes potencias, que buscan preservar y maximizar su influencia y reputación, desplegando y proyectando sobre la escena internacional sus fuerzas militares con el fin de demostrar su voluntad y poder. El prestigio y el estatus favorecen la coacción en la medida en que refuerzan la credibilidad de las amenazas y del uso potencial de la fuerza. En principio, la posesión de una fuerza militar importante facilita al mismo tiempo la salvaguarda del prestigio o del estatus y la aplicación de la coacción.
Las funciones defensiva y ofensiva de la fuerza se asemejan en que están basadas en el empleo real de la coerción. La diferencia es que la defensiva al igual que la disuasión, quiere preservar una situación existente, mientras que la ofensiva, como la coacción, desea transformarla. La ofensiva puede por consiguiente desembocar en una guerra, mientras que la coacción alcanza su objetivo cuando ha conseguido evitar un conflicto armado.
En todos los casos, el uso de la fuerza es una estrategia que apunta a preservar o a transformar una situación internacional. Para los realistas, este uso participa del vínculo natural entre fuerza y poder. Una sirve al otro. La fuerza, cualquiera que sea su forma, permite a un Estado preservar o aumentar su poder.
Autores:
Thomas Schelling: La violencia es útil y consigue su objetivo en la medida en que es temida sin ser infligida. Las amenazas tienen éxito cuando no llegan a aplicarse. La noción de coacción significa, por lo tanto, “obtener el acuerdo o la colaboración del enemigo por la amenaza de una acción que puede hacerle el mal suficiente para provocar su asentimiento”
Alexander George: Definió el objetivo de la diplomacia coercitiva como el «apoyo - a una demanda hecha al adversario, acompañada por la promesa de un castigo si se la rechaza, que sea creíble y potente para persuadir al adversario de que su interés es de obedecer a la demanda. En el análisis del profesor George, tres dimensiones son importantes: la persuasión utiliza como recursos elementos de recompensa para influir sobre el adversario, además de la coerción; la reacción del adversario es primordial para garantizar el éxito de la amenaza; además, los gestos, el regateo, la conciliación y la negociación tienen una función fundamental.
Varias dimensiones importantes se deben retener en el ejercicio de la diplomacia coercitiva o de la estrategia de la coacción:
La coerción o la coacción dejan planear el recurso de la utilización de una fuerza creíble y necesaria, pero no absoluta, que imponga un cambio de comportamiento. Los fines políticos tienen preferencia sobre los objetivos militares.
Manipula al mismo tiempo el palo y la zanahoria, la recompensa y el castigo. Representa una forma de «diplomacia dura», y se apoya en me didas militares y no militares, especialmente en las sanciones, el bloqueo naval, el bombardeo o la intervención en tierra.
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