¿La escuela soluciona las desigualdades sociales?
sggiordanengoEnsayo16 de Septiembre de 2023
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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA NACIONAL
Carrera: Profesorado Docencia Superior - San José
Tema: ¿La escuela soluciona las desigualdades sociales?
Integrantes:
Rocio Alvarez – DNI Nro.:
María Florencia Malliet – DNI Nro.: 39.034.525
Sergio Giordanengo – DNI Nro.
Andrea Noguera – DNI Nro.
María Paula Uslenghi – DNI Nro.32849991
Jorge Tito Martinez – DNI Nro.:
INTRODUCCIÓN:
Este trabajo tiene como objeto analizar estudios o trabajos realizados respecto al siguiente cuestionamiento: Cuál es la incidencia de la educación formal que reciben los alumnos en relación a su realidad social, específicamente si aquella se constituye en una herramienta necesaria e imprescindible para superar las desigualdades sociales que afrontan como integrantes de cierto sector marginal de la sociedad.
Podría afirmarse que, tanto en la sociedad como en la política, existe un consenso mayoritario que indica que la educación es importante y que el sistema educativo puede resolver los problemas de inequidad social. En la búsqueda del sustento bibliográfico para hallar la respuesta al cuestionamiento referido, identificamos dos enfoques que examinan la temática brindando análisis distintos y, por ende, arribando a conclusiones disímiles.
Por un lado, el artículo disparador del presente trabajo es “¿La escuela soluciona las desigualdades sociales?”, del investigador Emilio Tenti Fanfani, publicado en 2019.
A su vez, y en una postura de contrapunto, analizamos la perspectiva que esgrime el Rector de la UNIPe, Adrián Cannelotto en su artículo “De la Educación hacia la Justicia Social”, publicado en 2015.
El presente trabajo intenta realizar un análisis explicativo de ambas posturas y resaltar como colofón, las distintas resoluciones que plantean ambos autores elegidos al tema puesto en debate.
DESARROLLO:
(Forma sintética captar las ideas de los autores que tratamos)
El artículo (del investigador Emilio Tenti Fanfani) mencionado (¿a cual refiere?, porque se mencionan dos en el párrafo anterior. Quizás mejor explicitarlo) comienza su análisis respondiendo a la pregunta con una conclusión claramente contraria a la opinión común que se tiene sobre la materia, ya que sostiene expresamente: “La educación tiende a expresar y reafirmar desigualdades ya existentes en mucha mayor medida de lo que contribuye a cambiarlas”[1]
“La mayoría de los estudios concluyen que se requiere más igualdad social si se quiere tener un sistema escolar que garantice el derecho que tienen las nuevas generaciones (y la sociedad en general) a desarrollar esos conocimientos poderosos que constituyen la condición del ejercicio de la ciudadanía activa y participativa, no solo en el campo político, sino también en el social y el cultural. De modo que la relación entre educación formal e igualdad social tiene un doble sentido: la posición de los individuos y sus familias en las distribuciones de bienes y servicios en parte determina la experiencia escolar y los aprendizajes resultantes. Al mismo tiempo, lo que hace la escuela, lo que ofrece como experiencia y los aprendizajes que construye, tiene determinados efectos en los distintos espacios o ámbitos donde se desarrollará la vida de las nuevas generaciones: la familia, el trabajo, los consumos, la política y la cultura.”[2]
El investigador comienza a explicar dicha conclusión sobre la base de los siguientes argumentos; el primero es proponiendo descartar la visión todopoderosa que se le asigna a la escuela, por cuanto en la realidad ésta no recibe los recursos de financiamiento necesarios y por el otro lado menciona la falencia en que se incurre con la extensión indefinida de los contenidos curriculares, frente al cual no se cuenta con el tiempo suficiente para su desarrollo y los docentes suelen perder el criterio de los contenidos esenciales para los alumnos.
Es decir que, en principio, la institución educativa se enfrenta a limitaciones materiales -falta de recursos apropiados- e insolvencia organizativa para la extensión de los contenidos curriculares, lo cual impediría considerarla como organización con entidad suficiente para resolver problemas de carácter social.
El segundo argumento se refiere a la “masificación de la escolaridad”. Afirma que las investigaciones sociológicas han determinado que a pesar de la implementación del ingreso más temprano y la extensión del cursado escolar, lo que se observa es el crecimiento en las desigualdades sociales, sobre todo en la distribución de ingresos y propiedades. Concluye que si bien el proceso de escolarización y el desarrollo de la economía y la distribución de bienes sociales se interconectan, evidentemente dichos procesos se desarrollan con reglas propias e independientes y tiempos de evolución distintos.
A su vez, la referida masificación acentúa la desigualdad en la escolaridad ante la distinción de establecimientos jerarquizados para los sectores ricos de la sociedad, los cuales contarían con infraestructura física, tiempo y recursos tecnológicos, que benefician exclusivamente a los alumnos de dichos establecimientos, frente a las “pobres escuelas” destinadas al resto de las clases sociales, las cuales pasan a atender mayor cantidad de alumnos sin el incremento de los recursos necesarios para ellos (concepto de oferta elástica).
Aquí el autor incluye la cuestión de la calidad educativa, por cuanto sostiene: “Por eso, no hay que confundir escolarización con acceso al conocimiento poderoso. La segregación escolar (cada clase social en sus propios establecimientos escolares) atenta contra el desarrollo igualitario de la educación y favorece la reproducción escolar de las diferencias sociales.”[3]
Además, aquí el autor pone de resalto su consideración respecto a la función social que le atribuye a la escuela, sosteniendo que aquella no debe limitarse a la “formación para la fuerza de trabajo”, sino que: “…tiene una finalidad más noble y más compleja: formar seres humanos, el famoso aprender a ser tanto desde el punto de vista intelectual como ético y estético. Debe colaborar en el desarrollo de los mapas cognitivos y emocionales que les permitan a las personas relacionarse con la naturaleza, el mundo social y con sus semejantes”. [4]
El tercer argumento que realiza el investigador para fundar su conclusión se basa en que “el mundo de la escuela” produce desigualdades en sí mismo, producto de lo que denomina el efecto de estructuras y relaciones de fuerza objetivas y también de estrategias de actores sociales, familiares y escolares.
Lo explica en el sentido que los recursos que el individuo tiene a disposición por su pertenencia a determinada familia o sector social le permite contar con mayor diversidad de elección o libertad, independientemente de sus valores, esfuerzo o dedicación.
En tal sentido, las familias consideran de importancia la elección de la institución a la cual irán sus hijos desde el nivel inicial, contando con la posibilidad de elegir las mejores escuelas. Ello determinaría que la desigualdad en el punto de partida determina oportunidades de aprendizaje desiguales. Una primera diferencia está entre quienes pueden elegir y la mayoría, que no tiene esta posibilidad. Así, las estrategias de escolarización de las familias influyen en la segregación escolar, que se ve favorecida por la predisposición a la segregación espacial. En definitiva se van conformando escuelas “dedicadas” para cada sector social, con la consiguiente configuración de categorías de instituciones y, por ende, de nivel educativo.
Textualmente dice el artículo> “…las estrategias de las familias y las de los agentes escolares contribuyen a conformar una red de instituciones escolares, donde cada una atiende a poblaciones homogéneas desde el punto de vista escolar El problema no es simplemente la diversidad de establecimientos, sino su jerarquización en términos de valor social de la experiencia de escolarización y de los aprendizajes allí desarrollados”.[5]
Este proceso de jerarquización de las instituciones educativas tuvo su incidencia en el transcurso de la pandemia. En dicha situación de emergencia, principalmente las escuelas privadas urbanas contaron con ventajas consistente en conectividad a Internet, tenencia de dispositivos tecnológicos para cada alumno, y plataformas educativas en las cuales tanto los docentes como los alumnos estaban familiarizados con su uso para la realización de actividades asincrónicas; todo ello sirvió para la colaboración recíproca de docentes y estudiantes y entre estos últimos y, consecuentemente, las posibilidades de aprendizaje resultaron mucho mejores que en el resto de las instituciones educativas que adolecieron de las ventajas mencionadas.
De ésta manera creemos que es dable concluir que los condicionantes sociotécnicas de la actividad pedagógica en los distintos establecimientos demuestran un proceso de fragmentación, caracterizado por la pérdida de referencias comunes (diversidad, cantidad y calidad de contenido para el aprendizaje), y una profundización de las desigualdades entre los distintos sectores sociales agrupados por establecimientos. FALTA TERMINAR
Como corolario preliminar, podemos resaltar que éste autor sostiene: “La construcción de una sociedad justa excede en mucho a las capacidades y competencias del sistema escolar. La igualdad social es, … un asunto de política en el sentido más noble del término.” [6]
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