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La leyenda De la Princesa Gorda


Enviado por   •  26 de Octubre de 2017  •  Apuntes  •  738 Palabras (3 Páginas)  •  1.422 Visitas

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La leyenda

De la

Princesa Gorda


Érase una vez, en la tierra de Titania, Vivian dos princesas a las que les encantaba jugar juntas en el bosque conocido como la Selva Negra.

Un día, mientras se adentraban en él se toparon con algo de lo mas misterioso…

¡Era un pastel!

¡¡Que crecía del suelo!!

Atraídas por tal manjar, las princesas no pudieron resistirse a probar un pellizquito, seguido de un mordisco y rematado con un buen trozo.

En un abrir y cerrar de ojos las princesas estaban presas de una intensa glotonería.

De entre los arbustos cercanos apareció una criatura peluda… y luego otra, y otra.

Pronto, decenas de peludines del bosque se congregaron alrededor de las princesas.

Completamente ajenas al peligro que las rodeaba, las princesas siguieron atiborrándose del delicioso pastel.

Solo se escuchaba “Ñam, ñam, ñam, ñam.”

Y en un abrir y cerrar de ojos, y para gran disgusto de las come pasteles… las princesas desaparecieron.

Al cabo de unas horas, al ver que las princesas no regresaban, los reyes empezaron a preocuparse y mandaron grupos de búsqueda al bosque “Partid y no volváis sin la princesa”.

No tardaron en encontrarlas pero lo que vieron los dejos boquiabiertos.

“¡Van a explotar!” gritaron los reyes. “¡Detenedlas!”

Devuelta al castillo los reyes maldijeron al pastel y decieron prohibir su consumo en Titania por siempre jamás.

A la mañana siguiente…

“¡Señor! ¡Señor! ¡La princesa no deja de comer! ¡Dice que se muere de hambre! ¡La única manera que tenemos de evitar que le suenen las tripas es dándole el pastel prohibido!”

El rey suspiro. “Envía hombres al bosque y diles que traigan todo el pastel que puedan”.

La princesa devoro cada porción, cada trocito y cada migaja de pastel que le ofrecieron.

El hambre con la que estaba maldita no podía saciarse.

El rey era presa de la desesperación. “¿Qué necesitaba para romper aquella maldición?”. Llamo al capitán de la guardia con la mano.

“Necesitamos respuestas y la necesitamos ya coge a unos cuantos hombres, ve a buscar a los sabios de la montaña y tráelos”

Cuando los sabios llegaron al castillo hablaron con el rey. “El poder y la suculencia de este pastel supera nuestras habilidades, la única esperanza es que el gran oráculo pueda desvelar la fuente del poder del pastel”.

 “¡El gran oráculo!” respondió el rey. “Comprendo. ¿Qué hay que hacer?”

“Debemos hacerle una ofrenda… un presente de riquezas de tierras lejanas” dijeron los sabios

“Muy bien. ¡Así lo haremos!”.

“Majestad, el oráculo ha hablado”.

“Bien, bien… escuchemos”.

“La maldición solo puede romperse… ¡con el beso de un apuesto príncipe!”.

“¿Un príncipe? ¡¿UN PRINCIPE?! ¿Dónde se supone que voy a encontrar a un príncipe?”.

Al cabo de unos meses, en Titania todo seguía igual. La princesa comía y comía para desesperación del rey.

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