La mujer y el trabajo.
Enviado por PiaC2016 • 30 de Mayo de 2016 • Documentos de Investigación • 4.281 Palabras (18 Páginas) • 254 Visitas
EL TRABAJO
Índice
- Conceptos sobre la relación género, trabajo y empleo (página 3)
- La Mujer y el Trabajo (página 5)
- Trabajo Sexual (página 9)
- Discriminación en el trabajo (página 13)
- Nuevas formas de esclavitud (página 15)
La mujer y el Trabajo
¿Cómo se da la incorporación de las mujeres al mercado de trabajo?
Que las mujeres estén asumiendo roles claves tanto en el proceso de desarrollo económico como en la manutención de sus propios hogares. Que las mujeres presenten un mayor nivel de instrucción y de escolaridad que el alcanzado por los varones.
No obstante, a pesar de que el aumento de la participación femenina en el mercado laboral, ha ido acompañado de un incremento en su nivel de escolaridad, la inserción en el mercado de trabajo no se produce en un marco de igualdad de condiciones con los varones, ya que las mujeres se insertan con ciertas desventajas que dificultan su acceso y permanencia.
Debido a pautas culturales que asignan roles femenino y masculino en la sociedad, las mujeres que trabajan o desean trabajar viven una situación de doble responsabilidad -hogar/trabajo- que les provoca una serie de conflictos, para su desarrollo personal y profesional. Persiste el mito de que a los hijos nadie los puede educar como una mujer, o que la cocina es ámbito femenino. Esto provoca el fenómeno de la doble jornada, es decir, la mujer trabaja fuera de casa y además tiene a su cargo el cuidado de los hijos y las tareas del hogar.
Un típico varón llega a su casa con la expectativa de que la comida esté preparada, la ropa limpia, los hijos atendidos y las múltiples tareas del hogar realizadas. Muy pocos toman conciencia que si ambos trabajan, lo justo es compartir tareas. Esto provoca estrés en las mujeres, ya que se les exige eficacia tanto en el mundo laboral como en sus funciones domésticas.
Persiste además la paradoja de entender que el cuidado de niños y el mantenimiento de hogares estables es de primera importancia, no obstante, se considera el trabajo doméstico como "no productivo", por eso, normalmente no es rentado ni tampoco figura en las estadísticas de ingresos.
Por otro lado, desde la demanda, los empleadores despliegan una serie de prejuicios con relación al trabajo femenino, que obstaculizan el acceso de las mujeres a los empleos. Esta actitud se sustenta en el supuesto impacto que sobre los costos laborales tiene la función biológica de la maternidad y el hacerse cargo de las responsabilidades familiares.
Esta situación de desventaja de la mujer frente al varón se constata analizando algunas características del mercado de trabajo femenino:
Un mercado laboral muy segmentado horizontalmente, la concentración de las mujeres en un conjunto reducido de ocupaciones que se definen como típicamente femeninas en términos culturales. Las mujeres trabajan, fundamentalmente como maestras y profesoras, enfermeras, secretarias, dactilógrafas, empleadas de oficina y vendedoras de comercio, peluqueras y afines.
Al mismo tiempo se observa un mercado laboral muy segmentado verticalmente. Concentración de las mujeres en los puestos de menor jerarquía de cada ocupación, lo cual implica puestos de trabajo peor remunerados y más inestables. Esta situación se manifiesta sobre todo en el sector privado. Brecha salarial entre varones y mujeres. El ingreso percibido por las mujeres durante su vida activa, es inferior al de los hombres. Esto se explica porque las mujeres están concentradas en los grupos de ingresos bajos y medios mientras que los varones se concentran principalmente en los grupos de ingresos medios y altos.
En base a lo expuesto anteriormente, se puede decir que los problemas que enfrentan las mujeres en cuanto al mercado laboral están cada vez menos referidos a la educación formal; responden a la segmentación sexual del trabajo, a la falta de capacitación profesional acorde con los nuevos paradigmas de producción; y a la permanencia de patrones culturales que siguen considerando el trabajo femenino como complementario del masculino.
Trabajo Sexual
INTRODUCCION
El trabajo sexual es el intercambio de servicios sexuales, a cambio de un pago para beneficio propio. Es una actividad laboral y está completamente separada, de aquellas actividades ilícitas como la trata de personas, la explotación sexual de menores de edad y la de mayores de edad ejercidas por proxenetas.
Este empleo, al ser ilegal en la mayoría de los países, las trabajadoras o trabajadores sexuales, son estigmatizados. Esto lleva a que estos trabajadores se encuentren en riesgo por distintas razones: trabajan solas, en zonas aisladas sin protección policial, y están expuestas a un gran riesgo de explotación y maltrato.
Esta actividad no es universalmente aceptada ya que muchas personas, incluyendo algunos profesionales del sexo, no reconocen su participación en el comercio sexual como un trabajo o ni siquiera como una actividad económica legitima. Por otro lado están las personas que consideran la prostitución como una forma de esclavitud sexual o una violación de los derechos de las personas involucradas.
TRABAJO SEXUAL EN LAS MUJERES
Si a finales del siglo XIX, la mujer prostituta era la versión femenina de la delincuencia, a mediados de los ochenta la prostitución femenina estaba asociada en el imaginario social a la drogodependencia o a biografías cargadas de violencia. En la actualidad, son las mujeres migrantes, especialmente las que trabajan en las calles, el principal objetivo de la maquinaria discursiva que legitima la violencia institucional. Cambian los discursos, pero no la intención: deslegitimar a las mujeres en prostitución como sujetos políticos con derechos demandables en igualdad de condiciones.
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