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La ofensiva empresarial. Industriales, políticos y violencia en los años 40 en Colombia Industriales, Prensa e Ideología Eduardo Saenz Rovner


Enviado por   •  22 de Noviembre de 2015  •  Reseña  •  1.703 Palabras (7 Páginas)  •  257 Visitas

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Libro: La ofensiva empresarial. Industriales, políticos y violencia en los años 40 en Colombia

Industriales, Prensa e Ideología

Eduardo Saenz Rovner

En el texto de Eduardo Saenz se explora de forma crítica la influencia mediática que generaron los industriales de Colombia del siglo XX, las formas y razones que proponían para este fin, y como esto afectó de manera considerable el pensamiento idiosincrático de la población. Concretamente, como la manipulación de parte de los grupos capitalistas sobre los medios de comunicación, fueron un componente primario en la forma de pensar del siglo XX.

Durante la penúltima década del siglo XIX y hasta después de mediados del siglo XX, las opiniones internacionales sobre el estado “cultural” del país, había sido descrita en muchos casos como ilustrada, guiado bajo principios de libertad e igualdad para todos. En general, se describía el proceso cultural como uno de los más avanzados en Latinoamérica, y que se debía principalmente a todo el movimiento periodístico libre, veraz,  y autocrítico, característico del país. Se señalaba que la libertad de prensa, más que un derecho en Colombia, era una característica identitaria. El periodismo, cuenta el autor, era ferozmente defendido por sus precursores. Entre todos estos, el periódico El Tiempo, era el que sobresalía entre todos los demás, se le llegó incluso a comparar con The New York Times, aseverando que su calidad y prestigio, servían a un solo propósito, y ese era informar al pueblo con información clara e imparcial. Algunos historiadores, señalaron que el espíritu de la libertad de prensa del país se gestó en la Guerra de Independencia, a principios del siglo XIX. En esta línea de pensamiento, Colombia nació democrática, y guiada tanto por héroes como por periodistas, los cuales en su noble labor se esforzaban por representar un pueblo pasivo, inculto, y marginado por las acciones gubernamentales.

Para entonces, y durante el periodo de poder de Eduardo Santos (ex-presidente de Colombia y dueño del periódico El Tiempo), quienes tenían influencia sobre medios de comunicación, y los – para entonces – poderosos lideres de la nación, conformaban una lista casi completamente idéntica. El problema con este fenómeno, señalo y estoy de acuerdo con el autor, radica en que para el momento no existían oposiciones fuertes contra esta situación. Ni siquiera los historiadores y periodistas de izquierda, a pesar de que impugnaban la idea de que los poderosos reproducían su ideología sobre los medios de comunicación; nunca explicaron con claridad esa relación entre las clases altas y poderosas, y los alcances de sus ideologías en los medios de comunicación; aún mas importante: ignoraron las consecuencias de la existencia de esta relación.

Si bien, se reconocía de alguna forma la influencia de los poderosos capitalistas y los medios políticos, nunca se indagó a profundidad la extensión de estas relaciones con los medios de comunicación vigentes para la época, ni como las campañas políticas y más importante: las capitalistas. Estaban todas fuertemente vinculadas las unas con las otras, por tanto las campañas de industrialización que se promovían en ese entonces en la prensa, no son más que un eco del poder de las elites sobre los medios de comunicación.

Como el autor señala, la prensa post-guerra, influenciada fuertemente por ANDI (Asociación Nacional de Industriales) reforzó a través de estos medios la propaganda a los productos nacionales, todo esto de forma premeditada y consensuada con los principales periódicos del país. Guiados bajo el dominio de la ANDI, los periódicos de Bogotá y Medellín iniciaron una serie de artículos promoviendo el consumo de productos nacionales, la defensa del sistema de libre empresa, y que principalmente las utilidades de las empresas industriales nacionales eran muy bajas. Como lo explica el autor, había todo un numero preparado para la manipulación de las masas, desde un departamento de publicidad, hasta un cuerpo de estadísticos que reforzaran las campañas publicitarias. Desde escritores especializados, hasta manifestaciones publicas de la ANDI haciendo declaraciones contra el librecambio con países extranjeros como Estados Unidos.

A pesar de todo, hubieron fuertes desacuerdos entre ambas partes. Principalmente por los voceros y los mensajes que se impartían en los periódicos. Tal fue el caso de las críticas de El Tiempo a fabricantes textiles, que se despertó un conmoción en la ANDI, y amenazaron con retirar los derechos de publicación de El Tiempo, tanto de ellos, como de sus asociados, si no corregían estos errores a futuro. El Tiempo, tuvo que ceder y en adelante cualquier entrevista que la ANDI quisiera ver publicada, se hacía de forma gratuita. Los periodistas colombianos, quien eran aclamados por la prensa internacional, llegaron incluso a sobornarse con buenos tratos en hoteles, a cambio de que publicaran artículos favorecedores a familias capitalistas poderosas. Los industriales, además fomentaron  la imagen de que eran un grupo poderoso, se aseguraban de que el registro fotográfico estuviera acompañado de poderosas frases aduladoras, de manera que su poder se ostentaba en bandeja de plata, dando la imagen de que representaban una clase emergente y pujante, plenamente consciente de su riqueza y poder (p. 83)

En este orden de ideas, la extensión de la conspiración mediática se extendió desde Antioquia y la capital, a toda Colombia. La propaganda industrial alcanzó los rincones políticos sin causar ninguna sospecha, al punto de que se rechazaban las relaciones comerciales exteriores a fin de priorizar el comercio interno, y quienes se dedicaran al acto (que para entonces se calificaba de traición) de la importación de productos, eran brutalmente difamados por la prensa. Tal fue el caso del enfrentamiento entre compañías industriales exportadoras nacionales contra la ANDI. En este caso, la ANDI haciendo uso de sus facultades, acusó a ciertas compañías de usar el vínculo con el Estado como uno de los medios para sus propios beneficios. Por el contrario, lo que hacían era usar el aparato estatal a su favor.

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