La salud mental y su impacto en el funcionamiento del país, Chile

La salud mental y su impacto en el funcionamiento del país

La llegada de la COVID-19 a Chile tuvo consecuencias indirectas a las propias de una pandemia. Entre ellas se encuentra el incremento de trastornos de salud mental en Chile y en varios países del mundo.

Es importante detenerse a analizar este problema, ya que además de que la salud mental es fundamental para el bienestar del ser humano, la carencia de ésta se relaciona directamente con problemáticas sociales y económicas, que afectan a las personas y al gobierno en estos tiempos de crisis.

Es conocido que la inversión en salud mental es deficiente, lo que a mi juicio es irresponsable y contraproducente, ya que, al realizar un análisis global, la baja inversión en esta área impacta en otros ámbitos.

Los costos indirectos asociados a las enfermedades mentales incluyen el gasto gubernamental en vivienda, bienestar, educación y justicia, además de los costos vinculados al ausentismo laboral.

También existen costos sociales, y es que los trastornos de salud mental están asociados al abuso de sustancias y pobreza, ya que el costo de un tratamiento a largo plazo junto la pérdida de productividad producida por la enfermedad, contribuye a mantener una situación de precariedad. De la misma forma, vivir en situación de pobreza contribuye a la aparición y mantención de los trastornos mentales, generando un círculo vicioso. Es más, la Organización Mundial de la Salud considera que sin una inversión adecuada en salud mental se perpetua el círculo de la pobreza y se detiene el desarrollo.

Por último, las enfermedades mentales aumentan el uso y costos de los servicios generales de salud, ya que estas patologías generan importantes impedimentos para el autocuidado, adherencia y respuesta a tratamientos de otras enfermedades. Por ejemplo, la depresión aumenta en 60% la probabilidad de sufrir diabetes, incrementa significativamente el riesgo de padecer Alzheimer, y triplica el riesgo de morir de una enfermedad cardiaca.

Considerando estos antecedentes, si yo fuera presidenta de Chile, daría prioridad a la inversión en salud mental, siendo una de las medidas prioritarias el aumento de la cobertura de los seguros de salud existentes en nuestro país. Como solución temporal crearía un sistema en el que especialistas en este tipo de trastornos hicieran consultas de forma gratuita y remota, quienes también estarían a cargo de contactar y prestar apoyo a las personas que se encuentran vulnerables económicamente, a las que perdieron familiares, a quienes han sido víctimas de violencia, y a todas las que se encuentren en situaciones que afecten la salud mental.

Con la información recopilada me doy cuenta de que estas medidas son sumamente necesarias y urgentes ya que de ellas depende la calidad de vida, el entorno social, e incluso económico de los chilenos.

Y por último quisiera agregar la importancia de este tema desde mi experiencia personal. Día a día muchos de mis compañeros y yo luchamos con la injusticia de este sistema y la discriminación de este país hacia quienes padecen trastornos de salud mental.

Fuente:

• https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21443447/
• https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/97488/9789243506029_spa.pdf?sequence=1
• https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16733267/
• http://whe.org.au/wp-content/uploads/sites/3/2014/10/2013_Resource_Womens-Mental-Health-and-Wellbeing-OVERVIEW.pdf

A pesar de la prevalencia de trastornos de salud mental en Chile, el país no ha destinado los recursos necesarios para enfrentar esta situación. Lo cual es contraproducente, ya que imponen altos costos económicos para el país.

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