La secretaria de Villarrobos “Un cuento para contar”

La secretaria de Villarrobos

“Un cuento para contar”

Aunque el diario honestidad costeña hizo un prolongado cubrimiento de lo sucedido con el escándalo de la administración Peñalisa en la población de Villarrobos, y aunque la voz del pueblo, que comúnmente conocemos como chisme proliferó por cada rincón de este desconocido terruño,  tomando las más diversas formas y estilos que fueron desde el chiste jocoso contado en medio del almuerzo familiar, hasta el comunicado oficial del ministerio de justicia, pasando por el sermón de las siete mil palabras en la misa del domingo y aquel “yo si sabía” acompañado de un gesto de sabelotodo proferido por medio pueblo, y a pesar de que la misma voz de los implicados se manifestó veraz y reveladora de la total y entera verdad de los hechos que determinaron la suerte de juzgado alcalde. A pesar de todo lo visto,  oído y escrito, existe una historia oculta que habla del motivo verdadero por el cual la suerte de Roque pudo sortear la fatalidad de la pena de muerte que muchos de sus contradictorios exigieron con efusiva sed de venganza o justicia y reparación.

Todo Villarrobos, incluido el mismísimo burgomaestre Peñalisa en lo más hondo de su caótica y desordenada existencia ignoran que al final, fue precisamente la precaución, para ellos ajena, propia de una mujer como Sofía, quien mas podría ser, lo que protagonizaría de manera anónima la excepcional prueba en favor de lo único que Roque poseía en exceso, su vocación de ayudar a los más necesitados, razón por la cual su pellejo pudo, a la postre, tener otra suerte.

Pero más que hablar de Sofía tal y como la historia reciente nos la describe, es necesario remontarse a sus etapas formativas, hasta el mismo seno de su hogar donde a muy temprana edad ya afloraba en su carácter una marcada conciencia del deber, del orden y la responsabilidad. Esa misma condición que hizo de ella la mejor de su clase por casi toda su etapa de formación académica y que aplicaba de manera práctica y eficiente en su desenvolvimiento cotidiano y su manera de relacionarse con el mundo. Optó por estudiar Trabajo social, por la formación humanista heredada de su familia, no obstante su inquietud por los números y la idea de que mediante ellos la sociedad, la vida de su familia y la suya propia, podrían encontrar una forma de regularse, de salvarse del caos al que el género humano parece estar predestinado, idea esta que nunca más se apartó de su manera tan particular de ver el mundo, acompañada de una filosofía del orden, del registro contable de cada cosa mensurable, hasta de otros aspectos, que a su manera de ver también estaban atravesados por los números, como lo son las emociones, y todos aquellos aspectos que vienen de las zonas blandas de nuestro ser.

Por eso ella, Sofía, quién a los ojos de muchos no pasaba de ser un engranaje más de la maquinaria montada y echada a andar para agravio de muchos y beneficio de otros, la misma que parecía no ver más que por los ojos de su adorado Mesías, pudo conservar a fuerza de costumbre el habito de llevar consignado por escrito no solo sus vivencias que a diario depositaba en su inseparable libro de notas, sino también, y de manera casi clandestina, llevó el registro de cada peso entregado a su “RobinHood” en la repartición a granel del botín sustraído de las arcas municipales, y de todos las transacciones, por más mínimas que fueran. Todo esto señalado con toda la meticulosidad y detalle que solo una mujer de su género podría tener, y que constituía un archivo de más de trescientas páginas escritas de su puño y letra, cada hoja con un encabezado que de izquierda a derecha designaban el lugar, la fecha, hora, concepto y cuantía del monto transado y en los caso de entrega de dinero en efectivo se aseguraba de incluir la firma y cedula del beneficiado como garantía de la autenticidad del registro.

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