La trasformación del estado mexicano

Seminario de Política Social Comparada

7 de febrero de 2018

La transformación del estado mexicano

Cada generación es recordada  y marcada por los acontecimientos que surgen en el día a día, sin embargo, hay sucesos que afectan no sólo la vida de unos cuantos sino a una nación entera y este fue el caso de los mexicanos que crecieron en los años ochenta.

A lo largo de la década de los 60 y 70, México se vio afectado por las constantes agitaciones sociales, existía una bipolaridad mundial entre el mundo capitalista y el socialismo, sin embargo, a pesar de su neutralidad, el país siempre estuvo inmerso en negociaciones con Estados Unidos. Es en 1976 cuando estas acciones no son suficientes y la nación experimenta una crisis provocada por el deterioro en el modelo de sustitución de importaciones. El caos comenzó a hacerse presente.

Llegan los años 80 y el hartazgo social se hace evidente. El gobierno mexicano ha perdido credibilidad y autoridad. Se descubre un estado limitado, es decir, un estado que prefiere llevar a cabo la cancelación de programas, favorecer la privatización y desincorporación de empresas públicas; los ciudadanos han perdido la corresponsabilidad en el desarrollo de la gestión pública.

Y todo ello surge porque las decisiones tomadas no han sido las mejores. Los conflictos continúan, cada vez más difíciles y complejos; el gobierno se hace más pequeño y los problemas públicos más grandes.

Es momento de tomar cartas en el asunto y tratar de dar fuerza a las políticas públicas pero también a la democracia, es en este instante en donde la ciudadanía exige a su gobierno dar mayores y mejores resultados, no sólo entre dichos, sino a través de acciones. La probabilidad de un gobierno diferente se hace presente.

        Por primera vez los ciudadanos creen tener el control del voto; el gobierno queda sujeto a lo que la sociedad exige (mejores finanzas, rendición de cuentas, transparencia en el actuar, garantías individuales, libertad), sin embargo, éste se ve rebasado porque no sabe cómo actuar. Es fundamental crear estrategias para administrar al país a través de políticas y con sentido público.

        A partir de este momento, el gobierno se da cuenta que no puede dar solución a los problemas por igual, una cosa son los temas educativos, otro los de empleo o quizá los de comercio internacional. Es imposible homogenizar todos los temas. Hay situaciones públicas que no tienen por qué ser privadas o viceversa.

        Después de todo un análisis, por fin se llega a una nueva etapa para las políticas públicas, el gobierno decide hacer partícipes a los ciudadanos creando consensos, con viabilidad administrativa y económica. Desaparece el protagonismo gubernamental para incorporar  a la opinión pública.

        Con el paso del tiempo, el sistema económico ha sufrido diversos cambios. El neoliberalismo ha pretendido compensar las fallas que el estado ha tenido a través de la privatización de diversos sectores, situación que ha generado todo un debate entre aquellos que creen firmemente que el estado pone en riesgo su bienestar al dejar que instituciones privadas se hagan cargo de temas tan importantes como los son la seguridad social y el sistema pensionario.

        Sin duda, la seguridad social es una de las políticas más importantes para el país, toda vez que es un derecho que cubre las contingencias sociales como las enfermedades y el hambre, de ahí que nacen los seguros sociales.

        El caos vivido durante los años 80 trajo como consecuencia una reducción de la cobertura previsional en la seguridad social y por ende en los salarios; ello provocó el aumento del empleo informal y el desempleo. Pasaron pocos años para que se privatizara el sistema de pensiones.

        La crisis no ha parado y el problema se ha acrecentado tanto que el estado ha permitido que el sector privado se convierta en una mejor y mayor posibilidad para que la ciudadanía pueda acceder a un derecho humano perdido.

        Es en 1995 y ante esta inminente crisis que el ex presidente Ernesto Zedillo determina cambiar el modelo de seguridad social, con el fin de contribuir al reordenamiento económico, buscando un ahorro, lo que significaba que las administradoras privadas llegaran sin ningún problema.

        El meollo del asunto es que ni el estado ni las instituciones privadas encargadas de atender este tema han podido garantizar al cien por ciento la seguridad de una vejez plena. Las nuevas generaciones se han visto en la necesidad de buscar alternativas que les permitan en el futuro lograr una estabilidad y tranquilidad ante la incertidumbre económica.

Es urgente que el gobierno genere una estrategia de inversión apropiada, mediante políticas de regulación e inversiones adecuadas y eficientes. Un derecho humano como lo es la seguridad social no puede debilitar al propio trabajador. Y es que desafortunadamente y como siempre ocurre, los ciudadanos más pobres son los más afectados, viven sin un derecho social que les de seguridad.

Sin duda, un área de oportunidad es el generar políticas públicas que permitan al estado satisfacer las demandas de la población sin poner en riesgo la integridad de los ciudadanos mexicanos y no continuar como si el trabajador fuera un simple cliente de las instituciones financieras privadas, quienes administran los recursos y todavía cobran por hacerlo.

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