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Las Resistencias


Enviado por   •  12 de Octubre de 2013  •  1.476 Palabras (6 Páginas)  •  494 Visitas

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LA ESCUELA COMO UN PERFORMANCE RITUAL

LA ANTIESTRUCTURA DE LA RESISTENCIA.

Con el termino “resistencia” me refiero a un comportamiento de oposición del estudiante que tiene significado simbólico, histórico y “vivido” y que impugna la legitimidad, el poder y el significado de la cultura escolar en general y de la instrucción en particular.

Las resistencias son, en lenguaje de Turner, experiencias “liminales”; ocurren entre estudiantes que habían comenzado a tener contacto con símbolos ilegítimos y que intentaban disminuir la autoridad flexionando tanto como fuese posible sus músculos contraculturales. El origen de las resistencias se encuentra en la antiestructura.

Entender la resistencia escolar como una forma de lo que Turner llama “el drama social”. Sus cuatro indicadores culturales son: ruptura, crisis, corrección y reintegración o reconocimiento del cisma.

Los gestos de resistencia son el coraje, el miedo y el rechazo del estudiante, expresados de forma personificada o corpórea.

La resistencia es una incursión simbólica contra el consenso. Las resistencias provocan con frecuencia arrebatos de cólera entre los maestros.

Los casos de resistencia eran a menudo ignorados por los maestros; pero cuando se admitían oficialmente, constituían lo que Goffman llama una “ruptura del marco”.

Cuando se rompía el marco del ritual instruccional por la penetración de la resistencia, los maestros encontraban intolerable la disonancia entre su función como docentes y sus expectativas acerca del comportamiento de los estudiantes. Eran desafiadas sus posiciones.

La etapa de reintegración del drama social nunca se cumplía. Los estudiantes continuaban presentando una resistencia cotidiana.

Los rituales del salón de clase poseían una función colectiva además de la de simplemente fortalecer el sentido de solidaridad orgánica. Los rituales de resistencia, como oposición organizada y a la vez espontánea de la instrucción, servían tanto para desalojar los símbolos muertos como de los ocluidos conductos culturales y del sistema ritual como para remplazarlos por símbolos mas significativos, los que establecen una “sujeción fiduciaria” sobre los estudiantes.

EL OJO INDÓMITO

Rehusarse a trabajar era uno de los métodos más formidables de resistencia: era un escándalo de ausencia, una insurrección callada, una retirada hacia la oscura interioridad y las lúdicas cavernas de la imaginación. Sentarse inmóvil y fingir estar pensando en una tarea, más que una política de provocación clandestina, era fundamentalmente una rebelión ontológica, una ruptura liberadora del perfeccionamiento moral y restrictivo, carente de los atributos liminales del estado de la esquina.

El silencio y la quietud que eran parte del rechazo a trabajar, constituían una pausa en busca de retroalimentación que actuaba como una forma de “signo cero” significada por la ausencia de movimiento. Rehusarse a trabajar era existir más allá de las fronteras de la subordinación, al ubicar el albedrio humano y la voluntad individual en la antiestructura nocturna y etónica de la muerte, donde lo racional pauta a lo surreal, lo indicativo a lo subjuntivo, lo metonímico a lo metafórico.

El ojo, espejo de la mente, era el órgano más fenomenológicamente subversivo de la resistencia del estudiante. Enfrentarse al ojo indómito era, en términos mitológicos, enfrentar al horror de la Medusa de este ser desnudo.

El ojo vagabundo significaba una mente desincorporada del discurso racional del trabajo: una mente libre, crítica y por lo tanto desafiante. El ojo vagabundo proporcionaba el conjuro de la eterna replica del maestro: “¡mantén los ojos en tu trabajo!”.

EL PAYASO DE LA CLASE: ÁRBITRO DE LA RESISTENCIA PASIVA, LA INVERSIÓN Y EL METADISCURSO.

Ubicado en el contexto de la resistencia ritual más pasiva al orden normativo de la escuela, se encontraba el bufón del grupo.

Al margen de estas líneas podría decirse que el payaso del salón de clase trivializaba las transacciones instruccionales y demostraba lo arbitrario de los axiomas culturales “sagrados” y los ceremoniales santificados que amalgamaban el universo simbólico de la sección.

Con las mofas, el ridículo, las imitaciones y las parodias de los fracasos de los maestros y condiscípulos por igual, podría decirse que el payaso de la clase “juega” con la inconsistencia y la ambigüedad internas de los símbolos rituales y las metáforas. El cubre divirtiendo el abismo el mundo entre la vida del aula y la inversión de dicho orden.

El payaso de la clase sirve para atenuar la raigambre de la realidad del aula; disminuye el control autoritario que los símbolos maestros ejercen sobre los estudiantes.

Como el payaso manipula el contexto de la vida del salón de clase, nunca se encuentra totalmente reificado

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