Las calificaciones, texto argumentativo

Lucas Líbano Brañas

IVºD

        Durante muchos años en colegios, universidades y en los trabajos, para medir tanto el aprendizaje como el esfuerzo que realiza el alumno o personal, se utilizan calificaciones, que pueden ser en escalas del  1 al 10, de la A a la F o, como es el caso de Chile, del 1 al 7. Esta escala marca el aprendizaje o esfuerzo de la persona, obteniendo una calificación baja si no es muy bueno, y alta si es sobresaliente. En términos simples, a la persona se le da una clasificación, pero ¿Acaso no es discriminatoria esta clasificación? Las calificaciones no son una práctica que haga crecer a la persona, solo la limita.

        Considerando el artículo “Depresión en estudiantes universitarios y su asociación con el estrés académico” realizado por expertos en el área de salud y publicado en la revista electrónica Scielo, se puede sostener que las calificaciones perjudican psicológicamente el estado de la persona, llevándola a  leves y serias depresiones. Analizando los resultados de esta investigación, se puede observar que de la muestra estudiada, el 47,2% presenta depresión, y analizando únicamente a las mujeres, más de la mitad presenta un cuadro depresivo (52,2%). Si seguimos analizando los resultados, dentro de la frecuencia de los problemas académicos en estudiantes universitarios, el tener menor rendimiento que antes, sumado al sentir rechazo por parte de los otros equivale al 35.5%. En efecto, las calificaciones y la marginación que produce entre unos y otros, produce graves enfermedades como la depresión, causando en algunos casos incluso la muerte.

Las calificaciones generan una diferencia entre una persona y otra, porque como dice su definición, se juzga el grado de suficiencia o de insuficiencia del alumno respecto a un conocimiento, fomentando positivamente a quien esté obteniendo buenos resultados, y castigando o desaprobando a quien esté obteniendo resultados malos con una mala calificación, marcando así su aprendizaje y llevándolo muchas veces a enfermedades, como la depresión. El conflicto está en que estos malos resultados pueden ser producto de dificultades que tenga este para aprender ciertos contenidos, pero eso no quiere decir que se tenga que clasificar a este individuo como inferior sobre otros, que tiene menos conocimientos que otros, ni que no es capaz de aprender como otros lo hacen rápidamente. Este puede tener una variedad de diferentes facultades, pero al calificarlo negativamente, le enrostro que, como no es capaz de aprender lo que se quiere que este asimile, no sirve para la sociedad, no cumple  con lo que la sociedad espera de él.

        Dicho esto, es apropiado generar la analogía entre las calificaciones y el regar dos plantas con diferentes cantidades de agua. Al regar con el agua necesaria a una planta, y a otra con menos agua, el crecimiento de la primera será mucho mayor, mientras la otra se quedará pequeña y sin opción de seguir creciendo. El agua estaría siendo como la calificación, si yo riego a una persona con comentarios positivos, es decir, la clasifico como sobresaliente al darle buenas calificaciones, seguirá creciendo o sintiendo entusiasmo por ir más lejos, pero por el contrario, a quien se margina enrostrándole que no es lo que la sociedad espera de él, es decir, a quien se le entregan calificaciones bajas, produciré en él una angustia, una incomprensión del porqué existe esa diferencia entre los sobresalientes y él, pudiendo así caer en una depresión, como es el caso de muchos estudiantes, que como ven que van disminuyendo sus calificaciones, entran en cuadros depresivos.  Así este pierde todas expectativas sobre lo que viene, sobre sus metas personales y logros, poniéndoles un techo imaginario, que no son capaces de sobrepasar.  

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