Libertad Condicionada Del Siglo XXI

Libertad condicionada del siglo XXI

¿Qué tan diferentes somos de lo que éramos antes? Podría resultar sencillo contestar esta pregunta, si la sociedad evoluciona día con día. Y nuestras mentes se inundan con ambición. Mañana mi tecnología será obsoleta. Mis hijos me dirán anticuada y me costará trabajo digerir la conducta de las nuevas generaciones.

Nos resulta maravilloso poder comprar lo más innovador del mercado, alimentar ese deseo de ser el primero en todo, apantallar a nuestros conocidos con nuestras pertenencias.

Cualquiera diría: somos totalmente diferentes, hemos subido diez pisos la escalera de la superación. Hoy en día podemos poseer lujos, tenemos libre albedrío para elegir a nuestros representantes, hombres y mujeres somos tratados por igual, e incluso creemos que somos libres de vivir como se nos antoje.

La mayoría de las personas, pensamos así. Y vivimos día con día sosteniéndonos de una creencia mal fundamentada, sin detenernos a observar más allá de lo que creemos que vemos. Vivimos al margen de lo que nos dicta la sociedad, de lo que nos inculcan nuestros padres y de lo que vemos y escuchamos en los medios de comunicación, y aún así muchos creen que somos libres. Pero si nos detuviéramos un momento a reconsiderar esta idea nos encontraríamos con una infinidad de motivos que nos dicen lo contrario. El hecho de no ser libres radica en la mente. Nuestra mente es manipulada desde que nacemos, se amolda a lo que exige la sociedad, se deforma y nos modificamos día con día. Y sufrimos este proceso todos los días de nuestra vida, porque todos somos multitud. Un individuo es el conjunto de toda la sociedad, lo que hace inevitable su deformación mental. En un sentido no literal, ese filtro de nuestra mente llamado raciocinio se va desgastando con el tiempo, hasta volver sumamente vulnerables las creencias propias, hasta volverlas susceptibles de transformarse en cualquier momento. Y además, nos volvemos susceptibles a creer todo aquello en lo que crea la mayoría.

Si logramos deshacernos, aunque sea por unos momentos de esa telaraña que se forma en nuestra mente con el tiempo, resultarían inútiles muchos acontecimientos, como venerar el logro la abolición de la esclavitud, lograr el voto femenino, etc. Pues podríamos darnos cuenta de que esto sigue pasando. La sociedad no va subiendo una escalera, va dando vueltas en círculos. Pues, aunque a simple vista veamos mejoras en algunos aspectos intelectuales, económicos, sociales y culturales, todas llevan por debajo el mismo mensaje de manipulación por parte de la misma sociedad para que se hagan cosas específicas.

Si bien, no vivimos bajo una dictadura como tal, parece ser que nuestra dictadura es la propia sociedad, pues vivimos vigilándonos unos a otros, evaluándonos, criticándonos, juzgándonos e imponiéndonos reglas unos a otros.

Podríamos decir que hemos regresado al punto de la

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