Los Reality Shows En Colombia

REALITY SHOW EN COLOMBIA

Más allá de la realidad y la ficción. Colombia era un país reality por sus políticos, jueces, corrupciones y violencias, de ahí la obsesión nacional con las noticias. Y en televisión triunfaba la ficción melodramática: éramos el país de Yo soy Betty la fea, Sin tetas no hay paraíso y El Cartel.

Pero en los dos últimos años el reino televisivo ha sido de realities: ya no interesa el cinismo de la justicia y la política (eso que llaman realidad), ya no hay imaginación ni oficio en los mundos de la ficción (eso que llaman telenovelas y series), ahora es "lo natural": el hombre y la mujer sin atributos manda en el bajo rating.

Buena televisión. Los realities son buenos programas porque tienen todo lo que se necesita para relajar y emocionar: hay mucho melodrama en los personajes y sus historias, hay documental del human-planet, hay sexo-clip insinuado todo el tiempo, hay cuerpos-clip para el goce voyerista, hay sufrimiento para el sádico que llevamos dentro, hay escándalo para el morboso que disfrutamos, hay miseria social para el goce moral de cada uno... y, sobre todo, hace sentir al televidente el dios que decide y la inteligencia superior que analiza: todo un procurador. Todo esto es muy difícil de lograr en otros programas de televisión.

El éxito express. Los realities son programas baratos (desempleados en busca de éxito fácil trabajan gratis) que generan mucho escándalo mediático (si los medios no se los tomaran tan en serio nadie se daría cuenta), permiten una alta participación "ciudadana" en redes sociales (frente a la miseria de los otros, todos somos dioses), logran muchos anunciantes seducidos por el barullo (no importan los valores) y tienen rating aceptables (¡es el negocio socio, no la responsabilidad social!).

Colombia es pasión. Los realities permiten pensar país, pues por ahí pasan modos y éticas de ser colombianos. En los realities Colombia hay poco morbo-sexo-escándalo, más bien son suavecitos-tranquilitos y hasta moralmente simples. Los concursantes no se exponen moralmente ya que buscan estar con Dios aunque envidian mucho y seducen con carnes y llanto. Y es que estos son los modos de "argumentar" en Colombia los realities nuestros son un reflejo nuestro y por eso generan alboroto nacional.

En conclusión, los realites son un formato que está aquí y aquí se queda. Lo mejor que se puede hacer es no darle tanto show mediático (¡eso es lo que los convierte en escándalo!) y dejarlos ser lo que son: un documento de hombres y mujeres sin atributos.

Más que obsesionarse con criticar a los personajes, debemos mirarnos en ellos como país e identidad y preguntarnos si nos gusta cómo estamos siendo. Y en últimas dejar la doble moral del televidente que critica pero no apaga el aparato; y la doble moral de los medios que se escandalizan, pero saben que eso les da oyentes y lectores.

Los jurados

Hablan con absoluta propiedad. Transmiten una tremenda sapiencia y conocimiento sobre las competencias a calificar. Pero todos sabemos que nada saben y que sólo son una parte más en el engranaje ficticio. Eso sí, cumplen exitosamente su papel y desarrollan su rol de padrinos, déspotas o cómplices. Lo cierto es que, en verdad, nadie cree en su criterio.

El proceso de selección

La percepción general es que el proceso de selección de los realities es una gran farsa. Puede que en algunos formatos, donde es imprescindible tener algún talento, un ciudadano del común tenga la oportunidad de participar, pero en otros, evidentemente se trata de un casting de estética. “Ya quisiéramos ver en la ‘Casa Estudio’ a un feo o una gorda”, dice un lector. Lo increíble es que aún después de diez años, haya gente que se sigue presentando con una enorme ilusión.

Repetición de la repetidera

Fue razonable el éxito de estos programas en un principio, cuando en Colombia no se conocían y el impacto que causaron fue tremendo. Pero de ahí en más, cada uno ha sido un calco del anterior. Un poco más morbosos

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