Los Tipos De Dominacion
Enviado por prbautista • 7 de Septiembre de 2013 • 1.803 Palabras (8 Páginas) • 345 Visitas
WEBER, MAX
ECONOMIA Y SOCIEDAD
PRIMERA PARTE: TEORIA DE LAS CATEGORIAS
SOCIOLOGICAS
III. LOS TIPOS DE DOMINACIÓN
1. LAS FORMAS DE LEGITIMIDAD
§ 1. Debe entenderse por “dominación”, de acuerdo con la definición ya dada (cap.
I,§ 16), la probabilidad de encontrar obediencia dentro de un grupo determinado para
mandatos específicos (o para toda clase de mandatos). No es, por tanto, toda especie de
probabilidad de ejercer “poder” o “influjo” sobre otros hombres. En el caso concreto esta
dominación (“autoridad”), en el sentido indicado, puede descansar en los más diversos
motivos de sumisión: desde la habituación inconsciente hasta lo que son consideraciones
puramente racionales con arreglo a fines. Un determinado mínimo de voluntad de
obediencia, o sea de interés (externo o interno) en obedecer, es esencial en toda relación
auténtica de autoridad.
No toda dominación se sirve del medio económico. Y todavía menos tiene toda
dominación fines económicos. Pero toda dominación sobre una pluralidad de hombres
requiere de un modo normal (no absolutamente siempre) un cuadro administrativo (ver
cap. I § 12); es decir, la probabilidad, en la que se puede confiar, de que se dará una
actividad, dirigida a la ejecución de sus ordenaciones generales y mandatos concretos,
por parte de un grupo de hombres cuya obediencia se espera. Este cuadro administrativo
puede estar ligado a la obediencia de su señor (o señores) por la costumbre, de un modo
puramente afectivo, por intereses materiales o por motivos ideales (con arreglo a valores).
La naturaleza de estos motivos determina en gran medida el tipo de dominación. Motivos
puramente materiales y racionales con arreglo a fines como vínculo entre el imperante y
su cuadro implican aquí, como en todas partes, una relación relativamente frágil. Por regla
general se le añaden otros motivos: afectivos o racionales con arreglo a valores. En casos
fuera de lo normal pueden éstos ser los decisivos. En lo cotidiano domina la costumbre y
con ella intereses materiales, utilitarios, tanto en ésta como en cualquiera otra relación.
Pero la costumbre y la situación de intereses, no menos que los motivos puramente
afectivos y de valor (racionales con arreglo a valores), no pueden representar los
fundamentos en que la dominación confía. Normalmente se les añade otro factor: la
creencia en la legitimidad.
De acuerdo con la experiencia ninguna dominación se contenta voluntariamente
con tener como probabilidades de su persistencia motivos puramente materiales,
afectivos o racionales con arreglo a valores. Antes bien, todas procuran despertar y
fomentar la creencia en su “legitimidad”. Según sea la clase de legitimidad pretendida es
fundamentalmente diferente tanto el tipo de la obediencia, como el del cuadro
administrativo destinado a garantizarla, como el carácter que toma el ejercicio de la
dominación. Y también sus efectos. Por eso, parece adecuado distinguir las clases de
dominación según sus pretensiones típicas de legitimidad. Para ello es conveniente partir
de relaciones modernas y conocidas.
1. Tan sólo los resultados que se obtengan pueden justificar que se haya tomado este
punto de partida para la clasificación y no otro. No puede ser en esto un inconveniente
decisivo el que por ahora se pospongan para ser añadidas otras características distintivas
típicas. La “legitimidad” de una dominación tiene una importancia que no es puramente
“ideal” -aunque no sea más que por el hecho de que mantiene relaciones muy
determinadas con la legitimidad de la “propiedad”.
2. No toda “pretensión” convencional o jurídicamente garantizada debe llamarse
“relación de dominación”. Pues de esta suerte podría decirse que el trabajador en el
ámbito de la pretensión de su salario es “señor” del patrono, ya que éste a demanda del
ejecutor judicial, está a su disposición. En verdad, es formalmente sólo una parte
“acreedora” a la realización de ciertas prestaciones en un determinado cambio de
servicios. Sin embargo, el concepto de una relación de dominación no excluye
naturalmente el que haya podido surgir por un contrato formalmente libre: así en la
dominación del patrono sobre el obrero traducida en las instrucciones y ordenanzas de su
trabajo o en la dominación del señor sobre el vasallo que ha contraído libremente el pacto
feudal. El que la obediencia por disciplina militar sea formalmente “obligada” mientras la
que impone la disciplina de taller es formalmente “voluntaria”, no altera para nada el
hecho de que la disciplina de taller implica también sumisión a una autoridad
(dominación). También la posición del funcionario se adquiere por contrato y es
denunciable, y la relación misma de “súbdito” puede ser aceptada y (con ciertas
limitaciones) disuelta voluntariamente. La absoluta carencia de una relación voluntaria
sólo se da en los esclavos. Tampoco, por otra parte, debe llamarse “dominación” a un
poder “económico” determinado por una situación de monopolio; es decir, en este caso,
por la posibilidad de “dictar” a la otra parte las condiciones del negocio; su naturaleza es
idéntica a la de toda otra “influencia” condicionada por cualquiera otra superioridad:
erótica, deportiva, dialéctica, etc. Cuando un gran banco se encuentra en situación de
forzar a otros bancos a aceptar un cartel de condiciones, esto no puede llamarse, sin más,
“dominación”, mientras no surja una relación de obediencia inmediata: o sea, que las
disposiciones de la dirección de aquel banco tengan la pretensión y la probabilidad de ser
respetadas puramente en cuanto tales, y sean controladas en su ejecución. Naturalmente,
aquí como en todo la transición es fluida: entre la simple responsabilidad por deudas y la
esclavitud por deudas existen toda suerte de gradaciones intermedias. Y la posición de un
“salón” puede llegar hasta los límites de una situación de poder autoritario, sin ser por eso
necesariamente “dominación”. Con frecuencia no es posible en la realidad una separación
rigurosa, pero por eso mismo es más imperiosa la necesidad de conceptos claros.
3. La “legitimidad” de una dominación debe considerarse sólo como una
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