¿Los ciudadanos son espectadores pasivos de la comunicación política?

1. ¿Los ciudadanos son espectadores pasivos de la comunicación política?

No es un secreto que la comunicación política no guarda la mejor de las imágenes tanto ante los ciudadanos en general como en círculos académicos, se le cataloga de insuficiente, farsa y manipuladora.

Las críticas de sectores populares y especializados hace que se aborde con seriedad académica el asunto de la comunicación política, más allá de interpretaciones y opiniones.

Gran parte de las críticas a la comunicación social radican en que se le identifica como un peligro a la democracia porque “espectaculariza” la política, es decir la convierte en una mercancía de consumo de medios que tiene por objetivo impactar, impresionar y manipular, pero no informar. En pocas palabras la información se ha vaciado de contenidos y llenado de banalidad, estereotipos y clichés.

También se puede decir que la comunicación política se convierte en una campaña permanente de los grupos en el poder que luchas por mantenerse en él, en donde la comunicación es una herramienta más para lograrlo, si acaso una de las mejores herramientas. En estas condiciones se puede pensar que el ciudadano sea un simple espectador pasivo ante el embate de la comunicación política, pero ¿es correcta esta apreciación?

Para responder esta pregunta la autora hizo una investigación que abordo diferentes países y culturas para observar la percepción que tienen los ciudadanos de la política y los políticos profesionales entorno a situaciones específicas de orden social como la guerra, los escándalos, el estado de la sanidad, la situación económica o las catástrofes naturales. Canel afirma que los ciudadanos perciben a la política desde la perspectiva ideológica y desde la cotidianidad de sus vidas, por eso afirma que “cuando la gente juzga a los políticos y a las instituciones refiere el juicio a realidades del “entorno” tales como el estado de la economía o de la seguridad […] con la resolución de sus problemas”.

Con lo observado por Canel se puede decir que los ciudadanos se evalúan no solamente las capacidades visibles, como el liderazgo o la simpatía, de los políticos profesionales sino también son observante de su capacidad para resolver los problemas, la habilidad de su equipo de trabajo y sus resultados públicos. Lo cual nos hace pensar, según lo dicho por la autora, que los ciudadanos no son simples observadores pasivos ni productos manipulables de la comunicación política sino que son capaces de no ser influenciados por los medios de comunicación sino que son atentos observadores de su realidad inmediata y cotidiana que identifican como consecuencia de las acciones de los gobernantes.

 En consecuencia, la visibilidad permanente del líder no es la mejor estrategia de comunicación pues, entre otras cosas, puede derivar en confusiones sobre la atribución de responsabilidades, en la identificación de lo que el político y las instituciones pueden, deben y tienen obligación de hacer. En definitiva, los datos muestran que los políticos y las instituciones no pueden comunicarse al antojo y a expensas de la realidad. Y hay trabajos que muestran que, cuando lo han hecho, el efecto ha sido negativo: la institución aparece como alguien que engaña o, cuando menos, que cree que el público no tiene criterio ni capacidad de evaluación. A los políticos y a las instituciones no les resulta tan fácil manipular las percepciones públicas de ciudadanos informados por diferentes medios y que padecen en la vida diaria las malas decisiones de los gobernantes. El punto clave para la comunicación política, y por ende en los políticos, es la credibilidad.

2. ¿A qué se refiere la perspectiva dramatúrgica de la comunicación política?

Según Canel la esencia de la relación que existe entre las instituciones y sus públicos es de transacción comunicativa, lo cual significa que en la Comunicación Política los ciudadanos juegan un papel activo debido a que comprueban en la cotidianidad de lo que se enteran por los medios de comunicación, es decir, si los políticos hacen lo que dicen que hacen. La reflexión de Canel se basa en la revisión de la perspectiva dramatúrgica (de los trabajos de Kenneth Burke, la recopilación de James E. Combs y Michael Mansfield, entre otros).

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