Los derechos Humanos y la Realidad Colombiana
Enviado por JESUS10012 • 3 de Septiembre de 2013 • Tutorial • 3.363 Palabras (14 Páginas) • 627 Visitas
Los derechos Humanos y la Realidad Colombiana
Por: Efrén Otero Navia
INTRODUCCIÓN
El presente ensayo pretende presentar de manera muy sucinta una declaración sobre los derechos humanos y su influencia en la normatividad y sus implicaciones en Colombia.
Para tal efecto desarrolla cuatro ejes temáticos fundamentales: a) una conceptualización sobre los derechos que se toma como referente y un poco de historia sobre su aprobación; b) la influencia que ha tenido en el imaginario colectivo de las naciones y cómo la Declaración de los Derechos Humanos ha ido calando en las constituciones de los países civilizados de hoy; c) cómo quedaron incluidos los derechos humanos en nuestra constitución; d) cuál ha sido el impacto y hasta dónde la Constitución del 91 se ha quedado como letra muerta en el devenir histórico actual en lo que se relaciona con el respeto de los derechos humanos en Colombia.
La visión que se trató de dar tiende a la objetividad evitando la parcialización y tomando como fuentes de información los hechos históricos a nivel mundial de manera muy genérica y los hechos nacionales entrando en detalles por el enfoque mismo del ensayo.
Como es obvio, no se pretende haber agotado la temática. Muy al contrario se considera que sólo se ha “rasguñado” la superficie este tópico, que por su amplitud, naturaleza y complejidad tanto conceptual como histórica requiere de una erudición, análisis, investigación y razonamientos que son materia para escribir muchos ensayos y libros de acuerdo al enfoque que se le quiera dar al asunto.
De todas maneras, se considera que se ha hecho un pequeño aporte en el discernimiento del tema, para lo cual se hizo acopio de entereza y responsabilidad en cada una de las ideas expuestas, sin sesgar las informaciones obtenidas de las fuentes y queriendo manifestar el punto de vista o el grado de comprensión al que se llegó después de consultarlas.
Fue una oportunidad maravillosa para exponer lo que se piensa al respecto.
LOS DERECHOS HUMANOS Y LA REALIDAD COLOMBIANA.
Antes de dar inicio a esta sustentación sobre los derechos humanos es menester tener un claro concepto sobre lo que ellos son, lo cual nos servirá de referente claro y preciso para evitar las divagaciones insustanciales que no conduzcan a un serio estudio del tema.
“Los derechos humanos se han definido como las condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad, que permita a los individuos ser personas, identificándose consigo mismos y con los otros.
Los Derechos Humanos son aquellas libertades, facultades, instituciones o reivindicaciones relativas a bienes primarios o básicos que incluyen a toda persona por el simple hecho de su condición humana, para la garantía de una vida digna. Son independientes de factores particulares como el estatus, sexo, etnia o nacionalidad; y son independientes o no dependen exclusivamente del ordenamiento jurídico vigente.
Estos derechos son inherentes a la persona, irrevocables, inalienables, intrasmisibles e irrenunciables. Por definición, el concepto de derechos humanos es universal, es decir para todos los seres humano, e igualitario, así como incompatible con los sistemas basados en la superioridad de una casta, raza, pueblo, grupo o clase social determinante”.[1]
La declaración internacional de los derechos fue hecha el 10 de diciembre de 1948, en la Asamblea General de las Naciones Unidas para que fuera distribuida y enseñada a través de los estamentos educativos en todos los países a fin de crear conciencia sobre la importancia de un estatuto de protección a la humanidad.
Surge, este importante documento, como una respuesta obligada a las arbitrariedades, abusos y crueldades que la humanidad había practicado desde tiempos inmemoriales, de las cuales los débiles o indefensos han sido quienes han llevado la peor parte.
Cuando iniciamos una revisión minuciosa sobre los tópicos que contempla podemos ver reflejada a través de éstos, toda una gama de situaciones referentes a las relaciones entre los individuos a las cuales era menester amparar a través de una manifestación expresa, de manera taxativa que, sin lugar a dudas, se erigiese como referente legal admitido en los enunciados de las constituciones y desarrollados a través de las legislaciones de todos los países civilizados de la actualidad.
Claro está que da nostalgia comprobar que en muchas oportunidades dicha Declaración se constituye en letra muerta por el desconocimiento voluntario que muchos sectores de las colectividades nacionales hacen de ellos, privando de los derechos contemplados en ésta cuando en flagrante violación de los derechos humanos se cometen atropellos que se caracterizan como delitos de lesa humanidad como son: las desapariciones, las masacres, las torturas, entre otras.
Aún así, es rescatable la posición que adoptan los estados ante estas francas violaciones de los derechos humanos elevados a la categoría de mandatos constitucionales y legales para punir a sus infractores aún traspasando las fronteras nacionales cuando dichos transgresores son juzgados por la Corte Penal Internacional, el cual es un tribunal de justicia internacional permanente cuya misión es juzgar a las personas que han cometido crímenes de genocidio, de guerra y de lesa humanidad como la esclavitud, el apartheid, el exterminio, los asesinatos, las desapariciones forzadas , las torturas, los secuestros y el delito de agresión.
Es una gran construcción social y política en la que el hombre, a partir de los derechos naturales, ha reconocido que existen otros derechos que son inalienables y que les asisten a todos por igual sin tener en cuenta limitantes de clases alguna como la raza, el credo religioso o político, la situación económica, los niveles de escolaridad, etc., sino que se toma el colectivo humano en condiciones de igualdad a fin de eliminar cualquier tipo de preferencias de tipo social o premisas excluyentes para determinados grupos minoritarios o raciales que por su condición se les considere inferior, indigno o menospreciado.
Y es partir de la consideración de que la libertad, la justicia y la paz son la secuela obligada del reconocimiento de la dignidad de la persona humana, categoría ésta que coloca a toda persona en igualdad de condiciones frente al tratamiento que debe recibir de sus congéneres, de la sociedad y del estado, en aras de la construcción de un mundo en el que la posibilidad de realizarse como persona no sea una utopía sino un proyecto realizable para el bien tanto de sí misma como de su familia, célula primigenia de la sociedad, y de la comunidad en la que interactúa.
Ante el maltrato, la discriminación, la humillación, el agravio o el vilipendio quedan dos caminos
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