Los países que han legalizado y regulado el trabajo sexual se vela por los derechos laborales y sanitarios de las mujeres que ejercen, también les ha permitido regular la inmigración ilegal, hay mecanismos para proteger a las víctimas de mafias.

Debido a los abusos de las trabajadoras sexuales por parte de clientes y proxenetas agregándole a demás que no cuentan con ARL, EPS, caja de compensación como un trabajador cualquiera, en pocas palabras no se garantiza el respeto por ellas; abre una discusión que tiene una solución “sencilla”, pero gracias a que la sociedad colombiana excluye y margina a las trabajadoras sexuales (pese a recurrir mucho a ellas) conlleva a que nadie abogue por ellas y por ende no haya una regulación por el ministerio de trabajo, dicha regulación que les daría unas garantías legales que asegurarían no solo un poco de respeto por ellas sino también una serie de garantías como un trabajo cualquiera como se hace en Holanda, Alemania, Noruega o Suiza y esa sería la solución “sencilla”.

Los países que han legalizado y regulado el trabajo sexual se vela por los derechos laborales y sanitarios de las mujeres que ejercen, también les ha permitido regular la inmigración ilegal, hay mecanismos para proteger a las víctimas de mafias.

La regulación del trabajo sexual se ha venido pidiendo a través de los años en el plano legal, ha habido contradictores y seguidores en diferentes debates en muchas corrientes jurídicas; el único problema es con el plano de la moral donde la prostitución está mal vista y está bien excluir a este tipo de trabajadoras y que se teme mucho a los límites con la ilegalidad, lo único que se ha hecho es la sentencia T-629 de 2010 que abre la discusión en Colombia respecto al reconocimiento de la actividad de la prostitución como trabajo y sus implicaciones en las dimensiones económica y social.

El Estado como institución tiene un rol determinante en las implicaciones que se ponen sobre la mesa al tratar este fenómeno social, que ya es hora de que nuestras leyes evolucionen de acuerdo con un panorama internacional planteando no pocos dilemas frente al fenómeno que se desborda de los límites territoriales como lo hicieron otros países.

Cabe resaltar que esas trabajadoras sexuales lo hacen porque son autónomas y han tomado la decisión de ejercer esa profesión la cual se debe respetar, por ende, hay que garantizar su derecho a la igualdad, al trabajo y a la no discriminación al no haber una regulación no se garantiza ninguno de estos derechos lo que las vuelve vulnerables por ejemplo a la trata de personas, no pueden aportar a su seguridad social, son propensas a ser maltratas por sus clientes, entre otras por eso es importante generar una regulación del trabajo sexual en Colombia.

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