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Medio Ambiente


Enviado por   •  17 de Marzo de 2014  •  1.934 Palabras (8 Páginas)  •  167 Visitas

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Texto de la presentación del libro "Los economistas neolibeales: nuevos criminales de guerra"

¿Economistas o criminales?

Renan Vega Cantor

Rebelión

“Uno debe llamar por su nombre a todo lo que ve. Nunca se deben ignorar las consecuencias. Esa es la única posibilidad de enfrentarse a la barbarie. Ver las consecuencias”,

John Berger y Nella Bielski.

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Este es un análisis de los economistas neoliberales pero no ha pretendido ser un libro de economía en el sentido convencional de la palabra, es decir, plagado de cifras, de ecuaciones, de modelos y de gráficas, instrumentos que en el caso del economista ortodoxo se usan no tanto para aclarar su pensamiento sino para ocultar su ignorancia. Ese tipo de escritura de los economistas se convierte en gran medida en una barrera para el conocimiento de los problemas económicos y sociales del mundo y en un mecanismo de desmovilización política de la gente común y corriente.

No tiene ningún sentido escribir para los economistas, pues ya bastante ellos se escriben entre sí y para sí mismos, porque eso significa utilizar un lenguaje hermético e incomprensible, alejado de las expectativas inmediatas de los seres humanos. Solamente en el conocimiento académico se genera esa terrible manía de dirigirse de manera exclusiva a los “miembros de la tribu”, sin esforzarse en lo más mínimo en comunicarse con el resto de mortales, con aquellos que no tienen las credenciales de “especialistas”, lo que limita el conocimiento y la amplitud intelectual. Como bien lo dijo Günther Anders para el tema de la filosofía: “Escribir textos sobre moral que leerían y entenderían sólo los colegas universitarios me hubiera parecido un sinsentido. Algo cómico, si no inmoral incluso. Tan carente de sentido como si un panadero hiciese sus panes solo para otros panaderos”. Siguiendo tan sabio consejo, este libro no tiene como destinatario principal ni exclusivo a los economistas ni ha sido escrito a partir de la lógica convencional de la economía, cada vez más alejada del mundo real y de los problemas de los hombres y mujeres de carne y hueso.

Cuando aquí se habla de economistas neoliberales no se está considerando sólo a los detentadores de títulos de economía, sino a todos los neoliberales –sean estos de cualquier profesión o disciplina del conocimiento- porque han asumido como suya la lógica estrecha y mecánica de la ortodoxia de la “economía de mercado”, o sea, la vulgata neoliberal. Dicha vulgata es repetida como una letanía por abogados, pedagogos, sociólogos, historiadores, investigadores y técnicos cuando pretenden explicar el funcionamiento de las diversas instancias de la sociedad. Por esta razón, los postulados básicos de todos los neoliberales se subordinan a la “racionalidad” de los economistas, a partir de la cual pueden ser analizadas sus políticas criminales en los más diversos terrenos de la realidad social.

Los economistas neoliberales son la piedra angular para entender los crímenes económicos de nuestro tiempo, porque como ya lo anunciaba la revista Business Week en marzo de 1977, venden sus habilidades profesionales “sus contactos, su destreza, y, en opinión de algunos, hasta su alma, en el tenebroso mundo de la política de Washington”. Como parte de sus habilidades de negociantes se destaca la apertura de cátedras de “libre empresa” en universidades de todo el mundo con el fin manifiesto de expandir la ideología del capitalismo, lo cual ha convertido al fundamentalismo neoliberal a individuos y grupos procedentes de variadas profesiones y de distintos orígenes intelectuales y políticos y ha universalizado los crímenes económicos y sociales.

En el transcurso de la investigación se fue reafirmando la estrecha relación entre neoliberalismo y capitalismo, porque acá se enfatiza que no es posible separarlos y plantear que el neoliberalismo es una negación del “capitalismo civilizado” existente hace algunas décadas en su versión socialdemócrata. Este tipo de análisis son antineoliberales pero no anticapitalistas, suponiendo que puede llegarse a un capitalismo social sin los incómodos “extremismos” de los “fundamentalistas de mercado”. Por el contrario, a lo largo de estas páginas mostramos que existe un vínculo indisociable entre capitalismo y neoliberalismo y, por lo tanto, resulta obvio que la criminalidad de estos últimos no puede entenderse sin hacer referencia a la barbarie capitalista. Por eso, el subtítulo de esta obra: El genocidio económico y social del capitalismo contemporáneo.

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La criminalidad neoliberal ha extendido las redes delincuenciales del capitalismo hasta niveles impensables hace algunas décadas. En el mundo actual los neoliberales desempeñan el mismo papel genocida que antaño cumplieron la iglesia católica y los misioneros, los piratas y aventureros, los negreros y los colonizadores. Aunque todos ellos sigan actuando en forma criminal en el capitalismo contemporáneo, se han subordinado a la lógica del neoliberalismo, cubriéndose con el nuevo manto delincuencial que ahora los arropa a todos. Con el neoliberalismo, el capital ha ampliado su estructural carácter criminal a todo el mundo y a los más diversos aspectos de la vida social y natural, lo que se constata en diferentes ámbitos: el mundo del trabajo, la educación, el medio ambiente, la biotecnología, el sistema de salud, las migraciones internacionales, la alimentación y el agua.

El capitalismo convierte todo lo que encuentra en su camino en mercancía, destruyendo sociedades, culturas, economías, tradiciones y costumbres, dejando a su paso muerte y desolación. Eso se evidencia con la mercantilización de la naturaleza, de los genes, de los órganos humanos, de los niños y las mujeres... y el neoliberalismo se ha convertido en el legitimador “teórico” e ideológico de la brutal conversión de todos los valores de uso en vulgares mercancías, con sus devastadoras consecuencias sobre los seres vivos. En estos momentos estamos soportando un despiadado genocidio como puede corroborarse con cifras elocuentes sobre pobreza y riqueza, sobre hambre y obesidad, sobre sed y derroche hídrico, sobre analfabetismo y hastío informativo, sobre explotación laboral y fabulosas ganancias de los empresarios capitalistas... Ese panorama de antagonismos se sustenta en la explotación intensiva de millones de seres humanos y en la destrucción acelerada de los ecosistemas.

La

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