Mensaje sin destino
Enviado por Maryely Verónica • 5 de Noviembre de 2020 • Resumen • 2.459 Palabras (10 Páginas) • 194 Visitas
Mensaje Sin Destino se presenta como un texto reflexivo, un ensayo propio de Mario Briceño Iragorry donde presenta una perspectiva histórica y personal, citando distintos autores de la posición actual de Venezuela. Toma como punto de inicio a Arturo Uslar Pietri, el cual señala el proceso cultural del país encadenado a una presunta crisis literaria en Venezuela. El autor coincide en algunos puntos con Uslar Pietri, pero difiere al establecer que la crisis existente en el país, más que ser una crisis literaria es una crisis de pueblo, en función a una perspectiva histórica, presentada desde un criterio calvinista en donde se compensan carencias sociales y se “rellenan” con extranjerismos. El Presidente López Contreras habló en forma lata de una supuesta “Crisis de hombres” esto alarmo muchos, pero Briceño seguía pensando en una “Crisis del pueblo” En segunda parte del libro nos habla a lo que se refiere en cuanto a “Crisis de pueblo” dice, que no es el pueblo en ninguno de sus valores corrientes, de conjunto étnico, de sector social o económico, o de unidad, o modo de ser político, se interesa en el pueblo en función de historia, plantea que carecemos del común denominador histórico que nos de densidad y continuidad espiritual. Escribe que en una ocasión dijo que Venezuela era un pueblo antehistórico, por tanto, nuestra gente no ha logrado asimilar su propia historia que pueda hablarse de vivencias nacionales, uniformes y creadoras. Señala que no se siente de todo conforme con el entusiasmo de los escritores, de libros, revistas sobre la historia, pero sí reconoce que historias como Baralt y Díaz y de Gil Fortoul son libros valiosos. Además, que ciertos gobiernos como el de Rómulo Betancourt, Juan Vicente Gómez se han preocupado por el problema de la divulgación de nuestros fastos. El autor Habla de la historia bélica como significado para el pueblo venezolano donde ha educado el respeto y la sumisión a los hombres de presa. Quería adoptar espontánea y uniformemente un <Canon> histórico no de creación oficial o policiaca, sino formado de estructuras ideales, arrancadas de generaciones del fondo de nuestros anales y eso no permitiría tener el propósito de desfigurar personajes y sucesos de nuestra historia (grupo vigoroso y uniforme de valores históricos del pasado nacional, Cambiaríamos devoción oficial por el libertador y los diferentes puntos de vista de los otros países. Asumir aportes de los españoles, como el de los indios, negros, pardos y mestizos. Afirma que es esa la historia que debemos asumir, aquella con sus errores y aciertos, bélica y civil. En la tercera parte del libro trata dela importancia que ponemos a las efemérides sin tomar en cuenta el valor funcional de la historia como categoría creadora de nuevos actos. Algo que me llamo la atención de esta parte del libro es cuando el autor escribe sobre cuando realizamos o vemos partes teatrales sobre los personajes históricos, solo cuando llega un día cronológico de sus vidas, y luego de esa obra seguimos como si nada, como si ninguno delos grandes pensamientos de ellos valiera la pena de ser tomado en cuenta para nuestro quehacer de ciudadanos. Muchos han querido pasar los valores antiguos y crear nuevos. No tomamos en cuenta las opiniones de Sanz, de Bello y de Vargas como condenación absoluta de la cultura colonial y de cómo las raíces fundamentales se hunden en el suelo histórico de España. Briceño afirma “en historia no hay censura, su ley es su continuidad. Nos dolemos decir y ver como el país no ha podido realizar nada continuo sino sustituir un fracaso por otro fracaso, para lograr como balance de que nuestra agricultura, educación, vitalidad, riqueza misma viven en una permanente crisis de inseguridad y de desorientación. Briceño habla de buscar raíces históricas, tantos valores que puedan conjugar el sentido y el destino nacional. Nosotros ahora nos empeñamos en romper la continuidad de nuestro pasado nacional. Quería una Venezuela con un hiato. Traer al plano presente los valores antiguos para extraerles su contenido a futuro y se pone en total desacuerdo con Luis López Méndez cuando se refirió a los padres de la independencia exclamo “Aquellos hombres hicieron su obra, hagamos la nuestra”. Quería continuidad de la vida de los pueblos, fabricar una historia a la medida de nuestras preferencias actuales, desdeñando los personajes y hechos es tanto como ir contra el propio sentido de la nacionalidad. Cada hecho antiguo tiene su oportuna valorización en el presente. Lo viejo se deshumaniza y prosigue como símbolo en lo que tenga de positivo. No borrar el eco de los mensajes de los grandes constructores de la nacionalidad. En la quinta parte del libro el autor plasma que nuestra colectividad fue parte del imperio español, para fijar los soportes de la nacionalidad en los hechos realizados por los grandes patriotas que abatieron la contumacia colonizadora de España. Como resultado de esta arbitraria fijación, nos hemos negado a buscar la razón de nosotros mismos y de nuestra propia lucha emancipadora en circunstancias y supuestos producidos en nuestro subsuelo pre-republicano. Nos hemos alejado de nuestro propio pasado nacional, la sustancia moral de nuestro ser social, hemos sufrido una ausencia de perfiles determinantes. Como corolario, no hemos llegado a la definición del “pueblo histórico” que se necesita para la fragua de la nacionalidad. El autor escribe que muchos han renegado su origen cultural y han maldecido la sangre española corrida por sus venas. Sabía que algunos se desdeñan de este origen y prefieren una vida más corta, que parta, con la libertad, del 19 de abril de 1810. Esos, sobre negarse a sí mismos, niegan la fuerza de nuestro pasado, y para corregir su error debieran pensar que los historiadores ingleses, sabedores de lo que es un proceso de colonia, aceptan que “Bretaña surgió por primera vez a la luz de la Historia y se incorporó al mundo civilizado con la ocupación romana”. Los australianos, al asumir la soberanía dentro de la comunidad británica, tomaron como día nacional el aniversario de la llegada a la gran isla de los primeros inmigrantes ingleses, y no la fecha de fijación de la Commonwealth. Con ello expresaron un propósito de arrancar de las Islas Británicas el origen de su vida de cultura. Esa misma razón lo llevó a buscar la raíz de la vida venezolana, no en la selva que habitó el aborigen americano ni en la jungla de donde fue traído el esclavo doliente, ambos conjugados con el español dominador para producir nuestro vivaz y calumniado mestizaje. Escribe Para que haya país político en su plenitud funcional, se necesita que, además del Estado, exista una serie de formaciones morales, espirituales, que arranquen del suelo histórico e integren las normas que uniforman la vida de la colectividad. Se requiere la posesión de un piso interior donde descansen las líneas que dan fisonomía continua y resistencia de tiempo a los valores comunes de la nacionalidad, para que se desarrolle sin mayores riesgos la lucha provocada por los diferentes modos que promueven los idearios de los partidos políticos. Nos invita a que hagamos nuestra la fe del insigne Vargas, cuando proclamó en la Sociedad Económica de Amigos del País, el año 1833, la siguiente consigna: “Los pueblos todos tienen en sí el poder de elevarse a las más altas ideas, a las acciones más heroicas, al mayor esplendor, según la educación que reciban, las circunstancias en que se encuentren y las influencias bienhechoras de sus gobiernos y de sus leyes El autor escribe algo muy importante sobre asimilar el pasado Asimilar la Historia es constituirnos en canales anchos y firmes para que toda la fuerza antigua, más la nuestra, puedan tornarse fácilmente en futuro. Tanto como crear nuevos imponderables que den majestad a la nación.
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