Morena achaque senil del reformismo
Enviado por tovarich1990 • 18 de Abril de 2016 • Resumen • 1.368 Palabras (6 Páginas) • 247 Visitas
Morena, achaque senil del reformismo.
Morena es actualmente la opción reformista del capital. Ante un posible escenario político de inestabilidad, es el partido ideal para contener los conflictos de clase y darles una salida “institucional”. Su programa y estatutos nos muestra cómo suscriben todo el ordenamiento político y jurídico del Estado, y por supuesto, no cuestionan el carácter clasista del mismo. Es así que consideran a las elecciones y a la democracia como elementos decisivos para transformar la situación política y económica. Asimismo, pregonan estar en contra del “neoliberalismo”, como si la fase anterior de acumulación del capital, hubiese sido más justa o menos dañina para los explotados. Estas dos premisas son el eje de su práctica política, y como comunistas, debemos señalar la falsedad y el oportunismo. No podemos permitir que un movimiento engañe y brinde falsas esperanzas al proletariado, pues en primer lugar, limita la acción de éste, y en segundo, suprime sus intereses reales como clase y lo pone a la zaga de ideas pequeñoburguesas que son útiles a la hegemonía del capital.
El reformismo surge en el contexto del capitalismo desarrollado en los países centrales como Inglaterra en el siglo XIX. Su objetivo fue determinado por la creciente influencia de la clase obrera en la palestra política y las concesiones que tuvo que hacer la burguesía a ésta para evitar que se plantearan objetivos más peligrosos a su dominio. Uno de sus exponentes fue Eduard Bernstein, político revisionista que negaba la lucha de clases y el colapso del capitalismo para abogar por una supuesta conciliación entre explotados y explotadores, así como un cambio gradual por medio de las reformas que le irían dando mejoras y autonomía a la clase obrera. (Luxemburgo, 1972)
El reformismo cree que un camino progresivo al socialismo es posible, que el mismo capitalismo llevará a crear mejoras. Pero como los hechos demuestran, esto es falso, el capitalismo va en función de los intereses de los poderosos, nunca de los oprimidos. Si ha cedido algunos derechos es precisamente por la organización de la clase trabajadora o porque incluso le es necesario al capital mantener cierto nivel de especialización en los trabajadores, la llamada aristocracia obrera.
Una vez más es ignorado el carácter de clase del Estado y que sus propias limitaciones estructurales e históricas le impiden actuar de manera imparcial tal como si fuera una máquina al servicio de todas las clases sociales. Por eso que el reformismo es una burla, pues no hay un poder aislado que con meros actos de administración pueda generar igualdad.
Lo que es cierto, es que como decía Lenin, las reformas no pueden ser rechazadas por sí mismas, sino que serán una parte de la lucha del proletariado por el poder. Lo que hay que entender es que las mejoras no son mera arbitrariedad del poder, sino producto de largas luchas sociales y políticas.
En México, el reformismo ha tomado varias facetas. Una de ellas representada por la ideología de la Revolución Mexicana. Esta trampa suponía que el desarrollo capitalista traería el progreso económico para todas las clases, y por tanto, había que cerrar filas con el Estado mexicano que ya tenía previsto el bienestar para campesinos y trabajadores.
Tal como lo señalaran diversos autores, esto no fue más que una coartada para subordinar a los oprimidos al proyecto capitalista del Estado:
El nacionalismo no ha ofrecido ni ofrecerá jamás, entre nosotros, una solución revolucionaria, de ruptura completa, al problema de la dependencia: su finalidad es la conservación de mejores condiciones de negociación, mediante la identificación de las masas con la nación, el fortalecimiento del sector público y, sobre todo, mediante el desarrollo en términos de crecimiento que, se supone, aumentará la acumulación del capital nacional y pondrá a México en condiciones mejores para negociar. Pero semejantes soluciones, como es fácil ver, son falsos remedios mientras la relación de dependencia se mantiene, mientras ésta no se rompe definitivamente.(1)
Las consecuencias de dicha política fue la pérdida de autonomía del movimiento obrero, cuyo control estaba sujeto a los designios del Estado y el capital. Asimismo, a la postre las mejoras fueron arrebatadas ya que no se sustentaban en el cambio de las relaciones de producción, sino en las necesidades coyunturales de la burguesía nacional y extranjera.
La influencia de esa ideología en la izquierda y los movimientos de la clase obrera derivaron en el fracaso político. La supuesta “idiosincracia” del nacionalismo mexicano y de la Revolución Mexicana, no fue más que la forma que tomo el capitalismo para apuntalar su hegemonía en el país. No obstante, dicho legado político aún es reivindicado por ciertos nostálgicos que añoran esa etapa en que el capitalismo aun no se mostraba tan salvaje.
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