Mujeres Y Su Inserción En El Marcado De Trabajo
Enviado por • 21 de Junio de 2015 • 2.140 Palabras (9 Páginas) • 151 Visitas
En el mercado de trabajo, objeto central de esta publicación, se observaron diversas restricciones y problemas que se manifestaron a través de elevados niveles de desempleo, subutilización de la fuerza laboral, caída en las remuneraciones, especialmente en los sectores de bajas calificaciones, propagación de la precariedad laboral en sus distintas vertientes (inseguridad, desprotección, baja calidad en el empleo, ilegalidad, etc.). Todo ello no fue ajeno a un contexto cíclico de crisis económicas, reducción de la capacidad de regulación de las
los principales hallazgos para abordar la situación del mercado laboral en la Argentina a partir del año 2003. En el caso específico del análisis del empleo femenino en la Argentina de la post convertibilidad (2003-2007), debe añadirse el hecho de que indaga en las condiciones de empleo de las mujeres en un sector industrial (industria química cosmética) y en otros tres sectores pertenecientes a servicios (empresas productoras de software, agencias de publicidad y hotelería con servicios de restaurantes). Esta situación contribuye a ampliar y analizar el universo de conocimiento sectorial y regional, en tanto que cada estudio analiza las empresas localizadas en el ámbito del Gran Buenos Aires y en el Gran Córdoba, aplicando las categorías desarrolladas por el mencionado proyecto regional a las particularidades del caso argentino. El foco del estudio está puesto en el análisis de las características de la inserción ocupacional de las mujeres en ramas de actividad que se caracterizan por una alta proporción de éstas y en donde es posible estudiar con mayor detalle la presencia de mecanismos de segregación genéricos en su forma de gestión y de funcionamiento sectorial, en términos de discriminación salarial y en el acceso a puestos medios y altos a nivel jerárquico. También se indaga acerca de las representaciones sociales vigentes en el universo analizado y relacionados con las estructuras de género en el ámbito laboral.
Este proceso termina en el período 2001-2002 con la mayor crisis social, política y económica de la historia argentina. En el año 2002, la desocupación abierta afectaba a tres millones de personas, aproximadamente el 50% de la población se encontraba en situación de pobreza, mientras que los niveles de actividad económica habían declinada más de un 10% con relación al año 2001. La estrategia utilizada para afrontar esta crisis, representó un punto de inflexión constituyendo las bases de un nuevo modelo económico y social y un patrón de crecimiento basado en una nueva política macroeconómica y en la centralidad del trabajo de calidad como factor principal de inclusión social
Por su parte, el modelo implementado a partir de 2003, introdujo una nueva concepción del trabajo como articulador entre la esfera económica y social, como base de la cohesión, como fuente de dignidad y como factor constitutivo de la ciudadanía (Novick y Tomada, 2007). Este proceso fue posible tanto por el contexto macroeconómico internacional, políticas heterodoxas en lo económico y al activo papel del Estado en la coordinación y orientación económica. En la dimensión laboral, hubo una fuerte promoción de la negociación colectiva y, en líneas generales, al fortalecimiento de las instituciones laborales orientadas hacia la configuración de un nuevo régimen de empleo. Como resultado de estas reformas, y con una economía creciendo al 9% anual, en sólo cuatro años se han creado más de tres millones de puestos de trabajo, con la tasa de desocupación en continuo descenso y situada en un dígito, junto con un incremento notable del empleo asalariado registrado en todos los sectores de actividad. Sobre este ultimo factor, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares, el incremento del empleo registrado entre el primer trimestre de 2003 y el primer trimestre de 2007 fue superior al 50%, representando en la actualidad el 51,4% del total de asalariados del sector privado. De esta forma, así como en los noventa se produjeron importantes cambios en los institutos reguladores del mercado de trabajo y se asistió a una política de retiro de la intervención estatal en muchas de las esferas económicas y sociales que regulan el empleo asalariado (Cortés y Marshall, 1991), en la actualidad se observa un proceso diferente caracterizado por un nuevo patrón de crecimiento y un Estado activo y participativo en los distintos ámbitos económicas y sociales. En materia laboral, se han aplicado diversas políticas vinculadas a la determinación salarial a través del fomento de las negociaciones colectivas, la elevación del salario mínimo, la consolidación de la inspección del trabajo, y, en líneas generales, todo un conjunto de medidas destinadas a re-establecer regulaciones laborales con el objeto de avanzar hacia el empleo de calidad.2 Aún existiendo múltiples avances hacia un modelo de crecimiento integrador, con mayor igualdad y cohesión social, todavía existen importantes desafíos para las políticas públicas, dentro de los cuáles, uno de los grandes temas pendientes es la cuestión del género. Esta preocupación se debe a la inserción desventajosa que tienen muchas mujeres en el mercado laboral. Tal como señala Esquivel (2007), las mujeres participan menos en el mercado de trabajo, tienen una mayor tasa de desempleo, trabajan involuntariamente menos horas para el mercado y generan menores ingresos laborales mensuales que los varones. Los datos del mercado de trabajo muestran que la participación de las mujeres en el mundo laboral ha aumentado significativamente. Este hecho ha sido muy documentado y forma parte de una tendencia mundial, que indica que desde los años sesenta las mujeres se incorporan voluntariamente al mercado de trabajo y al sistema educativo. Sin embargo, más allá del incremento en las tasas de participación, el sector de servicios y las actividades no reguladas siguen concentrando el empleo femenino. Más aún, tal como lo indica la OIT (2000), esto abarca un amplio abanico de situaciones como las peores formas de trabajo infantil, trabajadoras invisibles, discriminación y otras formas de violencia asociadas a la condición de género
, 2007). Por otra parte, además de ser una ocupación feminizada en extremo, prácticamente la totalidad de quienes desarrollan esta actividad son mujeres.4 La elevada precariedad se manifiesta en empleos de elevada inestabilidad (el 96% tiene una antigüedad en sus puestos menor a seis meses), bajos ingresos mensuales (no compensados por la mayor paga por hora), ausencia de cobertura en salud y protección para la vejez, y reducida incidencia –debido a la baja antigüedad y a que se transforma en una prerrogativa de los empleadores– de vacaciones pagas y del pago del sueldo anual complementario (MTEySS, BM, INDEC, 2007). Asimismo,
...