Mundo Feliz

El trasfondo en “Un mundo maravilloso” es que este país está parado en una bomba de tiempo social: por un lado, tenemos este discurso triunfalista del Presidente que nos quiere vender 'un mundo maravilloso', que todos los días nos dice que estamos mejor y que si seguimos por este camino 'México será mejor que ayer', que contrasta con la realidad que nos apabulla. Sólo basta asomarse a la calle para darnos cuenta de que la polarización social es brutal, que es inexplicable que no haya tenido consecuencias como las que la película plantea. Hablar de los niveles de pobreza que hay en el país, que son monstruosos, de alguna manera nos ponen en el informe de desarrollo de la Organización de las Naciones Unidas como un país cuasi africano; lo más grave de esto es la convivencia entre la opulencia de los ricos, que raya en lo obsceno, y los 60 millones de pobres que reconocen las cifras oficiales, que con lo malpensados que somos los mexicanos deben de ser muchos más.

La película concluye con un final que invita a la reflexión serena y objetiva, los pobres se hacen justicia por su propia mano, es decir, aplican la Ley primitiva del Talión, pues cobran venganza por haber sido recluidos y escondidos en cuasi campos de concentración; y al Secretario de Economía Lascurain, el Fondo Monetario Internacional, promueve que le entreguen el Premio Nobel de Economía. Un Mundo Maravilloso es, ante todo, una tragicomedia negra, con algunos apuntes sociales y neorrealist

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